La leyenda de John Balan, el tocador de puertas
El Ayuntamiento de Pontevedra rinde homenaje a 40 a?os de trayectoria art¨ªstica de un "pontevedr¨¦s de Mar¨ªn"
Entraba en un bar, pegaba su espalda a la puerta y mientras templaba sus nudillos cual baquetas pasmaba al personal con un grave: "?Cuidado, forastero!". John Balan, el "tocador de puertas" de O Seixo (Mar¨ªn), sin sombrero vaquero pero con el sentido del humor intacto, recibi¨® ayer en la Casa das Camp¨¢s de Pontevedra un homenaje por su singular trayectoria art¨ªstica que, tras 40 a?os, se ha visto truncada en por problemas de salud.
El alcalde Miguel Anxo Fern¨¢ndez Lores, acompa?ado por los portavoces municipales, hizo entrega de una placa conmemorativa a este "pontevedr¨¦s de Mar¨ªn o marinense de Pontevedra", en palabras del regidor municipal. Lores record¨® c¨®mo algunos empezaron a conocer a Manuel Outeda, el hombre orquesta, por el "famoso" espect¨¢culo que ofrec¨ªa a los pasajeros "del troleb¨²s de entonces", en el trayecto que un¨ªa ambas ciudades. "Le alegr¨® la vida durante mucho tiempo a mucha gente", apunt¨® Lores.
"No pensaba llegar a tanto", reconoc¨ªa un Balan emocionado al recordar su paso por la televisi¨®n junto a Jos¨¦ Mar¨ªa ??igo, Juanito Navarro o Fernando Esteso, que le llev¨®, incluso, a conocer los Estados Unidos, donde tambi¨¦n rod¨® varias escenas. Una vida que ¨¦l mismo tild¨® de "bohemia", "muy esclava". La falta de recursos no lleg¨® nunca a quebrantar un esp¨ªritu art¨ªstico que se nutr¨ªa de los aplausos. "Es lo m¨¢s importante, algo espont¨¢neo, una alegr¨ªa que dura casi toda la vida y queda en el coraz¨®n". Balan explic¨® que nunca le pagaron m¨¢s de 30.000 pesetas, salvo en Foz, donde le dieron 85.000. "Aunque muchas veces trabaj¨¦ gratis", matiz¨®.
El marinense de 72 a?os tuvo palabras tambi¨¦n de agradecimiento para las monjas de su asilo y, aunque la nostalgia de su vida profesional asom¨® a lo largo del acto, declin¨® la petici¨®n de un asistente de interpretar uno de sus guiones "improvisados", al entender que sus capacidades mermadas por una trombosis no permitir¨ªan un buen espect¨¢culo. "Lo siento, tengo la garganta estropeada", lament¨® con toda dignidad.
Balan hizo un repaso por su trayectoria desde que "iba corriendo de Seixo a Mar¨ªn descalzo y con los zapatos debajo del brazo" para actuar. Rememor¨® tambi¨¦n su paso por Pontevedra, donde era un habitual del Carabela, el Pasaxe, el Savoy o el Moderno. De all¨ª se fue al cabar¨¦ de Caldas de Reis y un concejal le ofreci¨® actuar en una obra de teatro llamada La muerte es inoxidable, que m¨¢s tarde se sumar¨ªa a otros de sus t¨ªtulos como ?Qui¨¦n rob¨® las peras del cementerio? o Calzoncillos de manga larga.
De Caldas puso rumbo a Santiago. All¨ª, el due?o de una tasca le propuso dejar la far¨¢ndula para ir a trabajar sus tierras a cambio de sustento. El bueno de Balan le contest¨®: "No puedo, no soy de ese tema porque yo nac¨ª un domingo". De A Coru?a record¨® su paso por las r¨²as del Cant¨®n, Galeras o A Estrela, donde un tipo muy pintado le sugiri¨® ir a Madrid a ver a Ces¨¢reo Gonz¨¢lez, productor por aquel entonces de las obras de Joselito o Sarita Montiel. Se plantaron en la capital y, aunque el encuentro se frustr¨®, Balan se qued¨® all¨ª, "todo triste y preocupado". "Hasta que fui a dar a un bar del casco antiguo". Sac¨® su peque?a pistola forrada de zinc y ante el pasmo de los presentes dijo: "?Manos arriba, que nadie se mueva!". Entonces, un se?or se le encar¨®: "M¨¢s alto que t¨² soy yo, as¨ª que acomp¨¢?ame". Era un polic¨ªa que lo hubiese llevado a comisar¨ªa, de no ser por un hombre que le explic¨® que se trataba del m¨ªtico Balan.
El hombre orquesta, que comparti¨® mesa y mantel ayer con los portavoces de la corporaci¨®n de Pontevedra, se calz¨® sus gafas de sol ahumadas al m¨¢s puro estilo Burt Reynolds y se despidi¨® con un "que trabaj¨¦is poco y cobr¨¦is mucho".
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