Conservadores
Sentarse en el sof¨¢ ante el televisor para ver un noticiario supone para aquellos que, como yo, no poseemos una licenciatura en Ciencias Pol¨ªticas, un trabajo de criptograf¨ªa intentando diferenciar por sus palabras o por su imagen a los pol¨ªticos de distintas ideas o pa¨ªses. Todos parecen haber contratado al mismo asesor de imagen y se limitan a decir aquello que consideran "pol¨ªticamente correcto", si se me permite la expresi¨®n.
Las etiquetas con que se nos presentan a quienes les observamos, "progresistas, conservadores, etc¨¦tera", nos parecen a los ciudadanos de a pie lenguaje para iniciados, porque no percibimos claramente la diferencia entre unos y otros. Desde mi perspectiva, que creo que se corresponde con la de la mayor¨ªa, todo aquello que suponga progreso me parece correcto y deseable, aunque tambi¨¦n creo que nadie, salvo un irresponsable, querr¨ªa dejar de conservar, por ejemplo, el medio ambiente o el patrimonio art¨ªstico.
Llegada a este punto y como el dilema parece insoluble, acud¨ª al diccionario buscando el significado en pol¨ªtica de la palabra conservador: "Se aplica a la persona que guarda o hace durar las cosas que tiene y particularmente en pol¨ªtica es partidaria de mantener la tradici¨®n y se opone a las reformas". Le¨ªdo esto, las cosas se me empezaron a aclarar bastante. Llevando esta definici¨®n a la historia de las causas nobles de la humanidad, descubr¨ª, por ejemplo, que cuando el senado de Roma extermin¨® a los esclavos sublevados de Espartaco estaba siendo conservador; o que cuando el general Sanjurjo o Franco se sublevaron estaban guardando lo que ten¨ªan y consideraban en peligro, frenando cualquier tipo de reforma no con las ideas y las palabras, sino con las armas y la paz de los cementerios.
Volviendo de nuevo a mi sof¨¢ y a los noticiarios del presente, se me ocurre que tras los trajes caros y las sonrisas dent¨ªfricas de los conservadores de hoy en d¨ªa, pueden estar ma?ana las camisas pardas de la cruz gamada, la azul del yugo y las flechas o el capirote del Ku Klux Klan, dependiendo tan s¨®lo de lo amenazados que sientan sus privilegios de casta.
Los siglos pasan, pero la antigua lucha entre las ideas de hegemon¨ªa, ego¨ªsmo y dominaci¨®n y las de libertad, justicia y solidaridad contin¨²a. Ninguno debe enga?arse ni desentenderse.
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