Gore, el hombre ozono
?Puede ser el ex vicepresidente la alternativa a Hillary y Obama?
Al Gore tiene ya una pel¨ªcula que ha ganado un Oscar y un nieto que se llama Oscar. ?Qui¨¦n puede pedir m¨¢s?
Al Gore, quiz¨¢.
El mejor ex presidente que no lleg¨® a ser presidente podr¨ªa hacer que una de las campa?as electorales m¨¢s interesantes en la historia de Estados Unidos sea a¨²n m¨¢s interesante. ?Aprovechar¨¢ su momento verde en la alfombra roja, vestido de esmoquin negro, para hacerse con los Estados azules [los que votan dem¨®crata] y ganar la Casa Blanca?
El Gor¨¢culo es el ¨²nico que conoce la respuesta.
El hombre que supo profetizar el cambio clim¨¢tico, Internet, el terrorismo e Irak ha reconocido que su problema fue, tal vez, que iba demasiado por delante. Durante una conferencia a la que asist¨ªa oy¨® decir que "existen ideas que est¨¢n maduras, ideas que est¨¢n madurando, ideas que est¨¢n pasadas y una categor¨ªa que todav¨ªa no ha amanecido".
"Y, de repente, lo comprend¨ª", explicaba Al Gore el a?o pasado. "?La mayor parte de mi carrera pol¨ªtica la he pasado dedicado a defender ideas que no han amanecido todav¨ªa! As¨ª que pens¨¦: ¨¦se fue mi error".
Mientras Al Gore disfrutaba de la adoraci¨®n de Hollywood, los dem¨®cratas se preguntaban: ?Es este gordinfl¨®n vestido con esmoquin de Ralph Lauren una idea madura, o una idea que ya est¨¢ pasada de moda?
Hillary es un derroche de producci¨®n, y Barack Obama, un gui¨®n sin acabar, as¨ª que quiz¨¢ ha llegado el momento de sacar al ex vicepresidente de su comp¨¢s de espera. Seg¨²n Newsday, los esbirros de Hillary tratan de pronosticar el futuro del Gor¨¢culo fij¨¢ndose en su cintura; creen que, si tiene intenci¨®n de presentarse, perder¨¢ peso y volver¨¢ a estar en forma.
Hillary, que sabe ver de d¨®nde sopla el viento, se apropi¨® de la jerga ecologista de Gore inmediatamente despu¨¦s de la ceremonia de los oscars y se dedic¨® a hablar del medioambiente por todo el Estado de Nueva York. Dados sus enfrentamientos con Hillary en el pasado, a Gore le habr¨¢ encantado, sin duda, ver que su popularidad en Hollywood aumenta al mismo tiempo que se debilita la de ella.
Si Gore espera mucho tiempo para declarar su intenci¨®n de presentarse, todos los asesores habituales estar¨¢n ya contratados; eso le beneficiar¨ªa, porque en el 2000 fueron sus estrategas profesionales los que le convencieron para no poner tanto ¨¦nfasis en el medioambiente, que es precisamente el tema que le hace parecer m¨¢s aut¨¦ntico. Las mismas diapositivas sobre bucles de retroalimentaci¨®n y pautas meteorol¨®gicas que hac¨ªan bostezar a quienes cuidaban de su imagen han servido para que su pel¨ªcula haya obtenido un premio de la Academia.
Ten¨ªa raz¨®n
?Pero en qu¨¦ piensa Al Gore? Al Gore era el hijo bueno educado por un pol¨ªtico famoso para ser presidente al que le arrebat¨® el puesto una oveja negra que ni siquiera sab¨ªa c¨®mo se llamaba el general que gobierna Pakist¨¢n. Debe de ser insoportable perder la presidencia que uno acaba de ganar porque el Tribunal Supremo decide ser partidista e interrumpe el recuento, y despu¨¦s tener que contemplar la locura de George W. Bush y Dick el Sucio mientras se adentraban con paso firme en toda una sucesi¨®n de cat¨¢strofes.
Aunque el halc¨®n-gallina Dick Cheney, por fin, se acerc¨® a los campos de batalla en Afganist¨¢n, su explosivo roce con un terrorista suicida no le ayud¨® a comprender lo peligroso que es que Osama Bin Laden siga en libertad y que Afganist¨¢n caiga de nuevo en las garras de los talibanes y de Al Qaeda mientras los estadounidenses seguimos atados de pies y manos en Irak.
Gore debe de alegrarse de que se haya demostrado tan pronto que ten¨ªa raz¨®n en tantos aspectos, pero, aun as¨ª, el candidato al Premio Nobel de la Paz tiene que sentirse dolido cada vez que oye las peligrosas tonter¨ªas que suelta la Casa Blanca. Es de suponer que, a veces, se imagina cu¨¢nto m¨¢s a salvo estar¨ªa el mundo si ¨¦l fuera presidente. Los a?os de Bush y Cheney han consistido en arrastrar al pa¨ªs al pasado: recuperar los poderes presidenciales arrebatados despu¨¦s de Watergate, saldar las cuentas pendientes de la guerra de Bush padre y abolir avances cient¨ªficos y ambientales. En vez de aspirar a las estrellas, la mayor potencia de la tierra est¨¢ empantanada en conflictos con tribus antiguas y con animales que se ocultan en cuevas.
Cuando acaba de navegar por Internet, ajustar su PowerPoint y manejar su BlackBerry, ?en qu¨¦ piensa Gore? Seguro que sufre much¨ªsimo al pensar en todo el tiempo, el diner
o y la buena voluntad que se han desperdiciado en una repetici¨®n de Vietnam y una pol¨ªtica social inflexible, dise?ada para eliminar la Era de Acuario.
Ahora que la alfombra roja est¨¢ enrollada, el esmoquin en el tinte y la estatuilla dorada en la chimenea, el Gor¨¢culo ha vuelto a su mansi¨®n de Nashville y all¨ª reflexiona sobre c¨®mo orquestar su pr¨®ximo contrato. ?Se propondr¨¢ a s¨ª mismo como salvador de la era post-Bush, o ser¨¢ su hija Karenna, la madre de Oscar, la primera Gore en el Despacho Oval?
Maureen Dowd es columnista de The New York Times. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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