Matt Elliott trajo a A Coru?a sus valses politizados y claustrof¨®bicos
Por la voz del cantautor ingl¨¦s Matt Elliott parecen hablar los condenados de la tierra. Sus canciones, de cadencia hipn¨®tica y ralentizada, llevan un eco de ruinas, como salidas de entre los escombros de la historia. El tema Nuestro peso en petr¨®leo
que abre Failing songs, el ¨²ltimo disco de Elliott, y con el que comenz¨® su concierto en la Fundaci¨®n Caixa Galicia de A Coru?a el pasado viernes, se encadena a los versos de Chains: "Aunque nuestras cadenas sean de oro / siguen siendo cadenas".
La presencia esc¨¦nica de Matt Elliott se corresponde con la claustrofobia que desprende su m¨²sica. Espectral, de estatura imponente, silencioso, Elliott apenas interaccion¨® con la audiencia que llenaba el auditorio coru?¨¦s. Una guitarra de palo, otra el¨¦ctrica, dos flautas y una colecci¨®n de pedales que le serv¨ªan para construir las canciones en directo, formaban la indumentaria instrumental con la que desgran¨® casi al completo su trabajo de 2006, Failing songs. En la mitad del camino que une a los valses heridos de Leonard Cohen con los aires orientales de Dead Can Dance, Matt Elliott jug¨® a la hipnosis mediante un sobrecogedor ensamblaje de cuerdas y voces que fij¨® la atenci¨®n espectante del p¨²blico.
Elliott procede de la escena electr¨®nica de Bristol, en Inglaterra, donde capitane¨® a finales de los noventa la m¨ªtica banda de jungle The Third Eye Foundation. Pero de aquella experiencia no queda rastro en su propuesta actual. Folclore ac¨²stico y politizado -Elliott arremete en las entrevistas contra el Gobierno de Tony Blair y dedica Failing songs a "Jean-Charles Menezes y a todas las v¨ªctimas inocentes de la 'guerra del terror"-, que utiliza la tecnolog¨ªa en favor de la expresividad y no como bagatela posmoderna, la m¨²sica de Matt Elliott remite a una especie de letan¨ªa ahumada por un mundo a la deriva.
Ensamblaje electr¨®nico
Si Neil Young explicaba que las cien personas del coro de su elep¨¦ Living with war eran toda la humanidad cantando contra George W. Bush, en los lamentos doblados electr¨®nicamente de Matt Elliott tambi¨¦n viajan los silenciados del siglo XX. Es el de Elliott un sonido enrarecido y aterrador, que a veces puede remitir a la garganta ancestral de la cantante de origen armenio Diamanda Gal¨¤s y que ilustra su dura mirada sobre la marcha del planeta.
De telonero de Elliott ofici¨® Manyfingers. Empe?ado en una m¨²sica electr¨®nica de texturas y colaborador habitual del autor de Drinking songs (2005), Manyfingers mostr¨® desde las tablas el proceso de ensamblaje en el que se basa su m¨²sica. Casi siempre a partir de una l¨ªnea sencilla de piano, el de Bristol iba sobreponiendo otras melod¨ªas e instrumentos que llegaban hasta la bater¨ªa. La f¨®rmula, que de entrada sorprendi¨® a una parte del respetable, termin¨® escorada hacia la monoton¨ªa.
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