Un aut¨¦ntico problema
Por fin las discusiones preelectorales municipales plantean una cuesti¨®n esencial, de alcance, en la que est¨¢n implicados un ministerio (Fomento), un ayuntamiento (C¨¢diz), y dos grandes partidos, el PSOE y el PP, que debaten con fervor el nombre de un puente. Lo m¨¢s espiritual del caso es que el puente no existe, no ha empezado a construirse, ni siquiera se ha firmado el contrato con la constructora que lo levantar¨¢. Pero altas autoridades han presentado o inaugurado maquetas, el Ayuntamiento de C¨¢diz ha extendido pancartas publicitarias, y ahora PSOE y PP celebran un debate imprescindible, encarnizado, a prop¨®sito de c¨®mo se llamar¨¢ el nuevo puente sobre la Bah¨ªa de C¨¢diz. El PSOE quiere llamarlo Puente de la Pepa; el PP, Puente de la Constituci¨®n de 1812.
Aunque las diferencias parecen insalvables, dada la radical disparidad de criterios entre populares y socialistas, PP y PSOE est¨¢n absolutamente de acuerdo, si pensamos que la Pepa y la Constituci¨®n de 1812 son exactamente lo mismo: la Constituci¨®n de 1812. Socialistas y populares est¨¢n planteando, en la pr¨¢ctica, un problema tradicional de la filosof¨ªa del lenguaje: ?pueden dos expresiones distintas significar exactamente igual? La Pepa es la Constituci¨®n promulgada en C¨¢diz el d¨ªa de San Jos¨¦ de 1812, y Pepa y Constituci¨®n de 1812 parecen expresiones equivalentes, id¨¦nticas, sin¨®nimas. Pero para decir que dos frases son sin¨®nimas, los hablantes deber¨ªan estar dispuestos a reemplazar una por otra (como ocurre, m¨¢s o menos, con "anduvimos tres kil¨®metros" y "caminamos 3.000 metros"), y ni PP ni PSOE se muestran dispuestos a intercambiar la Pepa por la Constituci¨®n de 1812, o al rev¨¦s.
Y, si nos fijamos, las dos expresiones hacen referencia a lo mismo, pero son diferentes. Decir "la Constituci¨®n de 1812 es llamada Constituci¨®n de 1812" resulta una repetici¨®n innecesaria, una trivialidad que no nos hace saber nada nuevo. Decir "la Constituci¨®n de 1812 es llamada la Pepa" a?ade algo, quiz¨¢ nos ense?a algo, puesto que hay quien no sabe qu¨¦ es la Pepa. As¨ª que existe alguna diferencia entre las dos expresiones. Las palabras contienen asociaciones sentimentales, y la Pepa parece una expresi¨®n m¨¢s de masas, m¨¢s del pueblo, por decirlo as¨ª, aunque el pueblo, o lo que as¨ª suele llamarse, poco intervino en las Cortes de C¨¢diz, y cont¨® poco en aquel glorioso intento de liquidar el feudalismo y cimentar econ¨®mica y jur¨ªdicamente un nuevo Estado liberal.
Mientras el PSOE gaditano y la ministra socialista de Fomento, Magdalena ?lvarez, quieren un puente con nombre que transmita las emociones que los socialistas sienten al pensar en la Constituci¨®n de 1812 o en la Pepa, el Ayuntamiento y su alcaldesa, Te¨®fila Mart¨ªnez, del PP, defienden la etiqueta m¨¢s neutra y general de Puente de la Constituci¨®n de 1812. Los argumentos de unos y otros tambi¨¦n difieren, seg¨²n informaba el viernes en estas p¨¢ginas Pedro Espinosa: la alcaldesa apela a un acuerdo del Consistorio gaditano sobre la denominaci¨®n. El concejal socialista Juan Ortu?o ofrece una raz¨®n rotunda, muy de nuestro tiempo o muy de toda la vida: el puente se llama la Pepa, tal como eligi¨® el Ministerio de Fomento, "que es quien paga la obra". A esto podr¨ªamos llamarle fundamentaci¨®n econ¨®mica de la legitimidad y la autoridad.
El caso es que el puente todav¨ªa no se llama de ninguna manera porque ni existe, ni est¨¢ en construcci¨®n. "El puente que nos une" es el lema publicitario del Ayuntamiento de C¨¢diz, y es verdad que el puente de C¨¢diz ha reunido al PP y al PSOE en un debate filos¨®fico centenario sobre el significado de las expresiones ling¨¹¨ªsticas, es decir, los ha unido tajantemente separados, los del PP con los del PP, los del PSOE con los del PSOE, unos contra otros, todos peleando para decir lo mismo de distinta forma. Lo penoso es que, una vez que se disputa por un mero y banal asunto de palabras, ya cuesta salir de la trifulca, porque hay que justificar las energ¨ªas gastadas, y empe?amos m¨¢s energ¨ªas en seguir discutiendo tonter¨ªas con la pasi¨®n con que se enfrentaron liberales y absolutistas en las Cortes de C¨¢diz de 1812. (Entre par¨¦ntesis: ?prohibir¨¢ la legislaci¨®n alguna vez los esl¨®ganes de propaganda partidaria encubierta en la publicidad institucional?)
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Obras municipales
- Opini¨®n
- Constituci¨®n 1812
- VIII Legislatura Espa?a
- Ministerio de Fomento
- C¨¢diz
- Provincia C¨¢diz
- PP
- Ayuntamientos
- Administraci¨®n local
- PSOE
- Legislaturas pol¨ªticas
- Ministerios
- Pol¨ªtica municipal
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Historia contempor¨¢nea
- Andaluc¨ªa
- Gobierno
- Historia
- Espa?a
- Administraci¨®n Estado
- Partidos pol¨ªticos
- Urbanismo
- Pol¨ªtica
- Administraci¨®n p¨²blica