Tiempo de PPnitencia
A principios de abril del desdichado 2003, Occidente hall¨® una v¨¢lvula de escape a su mala conciencia mientras sobre Bagdad ca¨ªan a diario un promedio de 3.000 toneladas de bombas. El ni?o Al¨ª Ismail Abbas, de 12 a?os, que se qued¨® sin brazos y sin familia a causa de un misil invasor, tuvo el pat¨¦tico honor de recibir nuestras caridades ?recordemos que el Gobierno de Aznar nos hab¨ªa metido all¨ª; a pesar de la mayor¨ªa de nosotros, pero all¨ª est¨¢bamos?, nuestras babas solidarias y las visitas de nuestros periodistas, los enviados especiales occidentales, incrustados o no en lo que tal vez Gustavo de Ar¨ªstegui, refinado driblador de responsabilidades mediante el uso inmoral del idioma, bien podr¨ªa llamar "el equipo visitante".
Cuatro a?os de v¨®mitos sobre el horror desencadenado, y tambi¨¦n de l¨¢grimas, no deber¨ªan hacer que olvidemos las artima?as utilizadas por los se?ores de esta guerra, entre las que se contaron campa?as como la que, con Kuwait a la cabeza y con el fan¨¢tico primer ministro brit¨¢nico chupando c¨¢mara desde Londres, hizo de Al¨ª un receptor de bienes y puso los mejores hospitales a su disposici¨®n, adue?¨¢ndose de su tragedia, utiliz¨¢ndola en provecho de los agresores. Nos ¨ªbamos sintiendo mejor conforme el ni?o recib¨ªa m¨¢s y m¨¢s muestras de afecto y de ?arrepentimiento? No, nunca hubo contrici¨®n en los verdugos, ni siquiera ahora la hay. Como mucho, resquemor por haber usado un mal m¨¦todo en la posguerra: aunque yo creo que no se equivocaron, que el objetivo deliberado e inmediato, convertir Irak en un caos y en un bot¨ªn para las empresas privadas de seguridad y otros negocios cercanos a los c¨ªrculos del poder, eso se ha conseguido plenamente.
Pobre Al¨ª, objeto de detalles cari?osos dignos de un cuento de hadas: Schwarzenegger, el hombre de Bush Jr. en Hollywood, encabez¨® una colecta a su favor, con Angelina Jolie pasando el sombrero (Tim Robbins y Susan Sarandon no entraron en el asunto: se encontraban ya en las listas negras), y ahora existe incluso una fundaci¨®n que lleva su nombre, el del ni?o. Caridad: m¨ªrales a la cara y esc¨²peles, porque en tu nombre se han escondido las otras atrocidades, la desaparici¨®n de m¨¦dicos y maestros, el exterminio de la educaci¨®n y la civilizaci¨®n ?la suya, que la ten¨ªan; no la nuestra, cuyo lado m¨¢s oscuro ya vemos ad¨®nde conduce: a multiplicar al qaedas y a justificar enloquecidas yihads? y la irremisible p¨¦rdida de Oriente Pr¨®ximo en el bols¨®n sin fondo del infierno.
Hubo m¨¢s indecencias, m¨¢s mochilas-trampa utilizadas para entretenernos. La obscena baraja con los rostros de los m¨¢s buscados, mostrada con repugnante frivolidad por los militares que se pavoneaban de sus capturas. El falso rescate de una no menos falsa hero¨ªna, Jessica Lynch, la soldado que acab¨® confes¨¢ndolo todo y ganando dinero por ello, gracias a su libro mea culpa.
Cuando las cortinas de humo empezaron a rasgarse, otras llamas nos quemaron las pesta?as. Abu Ghraib, Guant¨¢namo, los secuestros de ciudadanos perpetrados por la CIA y la aceptaci¨®n con naturalidad de la tortura, de la p¨¦rdida de derechos. Esa trastienda que hoy empezamos a conocer es la verdadera raz¨®n de la guerra de Irak, que no es la ¨²ltima ni la ¨²nica guerra, ni tiene un mismo estilo ?pregunten a los cientos de esp¨ªas estadounidenses e israel¨ªes desperdigados por Ir¨¢n, por L¨ªbano?; ni siquiera su petr¨®leo ni los ping¨¹es ingresos generados por la inseguridad / seguridad son el motivo de tanta crueldad. Es el fin de las libertades lo que se persigue. El retorno a los estados policiales (quiz¨¢ el de los Pili y Mili ?o polimilis? polacos sea el paradigma), las prisiones internacionales y los duty free de la tortura.
Lo llaman guerra contra el terrorismo. Llegados a este cuarto aniversario, tienen que pedir perd¨®n a mucha gente, empezando por los iraqu¨ªes, y desde luego tambi¨¦n a los palestinos, y a los ¨¢rabes moderados, y a los laicos e incluso ateos, que los hay. Y aqu¨ª, en Espa?a, Aznar y su banda deber¨ªan, ya que son tan cat¨®licos, hacerse unos kil¨®metros, de rodillas, por Semana Santa.
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