Italia rechaza cambiar la misi¨®n de seguridad por otra de combate
El Ej¨¦rcito italiano ha enviado helic¨®pteros de ataque para sus tropas
Afganist¨¢n se ha convertido en un problema para el Gobierno italiano. La oposici¨®n lo sufre tambi¨¦n, porque no se le ocurren alternativas a las precarias condiciones actuales de la misi¨®n militar, dise?ada para labores de "seguridad y reconstrucci¨®n" que resultan cada vez menos realistas. La gran mayor¨ªa del Parlamento se opone a que las tropas entren en combate. Pocos se atreven a pedir la retirada.
Italia tiene 1.930 soldados destinados en Kabul y en los alrededores de Herat, una zona relativamente tranquila al oeste del pa¨ªs. El destacamento ha sufrido tres bajas por atentado en 2006, otros tres muertos por accidente y un fallecido por infarto. Hasta ahora, la cifra de v¨ªctimas es asumible. Pero la OTAN y Estados Unidos no dejan de presionar a Romano Prodi para que modifique las condiciones de la misi¨®n, basadas en l¨ªmites geogr¨¢ficos (Italia rechaza acercarse al sur o al este, donde arrecian los combates) y en la llamada defensa pasiva (s¨®lo se responde en caso de ataque). Esto es m¨¢s o menos lo que se sabe, porque Silvio Berlusconi prefiri¨® cubrir con el secreto de Estado las reglas concretas a las que deben atenerse los soldados, y Prodi tampoco quiere revelarlas.
Las tormentosas sesiones parlamentarias que desembocaron, el martes, en la refinanciaci¨®n por un a?o m¨¢s de las misiones militares en el extranjero (Afganist¨¢n, L¨ªbano y Bosnia), abrieron la v¨ªa a un posible robustecimiento de la misi¨®n. La oposici¨®n, ante un Gobierno sin clara mayor¨ªa, impuso el env¨ªo de nuevo material b¨¦lico. El Estado Mayor del Ej¨¦rcito, encargado de decidir las dotaciones adicionales, opt¨® por robustecer el blindaje de los veh¨ªculos con los que patrullan los soldados y, de forma m¨¢s significativa, por proporcionar a la misi¨®n varios helic¨®pteros de asalto Mangusta. La utilizaci¨®n de los helic¨®pteros supondr¨¢ pasar de una defensa pasiva a una defensa activa.
La opini¨®n p¨²blica aparece tan indecisa como los pol¨ªticos. Una prueba son los dos sondeos publicados a finales de enero. En uno, realizado para el diario La Repubblica (centro-izquierda), el 56% de los encuestados se declararon a favor de la retirada, y el 37% a favor de la permanencia. En otro publicado en Il Giornale, propiedad de Berlusconi, el 67% se inclinaba por seguir en Afganist¨¢n, y el 25%, por la retirada. Bastaba un matiz en las preguntas, como la precisi¨®n "al menos por un a?o m¨¢s" efectuada por Il Giornale, para cambiar los resultados.
El Gobierno, en cualquier caso, est¨¢ convencido de que si cediera a las presiones de la OTAN y enviara a sus soldados a combatir, como refuerzo de los estadounidenses, brit¨¢nicos, holandeses y canadienses, la impopularidad de la misi¨®n afgana se disparar¨ªa. El problema es que las fuerzas rebeldes al actual Gobierno de Kabul se aproximan cada vez m¨¢s a las zonas donde operan los italianos. Prodi teme que, aunque los italianos no vayan a la guerra, la guerra acabar¨¢ yendo a los italianos.
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