"?Me va a ense?ar usted a meter goles?"
Ex compa?eros del 'dream team' del Bar?a y rivales recuerdan a Romario, a un gol de los 1.000, como un genio singular
Romario da Souza Faria aguardaba en el viejo t¨²nel de vestuarios del Camp Nou su estreno oficial con el Barcelona. Zubizarreta, el portero al que Romario llamaba de usted, siempre atento y protector, le busc¨® y le encontr¨®. Como siempre, estaba el ¨²ltimo en la fila, camino del campo, para enfrentarse a la Real Sociedad el 5 de septiembre de 1993 en el primer partido de la Liga. Se acerc¨® el veterano al debutante para hablarle de Alberto, el guardameta rival.
Eusebio: "En el juego, no dudaba. Cuando se perfilaba, sab¨ªa qu¨¦ iba a hacer y c¨®mo hacerlo"
L¨®pez: "Te hac¨ªa creer que no era su d¨ªa. Y en un segundo se presentaba con el bal¨®n y la liaba"
"Va bien en el uno contra uno. Le gusta salir. Es as¨ª y as¨¢", le explic¨® tratando de prevenirle. Romario, gordito, menudo, levant¨® su cara morena, le mir¨® con sus ojos inyectados en sangre y le pregunt¨® desafiante: "?Me va a ense?ar usted a meter goles?". Aquella tarde meti¨® tres. En aquella Liga, 30, los que prometi¨® al llegar.
A los 41 a?os, Romario jug¨® la pasada madrugada con el Vasco da Gama contra el Flamengo en Maracan¨¢. Si lograba dos goles, llegar¨ªa a los 1.000. Su equipo gan¨® por 3-0, pero ¨¦l s¨®lo marc¨® uno, el ¨²ltimo. El presidente de Brasil, Lula da Silva, y Pel¨¦ estaban en el palco. Romario lo ten¨ªa muy claro. "Los meto y un minuto despu¨¦s dejo el f¨²tbol", confes¨® a un amigo catal¨¢n. Centrado como nunca, vive dedicado a sus hijos -tiene cuatro- y muy especialmente a Ivy, la peque?a, de dos a?os, con s¨ªndrome de Down.
Romario ha firmado un contrato millonario con una cadena de televisi¨®n con la que colaborar¨¢ inmediatamente despu¨¦s de colgar las botas. Su primer proyecto es una serie de entrevistas con futbolistas brasile?os que viven en Europa. Ronaldinho le espera en junio en Barcelona, una ciudad que le cambi¨® la vida amargado como estaba en Eindhoven, una peque?a ciudad al sur de Holanda, donde era tan famoso por sus escapadas nocturnas a Amsterdam y sus retrasos al regresar de las vacaciones en Brasil como por su facilidad realizadora: fue m¨¢ximo goleador en 1989. A punto de tirar la toalla y marcharse a M¨¦xico, alejado de la selecci¨®n canarinha por culpa de su eterna enemistad con Mario Zagalo, Johan Cruyff le rescat¨® para el f¨²tbol. "Es un jugador genial. No hemos visto antes nada como ¨¦l", avis¨®. "Romario es capaz de generar peligro en una baldosa", anunci¨®. El 17 de julio fich¨® por el Barcelona. Por la ma?ana fue a misa; por la tarde, a los toros. Pocos d¨ªas despu¨¦s volvi¨® a Holanda vestido de azulgrana para jugar 14 bolos de pretemporada en los que meti¨® 14 goles. Nada volver¨ªa a ser igual.
"En Holanda descubrimos que era un tipo especial. Apenas hablaba, se re¨ªa bastante, pero era bueno, muy bueno", asegura Txiki Begiristain, que le recuerda especialmente el partido que cerr¨® la pretemporada en suelo holand¨¦s aquel verano. "Jugamos en el Ol¨ªmpico de Amsterdam contra el Ajax de Van Gaal. Ganamos por 4-2. Romario meti¨® dos tantos. Nos dej¨® alucinados", asegura. Aquel d¨ªa, Frank Rijkaard jugaba en el Ajax. "Romario es un jugador irrepetible que hac¨ªa las cosas de manera muy elegante. Que siga metiendo goles a sus a?os es digno de elogio y demuestra que disfruta haci¨¦ndolo", apunta el actual t¨¦cnico del Barcelona.
"Era genial, diferente de cualquiera", comenta Jos¨¦ Mari Bakero al recordar a Romario, que jug¨® 46 partidos de la Liga y 15 de la Copa de Europa con el Bar?a y marc¨® 39 goles. Y explica: "Romario se mov¨ªa por instinto dentro y fuera del campo". Asegura que le vio llegar al vestuario antes de alg¨²n partido diciendo: "Tranquilos, hoy meto dos goles'. "Y los met¨ªa. Y te sent¨ªas muy poca cosa porque t¨², por mucho que quisieras, eras incapaz de convertir en realidad tu voluntad como hac¨ªa ¨¦l", corrobora el ex entrenador de la Real Sociedad. "Era directo en el juego y en la vida", afirma Eusebio Sacrist¨¢n. "En el juego, no dudaba. Cuando se perfilaba, sab¨ªa qu¨¦ iba a hacer y c¨®mo hacerlo. Y en la vida, igual. Era muy directo. Hablaba poco y muy claro siempre", dice el ahora ayudante de Rijkaard.
"Cuando ten¨ªa el d¨ªa, era imparable", reconoce Hristo Stoichkov. "Seg¨²n se levantaba de la cama, sab¨ªas c¨®mo iba a ir el partido", confiesa el que fue su mejor amigo en el vestuario azulgrana. Stoichkov estaba en Valladolid la noche del 19 de febrero de 1994. Aquel d¨ªa, Romario, que sol¨ªa ser el ¨²ltimo en bajar a desayunar y el primero en irse, fue el primero en aparecer en la puerta del comedor. Un empleado del club, sorprendido, le pregunt¨® qu¨¦ pasaba. "Llueve. ?D¨®nde est¨¢ Cruyff?". S¨ª, efectivamente, llov¨ªa. A mares. Se lo reconoci¨® el empleado, que no entend¨ªa nada. Romario se explic¨®. "Pues que Cruyff pensar¨¢ que, como soy de R¨ªo de Janeiro, no s¨¦ jugar con lluvia. Y en Brasil tambi¨¦n llueve. He de hablar con ¨¦l antes de que haga el equipo". Aquel d¨ªa, Romario ten¨ªa ganas de jugar y no se hubiera perdido por nada del mundo aquella cita. Sobre un barrizal dio una exhibici¨®n. Gan¨® el Bar?a, que jug¨® con diez por expulsi¨®n de Zubi desde el minuto 17. A Romario le hicieron la falta y el penalti que transform¨® Koeman. El tercero lo firm¨® el baixinho. Un golazo. "La gente recuerda el d¨ªa del Madrid, el partido contra el Atl¨¦tico... Yo no he olvidado aqu¨¦l", rememora Jon Andoni Goikoetxea, hoy segundo de Ziganda en el banquillo de Osasuna. Seg¨²n Sergi Barju¨¢n, "le ve¨ªas venir": "Aparec¨ªa por la puerta del vestuario y, seg¨²n la cara, ya sab¨ªas qu¨¦ humor ten¨ªa".
"En el campo sab¨ªas cu¨¢ndo quer¨ªa la pelota", recuerda Guardiola. "Si se pon¨ªa de perfil, te la estaba pidiendo", sostiene el mediocentro de aquel equipo. Debe de ser cierto que le entend¨ªa s¨®lo con ver c¨®mo se posicionaba. Alguno de los goles m¨¢s inolvidables de Romario -el de la cola de vaca con el madridista Alkorta enfrente, el que le meti¨® al Atl¨¦tico, otro a la Real...- fueron pases de Guardiola. "Simplemente, esperaba mi momento", reconoc¨ªa siempre el delantero sobre su estilo de juego. "Era desesperante", asegura L¨®pez, central del Atl¨¦tico en aquel curso: "Te hac¨ªa creer que no estaba, que no era su d¨ªa, que el partido no iba con ¨¦l. Y en un segundo se presentaba con el bal¨®n y la liaba". Soloz¨¢bal, compa?ero de l¨ªnea, lo explica as¨ª: "Estoy seguro de que su cabeza le daba vueltas a todo, que iba a mil, pero parec¨ªa todo lo contrario. Casi siempre estaba parado, relajado. Eso no te facilitaba estar en tensi¨®n". Y concluye: "He visto decenas de jugadas en las que ninguno de sus oponentes comet¨ªa un error y la jugada terminaba en gol". "Si se escapaba con la pelota en velocidad, s¨®lo pod¨ªas rezar", confirma Ronald Koeman, que le tuvo de compa?ero en el Barcelona y de rival con la selecci¨®n de Holanda en el Mundial de Estados Unidos. Gan¨® Brasil. "El problema es que no hab¨ªa una f¨®rmula concreta de marcarle. Hicieras lo que hicieras, dos veces se te iba", opina.
"Tiene un don", le reconoce Carles Rexach: "?Sabe lo dif¨ªcil que es meter goles? Pues ¨¦l lleva mil. Y tiene m¨¦rito porque, si no te gusta jugar al f¨²tbol, a los 41 a?os est¨¢s en tu casa", ahonda una persona que se retir¨® a los 37. Charly, mano derecha de Cruyff durante el inolvidable paso de Romario por el Barcelona, sabe que lo suyo tiene un truco: "Otros necesitan una plaza de toros para encontrar el camino del gol. ?l, medio metro. Y adem¨¢s, lo hace bonito". Rexach insiste: "Futbol¨ªsticamente, Romario es de lo m¨¢s grande que he visto. Pocos han conjugado as¨ª la velocidad mental con la de ejecuci¨®n".
"Yo creo que por eso me ped¨ªa pantalones tan grandes. Para esconder las piernas y no ense?ar a los rivales cu¨¢ndo se pon¨ªa en funcionamiento", bromea Chema Corbella, m¨ªtico delegado del Barcelona. El responsable de material del vestuario azulgrana es se?alado como una de las personas con las que m¨¢s se re¨ªa Romario, especialmente en los d¨ªas de partido. "Sol¨ªa estar de muy buen humor. Nunca le vi preocupado antes de jugar", subraya Corbella, que cada vez que pasa por la capilla del Estadi, en el t¨²nel de vestuarios, parece estar viendo a Romario, aquel futbolista que siempre le hablaba de coches y de chicas, arrodillado ante la Moreneta. Luego, Romario se santiguaba tres veces, besaba el c¨¦sped antes de pisarlo con el pie derecho y... a meter goles.
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