Un refugio llamado Chueca
El barrio es un lugar de acogida para gays y lesbianas latinoamericanos que huyen de la homofobia en sus pa¨ªses
Jotos mexicanos, playos costarricenses, putos colombianos, trolos argentinos... Madrid se ha convertido en los ¨²ltimos a?os en refugio de multitud de gays y lesbianas latinoamericanos que huyen de todo lo que rodea en sus pa¨ªses a estas palabras despectivas, cargadas de desprecio, humillaci¨®n y sufrimiento.
Nadie especifica el n¨²mero de personas que han venido desde el otro lado del Atl¨¢ntico para vivir tranquilamente con su sexualidad en Espa?a, pero todos los consultados coinciden en que en los ¨²ltimos a?os se ha producido un importante incremento. Y no s¨®lo lo dicen los colectivos. Un paseo por Chueca, el barrio rosa madrile?o, basta para convencer a cualquiera de que los rasgos de los nacidos al sur del r¨ªo Bravo son ya una constante tambi¨¦n aqu¨ª.
Algunos dejan buenos trabajos o vidas aseguradas a cambio de mayor libertad
Es el caso de Fernando. En los 15 meses que lleva en Madrid ha logrado recuperarse de los ataques de ansiedad que le provocaba el rechazo que sufr¨ªa en su Costa Rica natal. La ansiedad se reflej¨® en su propio cuerpo: lleg¨® a Madrid con 58 kilos y ahora est¨¢ en los 69.
Sentado en un bar de Chueca, se le ve bien, tranquilo y contento. Con su aspecto de buen chico, no olvida por qu¨¦ se ha ido a 8.600 kil¨®metros de su casa. En la empresa de San Jos¨¦ donde trabajaba, su jefa le aconsej¨® -"Ya sabes, la gente empieza a murmurar"- que dejara de tratar con un chico amanerado del departamento de marketing. El consejo iba acompa?ado de una velada menci¨®n al despido.
Sus amigos del colegio tambi¨¦n le dieron la espalda. Y su padre, militar, no tiene ni idea de que lleva meses en Madrid saliendo con un chico. "Si se entera de que soy gay, se monta la Tercera Guerra Mundial", dice.
Cuando le abandonaron sus amigos de toda la vida, Fernando se hizo en Costa Rica con otro c¨ªrculo, formado s¨®lo por gays. "Hac¨ªamos fiestas en casas y ah¨ª coment¨¢bamos las ganas que ten¨ªamos todos nosotros de vivir en Madrid. No habl¨¢bamos de Londres o Nueva York. Todos mir¨¢bamos hacia aqu¨ª", recuerda.
A esta fijaci¨®n por Espa?a contribuy¨® la aprobaci¨®n el 30 de junio de 2005 del matrimonio entre homosexuales. Madrid se convirti¨® en el centro de las miradas de muchos latinoamericanos a los que un modo de hablar afeminado o un beso en la calle les ha costado en sus pa¨ªses de origen una ristra de insultos, cuando no una paliza o algo peor.
Manuel R¨®denas, portavoz del Colectivo de Gays y Lesbianas de Madrid (Cogam) dice que la atenci¨®n a latinos ha pasado en los ¨²ltimos a?os de algo testimonial a ser una de las principales ocupaciones del colectivo. "Recibimos cientos de consultas al a?o", comenta. Los que m¨¢s acuden a Cogam son los ecuatorianos. Luego estar¨ªan los ciudadanos de Colombia, Venezuela y Argentina. "Funciona por rachas. Ahora notamos el incremento de venezolanos que se van por el chavismo. Se da la paradoja de que oficialmente el r¨¦gimen hace gui?os a la homosexualidad, pero he visto muchos casos de due?os de restaurantes o negocios gays, a los que se les acusa de ser burgueses o capitalistas".
Carlos Olaechea es peruano y lleva ya cuatro a?os en Espa?a. Hace dos que organiz¨® una reuni¨®n semanal con homosexuales llegados, como ¨¦l, de Am¨¦rica. Antes de terminar hace un a?o con este proyecto por falta de fondos, congregaba cada semana a unas 40 personas.
Algo que le llamaba la atenci¨®n era el choque entre las expectativas que tra¨ªan y lo que se encontraban en Madrid. "Muchos ten¨ªan c¨®digos de comportamiento distintos. Su ideal era tener una pareja, un soporte emocional; y se quejaban de que lo ¨²nico que encontraban aqu¨ª eran relaciones superficiales, un aqu¨ª te pillo y aqu¨ª te mato", dice Olaechea.
R¨®denas asegura que, al llegar a Madrid, no suelen dirigirse a las asociaciones de emigrantes de su pa¨ªs. "No quieren juntarse con sus compatriotas, que son los mismos que les discriminaron". Cuando se le pregunta al portavoz del colectivo de ecuatorianos Rumi?ahui si reciben a muchos gays en su asociaci¨®n, la respuesta que da es bastante reveladora: "Hace a?os vino por aqu¨ª uno, pero desde entonces no ha pasado ninguno m¨¢s".
Y muchos de estos madrile?os de acogida desmienten el t¨®pico de que a la emigraci¨®n s¨®lo se llega por motivos econ¨®micos. "Hay muchos que dejan buenos trabajos y vidas aseguradas s¨®lo para tener la tranquilidad de andar por la calle de la mano con su pareja", cuenta R¨®denas, que recuerda el caso de una pareja de ejecutivos bolivianos que se trasladaron porque en su empresa comenzaron a sospechar. Ahora trabajan en Chueca como camareros.
Confirma esta visi¨®n Ignacio Pichardo, que prepara una tesis doctoral sobre migraciones y opci¨®n sexual. Pichardo critica la "concepci¨®n economicista" de la emigraci¨®n, que obvia cualquier otra variable. "Muchos vienen buscando mayor libertad y respeto a la diversidad. Y Espa?a es de los pa¨ªses europeos en los que las encuestas reflejan una mayor aceptaci¨®n tanto del matrimonio como de la adopci¨®n entre parejas del mismo sexo", asegura.
A Fernando lo que m¨¢s le gusta de Madrid es la variedad. "Aqu¨ª te puedes encontrar todo a cualquier hora", dice. Aunque est¨¢ encantado y quiere vivir siempre en Europa -"A mi pa¨ªs le faltan 1.000 a?os para llegar a esta libertad"-, tampoco cree que en Espa?a est¨¦ todo conseguido.
Y como ejemplo, cuenta lo que le pas¨® hace un a?o. "Iba a coger un b¨²ho en Cibeles. Estaba un poco mareado y me agarr¨¦ a mi novio. Cuando nos vieron, unos t¨ªos estuvieron a punto de pegarnos. Tuvimos que coger un taxi y salir huyendo".
Discriminaci¨®n por 10
"Los transexuales que vienen de Latinoam¨¦rica sufren la misma discriminaci¨®n que los gays y lesbianas, pero multiplicada por 10". Es la opini¨®n de Manuel R¨®de-nas, portavoz de Cogam, que describe un panorama de malos tratos a transexuales por parte de los propios polic¨ªas que deber¨ªan protegerlos. Tambi¨¦n menciona una ordenanza todav¨ªa vigente en Buenos Aires que proh¨ªbe a los hombres ir vestidos de mujer.
La activista Carla Antonelli va m¨¢s lejos y apunta que, seg¨²n un estudio reciente, la esperanza de vida de los transexuales argentinos no llega a los 33 a?os. "Son muertes violentas en muchos casos", dice. Y el resto de pa¨ªses del continente no trata mejor la diferencia.
Antonelli ve "evidente" que hay una oleada de transexuales latinos en Madrid. Seg¨²n todos los consultados, este colectivo sufre mayores dificultades para encontrar trabajo y, en muchas ocasiones, se ven abocados a la prostituci¨®n. "Muchas se autoexcluyen y piensan que s¨®lo pueden dedicarse a la prostituci¨®n", dice Lizethe. Ella, colombiana y transexual, sabe bien de lo que habla.
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