Hackett se hunde
El nadador insignia de Australia fracasa en la final de los 1.500m libre
Las lenguas m¨¢s afiladas de Australia ya tienen su diagn¨®stico: el gran fracaso de la nataci¨®n australiana en los Mundiales cogi¨® forma en un globo aerost¨¢tico, frente a una rom¨¢ntica puesta de sol y sobrevolando un lago en el que se reflejaban las ¨²ltimas luces del d¨ªa. En la cesta del globo viajaba Grant Hackett, el capit¨¢n del equipo australiano, plusmarquista, campe¨®n ol¨ªmpico y mundial de los 1.500 metros libre. Hackett, un gigante de 198 cent¨ªmetros, ten¨ªa la misi¨®n de llenar el vac¨ªo dejado por el retirado Ian Thorpe y el reto de convertirse en contrapeso de los logros de Michael Phelps. Ocurre que Hackett termin¨® ayer s¨¦ptimo los 1.500 metros, la prueba de los portaaviones, de los nadadores de largas paladas y fuerza constante. Su prueba. Ocurre que la gan¨® el polaco Sawrymowicz (14m 45,94s) y que antes Hackett tambi¨¦n fue s¨¦ptimo en los 800. Que s¨®lo gan¨® el bronce en los 400. Y que eso es un desastre que en Australia adquiere proporciones de cataclismo: desde 1992, todos los oros ol¨ªmpicos del 1.500 han sido australianos. La distancia es al pa¨ªs lo que el milqui del atletismo al deporte espa?ol. Un cl¨¢sico. Y la calamidad ya tiene explicaci¨®n: hace unos meses, Hackett, de 26 a?os, se subi¨® a un globo, sac¨® un anillo de diamantes y le pidi¨® matrimonio a su novia. "Fue m¨¢s dif¨ªcil que nadar hacia el oro", dijo entonces. Su actuaci¨®n en Melbourne ha demostrado lo contrario.
La calamidad ya tiene explicaci¨®n: el amor le ha llevado al descuido
Que el estado de forma de Hackett no era el ideal, que el amor le hab¨ªa llevado al descuido y las formas redondeadas, que todav¨ªa le quedaban los miedos por su operaci¨®n de espalda, lo revelan sus palabras tras acabar el pen¨²ltimo en la final y nadar a una distancia sideral de su r¨¦cord mundial (14m 59,9s frente a 14m 34,56s): "Estar ah¨ª, en la l¨ªnea de salida, ya era una victoria para m¨ª. Estoy orgulloso de mi mismo por haber salido ah¨ª fuera. La gente pensaba que ten¨ªa mucho que perder. En realidad, no ten¨ªa nada que perder". Palabras impropias del fondista que hab¨ªa ganado los ¨²ltimos cuatro 1.500 mundialistas. Sin embargo, dice ser un competidor orgulloso. Pese a su fracaso, ya piensa en los Juegos de 2008: "Estoy impaciente por enfrentarme a ese desaf¨ªo".
Con el s¨ª de su novia en el bolsillo, Hackett lleg¨® a los Mundiales avisando de su mala forma. Al cierre de los campeonatos, el fondista simboliza el fracaso de la nataci¨®n masculina australiana, deprimida por la baja de Thorpe y superada por el rendimiento de su equipo femenino, en el que destac¨® Liz Lenton, cinco oros y la ¨²nica sonrisa que ha robado minutos de televisi¨®n a Phelps. El hundimiento de Hackett, sin embargo, tambi¨¦n se explica desde otros ¨¢ngulos. Ha variado sus rutinas de entrenamiento, que le llevaron a tres oros y dos platas ol¨ªmpicas. Y con ellas ha cambiado el entrenador. "Ha sido la decisi¨®n m¨¢s dif¨ªcil de mi carrera", resumi¨® Hackett cuando abandon¨® la Costa de Oro de Melbourne, su base de entrenamientos de siempre, y se puso a las ¨®rdenes de Ian Popey Pope, el entrenador de los sprinters Michael Klim y Matt Welsh.
"Cambio para poder mejorar mis resultados y para estar seguro de que el trabajo explota al m¨¢ximo mi habilidad. La nataci¨®n es el tipo de actividad en el que si bajas un poquito pierdes las medallas", dijo entonces. Hackett va a casarse. Su novia tiene un anillo. ?l sigue buscando su medalla. Y Australia, a alguien que llene el vac¨ªo de Thorpe.
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