Zaplana ten¨ªa que ser

Menudo ministro

Hay pocos antecedentes de pol¨ªticos que produzcan m¨¢s hilaridad cuanto m¨¢s serios se ponen. Es una de las virtudes no menores de Eduardo Zaplana, pero no piense el lector que es la ¨²nica. Tambi¨¦n tiene una habilidad especial para conseguir que amigos y empresarios se retracten de testimonios en los que se le imputan muy feos asuntos. Pero tampoco basta con eso. Ahora sabemos tambi¨¦n que en su muy autopromocionada etapa como ?ministro de Trabajo! endosaba facturas sin justificar a cuenta de sus afanes viajeros en jets privados, actividad de altos vuelos que no desde?aba simultanear con la presentaci¨®n de facturas en otros gastos, como paquetitos de chicles, danoninos, galletitas saladas, cereales, champi?ones, lentejas y membrillos. Se ve que, como a Esperanza Aguirre, el sueldo no le da para comer. Para evitar ese rid¨ªculo racaneo a cargo del contribuyente le habr¨ªa bastado con no molestarse en conservar esas facturas o en ordenar que no se pasaran al cobro. Pero no. Como es de la estirpe de aquel Conejero que sufrimos al frente de Teatres de la Generalitat, hemos de cubrir todos sus gastos a cambio de la gesti¨®n de Terra M¨ªtica, por ejemplo.

Otro que tal

Precisamente quien tanto contribuy¨® a lanzar a Zaplana a la fama internacional, Rafael Blasco, se dispone ahora como consejero de Sanidad a fundirse m¨¢s de tres millones de euros en su autopromoci¨®n al frente de la sanidad p¨²blica. Podr¨ªa sugerirse que est¨¢ de m¨¢s publicitar las funciones de ese departamento, ya que casi todo el mundo est¨¢ afiliado y que, por otra parte, ser¨ªa exagerado afirmar que funciona de maravilla, para a?adir que la mejor publicidad consistir¨ªa en su buen funcionamiento. Nos ahorrar¨ªamos as¨ª las dign¨ªsimas manifestaciones de m¨¦dicos de atenci¨®n primaria por disponer de un m¨ªnimo de diez minutos por paciente, las quejas fundamentad¨ªsimas de los MIR, las listas de espera tanto para diagn¨®stico como para intervenciones y otras minucias engorrosas de un servicio que, pese a la entrega de los profesionales, funciona a medio gas, cuando funciona.

Altea, Altea

Conoc¨ª muy bien Altea en 1975, cuando ¨¦ramos m¨¢s j¨®venes y m¨¢s felices, en un verano inolvidable con Josep-Vicent Marqu¨¦s y Celia Amor¨®s, Joaqu¨ªn Leguina y Ani Amor¨®s, reci¨¦n escapados del Chile de entonces, Dolores Aparisi y Miguel Dom¨¦nech, entre otras muchas visitas de fin de semana que se dejaban caer por all¨ª. Baj¨¢bamos a la playa de buena ma?ana, com¨ªamos a muy buen precio arroces exquisitos en un merendero de Cap Negret, las tardes las dedic¨¢bamos a trabajar y las noches a charlar tranquilamente o a pasear. Nada de todo aquello existe ya, pero sobre todo, permaneciendo todav¨ªa las personas que all¨ª fuimos tan felices, da cierta rabia comprobar que el entorno que tanto frecuentamos ha sido barrido del mapa para nada.

Cesta de la compra

La econom¨ªa ir¨¢ todo lo bien que quiera el gobierno socialista y los analistas, sobre todo para la gran banca, con unos beneficios que dan p¨¢nico (y todo por gestionar nuestro dinero) y para muchas empresas que, seg¨²n la informaci¨®n econ¨®mica de la prensa, obtienen ganancias superiores en un treinta por ciento a las del ejercicio anterior. Otra cosa es ir al supermercado a hacer la compra, donde cuatro manzanas vienen a costar casi cuatrocientas pelas de las de antes, a cien pelas por manzana, y donde cada patata de calidad mediana te sale por unas veinticinco. Por menos de cien euros no consigues la compra de la semana, y eso ajustando el presupuesto, mientras que los restaurantes de paso que hace un a?o ofrec¨ªan men¨²s a seis euros ahora lo hacen a ocho y con raciones m¨¢s medidas. No sorprende pues que Zaplana prefiera que el contribuyente abone tambi¨¦n sus gastos dom¨¦sticos.

En la tele

El error de Zapatero Tengo una pregunta para usted fue doble: responder a los invitados como lo har¨ªa ante los representantes parlamentarios de una formaci¨®n pol¨ªtica y dirigirse a ellos con la confianza que -supongo- rige en una reuni¨®n de la ejecutiva de su partido. Que adem¨¢s utilizara el tuteo fue una opci¨®n err¨®nea, porque impon¨ªa con f¨®rceps una cercan¨ªa ilusoria. Fuera de eso, no est¨¢ nada mal que un rollo de esta clase convocara ante la peque?a pantalla una audiencia que nada ten¨ªa que envidiar a la que se sienta ante la tele para ver un Madrid-Bar?a. A¨²n reconociendo que Zapatero no alarde¨® de la habilidad de Ronaldinho o de la contundencia de R¨¢ul Bravo, hay que reconocer al menos que se abstuvo de contagiar el mal humor a la manera de Luis Aragon¨¦s. Y que aguantar dos horas en primera l¨ªnea de fuego inaugurando un formato televisivo no es cosa de broma.