El CSIC y el IEC, 100 a?os en paralelo
El a?o 1907 debi¨® ser un a?o extraordinario en Espa?a para aquellos que estaban dispuestos a aportar su esfuerzo para abrir el pa¨ªs al mundo y convertirlo en un pa¨ªs moderno. El Gobierno de la Monarqu¨ªa espa?ola nombraba director de la Junta de Ampliaci¨®n de Estudios a Santiago Ram¨®n y Cajal, que acababa de recibir el primer Premio Nobel otorgado a un cient¨ªfico espa?ol. La Diputaci¨®n de Barcelona presidida por Enric Prat de la Riba creaba el Institut d'Estudis Catalans. Las dos instituciones, en sus ¨¢mbitos respectivos, tuvieron una influencia decisiva en el mundo intelectual y cient¨ªfico en nuestro pa¨ªs desde aquel momento hasta la guerra civil. El r¨¦gimen franquista las disuelve las dos. Los activos de la Junta son transferidos al Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas, una nueva instituci¨®n creada en 1939, mientras que el IEC es disuelto y sus miembros pasan al exilio o la clandestinidad. Cien a?os despu¨¦s de su fundaci¨®n las dos instituciones se esfuerzan para adaptarse al mundo del siglo XXI.
El IEC ha consolidado su funci¨®n de Academia de la Lengua Catalana
Las dos instituciones se encuentran en un periodo de transformaci¨®n
En los inicios de la JAE y del IEC podemos encontrar similitudes y diferencias. El objetivo final de las dos era similar, pero el IEC asumi¨® la funci¨®n de Academia de la Lengua Catalana que mantiene hasta este momento mientras que la JAE daba un impulso prioritario a la formaci¨®n en Espa?a y el extranjero de los j¨®venes intelectuales y cient¨ªficos espa?oles. El Institut no se quedaba, sin embargo, en simple Academia de la Lengua, sino que cre¨® pronto una secci¨®n de Arqueolog¨ªa y otra de Ciencias. La JAE asumi¨® la direcci¨®n de institutos de investigaci¨®n sobre todo en Madrid, pero tambi¨¦n en otros lugares de Espa?a. Los contactos entre los que trabajaban en las dos instituciones existieron aunque los avatares pol¨ªticos de la ¨¦poca pesaron en gran medida en las relaciones entre ellas.
Tras el fin de la guerra civil la situaci¨®n cambi¨® radicalmente. El CSIC, fundado por decreto de septiembre de 1939, asume los activos de la Junta, entre ellos la famosa Residencia de Estudiantes, pero se define como un instrumento de acci¨®n ideol¨®gica del r¨¦gimen que desconf¨ªa de los intelectuales y de la universidad. Aunque no se le da una funci¨®n de Academia s¨ª tiene un Consejo (de ah¨ª su nombre) que no lleg¨® a cristalizar como tal academia.
En Catalu?a el CSIC no asume las propiedades del IEC que pasan a la Diputaci¨®n provincial pero construye su sede al otro lado de la calle de las Egipc¨ªacas frente a la sede del Institut. S¨ªmbolo de la situaci¨®n, se construye un puente entre las dos sedes que ha sido muy poco utilizado y estuvo a punto de ser destruido hace unos a?os. Desde los miembros del IEC en los tiempos de la clandestinidad la presencia del CSIC se vio como una invasi¨®n ideol¨®gica. Sin embargo, el hecho es tambi¨¦n que durante la posguerra los laboratorios del CSIC fueron el lugar donde, de forma casi exclusiva, se pod¨ªa llevar a cabo una tarea cient¨ªfica. En todas partes de Espa?a, incluyendo Barcelona, se iban creando centros donde se formar¨ªan la mayor¨ªa de quienes crearon las escuelas cient¨ªficas existentes en la ¨¦poca.
La llegada de la democracia cambia radicalmente la situaci¨®n. Un Real Decreto de 1976 devuelve al IEC su carta de existencia y su patrimonio y en el CSIC las generaciones j¨®venes formadas en gran parte en el extranjero llegan progresivamente al poder de la instituci¨®n. Un presidente del CSIC, socialista y catal¨¢n, se abraza con el presidente del IEC en mitad del puente de la calle de las Egipc¨ªacas, que no tarda, hay que decirlo, en volver a cerrar sus puertas poco despu¨¦s. Desde entonces las funciones de las dos instituciones han ido precis¨¢ndose.
La funci¨®n del CSIC como academia ha desaparecido y ha desarrollado esencialmente una funci¨®n de ejecuci¨®n de la investigaci¨®n. El IEC ha consolidado su funci¨®n de Academia de la Lengua Catalana a trav¨¦s de su secci¨®n de Filolog¨ªa y ha definido las secciones hist¨®rico-arqueol¨®gica, de filosof¨ªa y ciencias sociales, de ciencias y tecnolog¨ªa y de ciencias biol¨®gicas. Acoge tambi¨¦n un n¨²mero de sociedades filiales con millares de miembros que tienen una funci¨®n importante de dinamizaci¨®n de la sociedad cient¨ªfica e intelectual de Catalu?a. En los inicios de la transici¨®n alguien propuso sin ¨¦xito que el IEC asumiera los centros del CSIC de Catalu?a. Sin embargo, el hecho es que actualmente si bien el Institut tiene alg¨²n centro de investigaci¨®n y financia unos pocos proyectos, el reciente desarrollo de centros de investigaci¨®n financiados por la Generalitat de Catalunya se ha hecho al margen del IEC y tambi¨¦n, mayoritariamente, al margen del CSIC.
Desde el gobierno de la Generalitat ha habido a veces la tendencia a ignorar la existencia de centros del CSIC en Catalu?a y desde el CSIC a veces se ha ignorado que el funcionamiento de sus centros en Catalu?a no pod¨ªa ser el mismo que en otras partes de Espa?a. Ambas posiciones, cuando se han dado, han acabado perjudicando la investigaci¨®n en Catalu?a y, por tanto, la investigaci¨®n en Espa?a.
Las dos instituciones en el momento en que celebran sus centenarios respectivos, que por cierto no incluyen actos conjuntos, se encuentran en un periodo de transformaci¨®n. El CSIC est¨¢ a un paso de cambiar su forma jur¨ªdica para convertirse en una Agencia. El IEC acaba de firmar un contrato-programa con la Generalitat que le da una estabilidad financiera para los a?os que vienen. A su actual presidente le gusta describir el IEC como una "Academia de Academias". Parece, por tanto, que las dos instituciones van definiendo una funci¨®n que las lleva por caminos definidos y distintos. Pero para llegar a su objetivo ambas tienen un largo camino por delante.
El Estatuto que se prepara para el CSIC en su nueva etapa es un paso significativo para convertirlo en una instituci¨®n de investigaci¨®n moderna, sin embargo, est¨¢ quedando lejos de los objetivos que se hab¨ªan fijado en un inicio. En el mundo hay buenos ejemplos, sobre todo en el mundo anglosaj¨®n, de academias que tienen una funci¨®n muy importante en la reflexi¨®n social y pol¨ªtica en temas con base cient¨ªfica. El IEC tiene en el pr¨®ximo futuro la tarea de compatibilizar una funci¨®n de Academia de la lengua y la cultura catalana con la de una Academia de ciencias que por naturaleza debe tener una vocaci¨®n universal.
Es probable que tanto una instituci¨®n como la otra tengan ante s¨ª una oportunidad importante para decidir su futuro. Si el modelo de instituci¨®n centralizada y basada en la funci¨®n p¨²blica parece cambiar poco en la actual versi¨®n del estatuto del CSIC es tambi¨¦n probable que ¨¦ste le pudiera permitir crear nuevas formas de gesti¨®n. Para ello el CSIC podr¨ªa reforzar sus sistemas de reflexi¨®n y evaluaci¨®n y utilizar las f¨®rmulas que existen de crear modelos compartidos de gesti¨®n con otras instituciones que le permitan un funcionamiento m¨¢s ¨¢gil. No est¨¢n los tiempos para encerrarse en esquemas r¨ªgidos, sino para compartir iniciativas y optimizar los recursos.
En nuestro mundo complejo y tecnol¨®gico la reflexi¨®n acad¨¦mica va a ser m¨¢s importante que nunca y necesita saber poner las aportaciones locales en una perspectiva global. En este contexto el IEC puede tener una oportunidad de abrirse a las aportaciones de cualquier cient¨ªfico o intelectual que pueda contribuir a esta reflexi¨®n sin renunciar a la base cultural catalana que es su raz¨®n de ser. Si se encuentran las buenas soluciones ambas instituciones podr¨ªan trabajar cada una de ellas de forma eficaz para la sociedad de la que dependen y a la que sirven y pasar, quiz¨¢ con contactos espor¨¢dicos que no iban a perjudicar a nadie, otros cien a?os de actividad en paralelo.
Pere Puigdom¨¨nech es profesor de Investigaci¨®n del CSIC y miembro numerario del IEC.
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