El tercer hombre de Francia
?Debemos observar la campa?a de las elecciones a la presidencia francesa con admiraci¨®n o con alarma? ?O tal vez con un poco de ambas cosas? Es, sin duda, un gran "espect¨¢culo", con todos los ingredientes de una superproducci¨®n de Hollywood, incluido el golpe de efecto sorprendente: la aparici¨®n del "tercer hombre", Fran?ois Bayrou.
Aunque sigue siendo poco probable que obtenga la victoria, Bayrou se ha convertido en alguien a quien hay que tomar en serio. Ante todo, en S¨¦gol¨¨ne Royal y Nicolas Sarkozy ha dado con dos extraordinarios portavoces para su candidatura. Cuanto m¨¢s vuelve Royal al "clasicismo" del Partido Socialista, y m¨¢s abiertamente coquetea Sarkozy con la extrema derecha, m¨¢s sube la popularidad de Bayrou. Es m¨¢s, las dudas persistentes sobre la competencia de Royal y el car¨¢cter de Sarkozy son las razones fundamentales de su espectacular ascenso en los sondeos de opini¨®n.
Pocos estaban preparados para prever el maremoto pac¨ªfico que representar¨ªa para la pol¨ªtica una victoria de Bayrou
La segunda raz¨®n de la extraordinaria subida de Bayrou no es tanto cuesti¨®n de personalidades como del estado de ¨¢nimo nacional en Francia. Precisamente el factor que llev¨® a una mayor¨ªa de franceses a decir no en el refer¨¦ndum sobre el proyecto de Tratado Constitucional de la Uni¨®n Europea, en mayo de 2005, puede impulsar ahora el voto en favor de Bayrou, el m¨¢s pro-europeo de todos los candidatos.
?Por qu¨¦ esta paradoja? Una votaci¨®n que significaba decir no al Tratado Constitucional en 2005 significa hoy decir no a los l¨ªderes de la izquierda y la derecha francesas. En las elecciones presidenciales de 2002, la frustraci¨®n con el sistema aliment¨® un fuerte respaldo a los extremismos, hasta el punto de que Jean-Marie Le Pen, el l¨ªder de la extrema derecha, logr¨® pasar a la segunda vuelta. En 2007, en cambio -y ¨¦ste es un verdadero avance-, un gran sector de la poblaci¨®n francesa expresa su frustraci¨®n con el sistema mediante la tentaci¨®n de votar por "el extremo centro", es decir, Bayrou.
Bayrou lleva mucho tiempo en pol¨ªtica y fue candidato presidencial en 2002. Pero, aunque su legado como ministro de Educaci¨®n no es demasiado impresionante, en los ¨²ltimos meses ha conseguido reinventar su imagen y convertirse en el "hombre nuevo" de la pol¨ªtica francesa. Inspira m¨¢s confianza que Sarkozy y parece m¨¢s competente que Royal. En circunstancias normales, eso no ser¨ªa suficiente para Bayrou, pero hoy, en ambos lados del espectro pol¨ªtico, los adversarios de los principales candidatos parecen dispuestos a unir fuerzas con ¨¦l y traicionar a sus respectivos campos.
Lo que da a Bayrou tantas posibilidades es que las reservas que despiertan en muchos los dos grandes candidatos est¨¢n influyendo en los c¨¢lculos que hacen militantes y pol¨ªticos. En el bando conservador, Jacques Chirac apoya oficialmente a Sarkozy, pero es posible que, en secreto, anime a sus seguidores m¨¢s leales a votar por Bayrou, pese a que los dos no se pueden ver. En la izquierda, el ala socialdem¨®crata del Partido Socialista, que respald¨® a Dominique Strauss-Kahn frente a Royal, puede tener tambi¨¦n la tentaci¨®n de alinearse con Bayrou ante la perspectiva de una alianza post-electoral entre el centro-izquierda y el centro-derecha.
No obstante, los sondeos muestran que una gran parte del electorado sigue a¨²n indecisa, sobre todo entre los partidarios de Bayrou. As¨ª que es demasiado pronto para saber si pasar¨¢ a la segunda vuelta. Eso s¨ª, si lo consigue, seguramente ser¨ªa irresistible.
Una victoria de Bayrou, que es poco probable pero no imposible, constituir¨ªa una triple revoluci¨®n. Supondr¨ªa el fin del Partido Socialista creado por Fran?ois Mitterrand. Tras la humillante derrota de Lionel Jospin en 2002, los socialistas no podr¨ªan sobrevivir si, por segunda vez consecutiva, no lograsen alcanzar la segunda vuelta.
Adem¨¢s, la victoria de Bayrou podr¨ªa significar el fin del partido conservador creado por Chirac y de la Quinta Rep¨²blica de Charles de Gaulle. Ahora bien, el legado de De Gaulle, seguramente, desaparecer¨ªa poco a poco, y la nostalgia de Mitterrand y Chirac podr¨ªa resultar muy tentadora para un pueblo desencantado del sistema pol¨ªtico pero deseoso de que le tranquilicen. Francia quiere la fantas¨ªa del cambio, pero ?ser¨¢ la continuidad lo que verdaderamente desea?
Por ¨²ltimo, aunque se esperaba que estas elecciones dieran paso a una nueva generaci¨®n de pol¨ªticos, pocos estaban preparados para prever el maremoto pac¨ªfico que representar¨ªa para la pol¨ªtica una victoria de Bayrou. Y, sin embargo, ¨¦se ser¨ªa el resultado si la fuerza centr¨ªpeta acaba siendo tan irresistible para algunos segmentos del Partido Socialista y los conservadores como parece en estos momentos.
Francia es un pa¨ªs maravillosamente parad¨®jico, por lo que la b¨²squeda de la novedad, e incluso la modernidad, podr¨ªa desembocar en la reinvenci¨®n de la Cuarta Rep¨²blica, un r¨¦gimen parlamentario que se caracteriz¨® por su debilidad y su inestabilidad. Eso depender¨¢, en parte, de que la imagen de Sarkozy como candidato de riesgo tenga m¨¢s peso, o no, que el genuino riesgo institucional que representa Bayrou.
Hoy, Francia tiene quiz¨¢ una presencia menor en el mundo que hace 12 a?os, cuando lleg¨® Jacques Chirac al poder, sobre todo desde el rechazo al Tratado Constitucional en 2005. Sin embargo, el inter¨¦s del mundo por la campa?a presidencial francesa es mayor que nunca y s¨®lo puede compararse con la atenci¨®n que suscit¨® la elecci¨®n de Mitterrand en 1981.
Pueden cambiar muchas cosas en las semanas que quedan hasta la primera vuelta de las presidenciales. Pero la campa?a se ha convertido en una cuesti¨®n de n¨²meros: ?enterrar¨¢ el "tercer hombre" a la Quinta Rep¨²blica?
Dominique Moisi, fundador y consejero principal en IFRI (Instituto Franc¨¦s de Relaciones Internacionales), es en la actualidad profesor en el Colegio de Europa de Natolin, Varsovia. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia. ? Project Syndicate, 2007. www.project-syndicate.org
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