La gesti¨®n de la sociedad civil
En nuestro comportamiento pol¨ªtico destacan dos actitudes aparentemente contradictorias, denostar a los pol¨ªticos y, al mismo tiempo, esperar de la Administraci¨®n la soluci¨®n a todos nuestros problemas. De modo bien diferente, por ejemplo, el mundo conservador anglosaj¨®n comparte esa pol¨ªtico-fobia (curiosamente promovida con ardor desde ¨¢mbitos plenamente pol¨ªticos), pero no espera gran cosa de lo p¨²blico. Consideran que el Estado, como en el siglo XIX, debe ser un "Estado m¨ªnimo" y que todo lo dem¨¢s debe quedar en manos de la "sociedad civil".
Desde una perspectiva menos pol¨ªtica, definimos sociedad civil (t¨¦rmino ambiguo donde los haya) refiri¨¦ndonos al conjunto de personas que, cohesionadas por unas normas o valores compartidos, se organizan libremente, dentro de unos marcos jur¨ªdico-p¨²blicos que en principio aceptan, para la promoci¨®n de sus ideales o intereses leg¨ªtimos sin ¨¢nimo de lucro. Cuando una asociaci¨®n no acepta el marco pol¨ªtico y pretende cambiarlo (o, al rev¨¦s, defenderlo frente a posibles cambios) es que se trata de una asociaci¨®n estrictamente pol¨ªtica, no civil en este sentido.
Perdida la espontaneidad en la acci¨®n, a las ONGs s¨®lo les queda el discurso de la eficiencia
Una ONG nunca gasta el dinero como una empresa privada, sencillamente, porque no lo es
El poder pol¨ªtico puede, entonces, considerar positiva para el bien com¨²n una mayor presencia de entidades asociativas e incluso desplegar acciones de promoci¨®n del capital social del pa¨ªs. ?Hasta qu¨¦ punto es necesario que, adem¨¢s de libre, el nacimiento de estas organizaciones sea espont¨¢neo para que puedan ser consideradas sociedad civil? ?Hasta qu¨¦ punto, si no son espont¨¢neas, pueden considerarse libres?
En cualquier caso, silvestres o de invernadero, salvo las congregaciones religiosas contemplativas, todas las dem¨¢s organizaciones civiles buscan desarrollar alg¨²n tipo de actividad para la satisfacci¨®n de sus ideales o sus intereses leg¨ªtimos no directamente lucrativos. Si su objetivo fuera el ¨¢nimo de lucro, estar¨ªamos, lisa y llanamente, ante una empresa, no ante una entidad asociativa civil.
Pues bien, hacer cosas significa consumir recursos y los recursos siempre son escasos en relaci¨®n con nuestras pretensiones, por lo que estas entidades necesitar¨¢n acudir a distintas fuentes de financiaci¨®n, una de las cuales, nada desde?able por cierto, es la propia Administraci¨®n.
La Administraci¨®n transfiere recursos de dos maneras, mediante la financiaci¨®n de la existencia de entidades consideradas como de "inter¨¦s general" o mediante la subvenci¨®n de sus actividades. En el primer caso, sin entrar en los entresijos de su vida, los presupuestos prev¨¦n unas partidas nominativas para su subsistencia. Este tipo de financiaci¨®n generalista choca con la propia idea de unos presupuestos program¨¢ticos. Es un error, se dice con raz¨®n, financiar la existencia vegetativa de entidades cuya eficiencia puede ser nula, corriendo el riesgo de suministrar unos recursos suficientes para no morir pero insuficientes para la puesta en marcha de proyecto alguno, con lo que ¨²nicamente se consigue mantenerlas parasitando el sistema p¨²blico.
Para conjurar este riesgo se opta por una financiaci¨®n program¨¢tica, condicionada. Se colabora en la atenci¨®n de los costes de unas actividades que el sistema pol¨ªtico ha hecho suyas a trav¨¦s del Presupuesto. Esto obliga a la entidad beneficiaria a un mayor rigor y a la confecci¨®n de alg¨²n tipo de contabilidad anal¨ªtica que ponga en relaci¨®n costes, objetivos y resultados. La posterior evaluaci¨®n habr¨¢ de tener en cuenta, sin duda, la exactitud contable as¨ª como su grado de eficiencia en comparaci¨®n con otras alternativas. Pero no solo es importante que una ONG exponga sus objetivos y acciones, tambi¨¦n la Administraci¨®n ha de tener, por l¨®gica y por imperativo legal, unos objetivos pol¨ªticos y unas acciones cuantificadas y jerarquizadas en las que debe encajar el plan de actividades de la entidad. Sincronizar estas dos estrategias no resulta sencillo.
Se establece una doble influencia. De un lado, una vez declarados por la Administraci¨®n sus objetivos y los recursos que piensa destinar, las organizaciones, asociaciones y dem¨¢s procurar¨¢n adaptar sus actividades a los postulados gubernamentales, a fin de obtener la mayor parte posible de la tarta presupuestaria. Este fen¨®meno, l¨®gico por otra parte, acarrea inevitablemente la profesionalizaci¨®n (incluso proletarizaci¨®n) de lo que se ha dado en llamar tercer sector, con el riesgo de desviaci¨®n de sus m¨¢s puros ideales y de ca¨ªda en el parasitismo que se intentaba combatir.
Perdida la espontaneidad en la acci¨®n y en el dise?o mismo de las actividades, a la organizaci¨®n civil solo le queda el discurso de la eficiencia. Una ONG, se dice, es m¨¢s eficiente que la burocracia administrativa a la hora de llevar a cabo las acciones encomendadas. ?Es esto as¨ª? Suele responderse a esta cuesti¨®n con un prejuicio ideol¨®gico afirmando que las organizaciones civiles manejan los recursos p¨²blicos "como una empresa privada, libres de las m¨²ltiples trabas que impone el derecho administrativo" con lo que, se supone, optimizar¨¢n la gesti¨®n de los mismos. Esta ilusionante descripci¨®n olvida algo esencial, que una ONG nunca gasta el dinero como una empresa privada, sencillamente porque no lo es. En la empresa privada el dinero, el riesgo y el eventual beneficio es de sus accionistas, mientras que quien gestiona subvenciones gestiona dinero ajeno, lo que no es poca diferencia.
La eficiencia en la contrataci¨®n de bienes, personas, servicios y suministros de todo tipo viene de la mano de la mayor transparencia, publicidad y concurrencia, precisamente los requisitos que la hip¨®critamente denostada legislaci¨®n de contratos p¨²blicos exige. Hay que desconfiar de todo aquel que pretenda convencernos de que har¨¢ mejor las cosas de forma oculta (privada) que de modo transparente; y cuanto m¨¢s elevado sea el fin pol¨ªtico o social que inspire la acci¨®n, mucho m¨¢s.
El otro flujo de la corriente entre organizaci¨®n y administraci¨®n hace referencia a la conocida influencia del esclavo sobre su amo. La Administraci¨®n debe construir un presupuesto por programas en el que lo m¨¢s f¨¢cil, con mucho, es buscar el dinero y el recurso m¨¢s escaso son las ideas. El dinero lo pone Hacienda pero... ?y las ideas? El debate pol¨ªtico podr¨ªa suministrar algunas pero suelen ser, en el mejor de los casos, directrices excesivamente generales, y en el peor, pura basura hecha de demagogia y lugares comunes. La verdadera fuente de las pol¨ªticas p¨²blicas no es otra que la propia m¨¢quina burocr¨¢tica y la nube de consultores, empresas, lobbies, ONGs, etc. que pululan a la caza del contrato o la subvenci¨®n.
Esta realidad no es, en s¨ª, buena ni mala. Del mismo modo que sabemos desde Adam Smith que hace m¨¢s por una efectiva distribuci¨®n equitativa de los bienes el lucro de los mercaderes que la esperanza en su bondad, es muy posible que haga m¨¢s por el inter¨¦s general la profesionalizaci¨®n de los colaboradores de la Administraci¨®n que un altruismo m¨¢s o menos falso y exento de control. El principio de la discreci¨®n queda reservado, incluso en el discurso evang¨¦lico, a la pr¨¢ctica de la caridad privada (Mt. 6:1-4) no al uso de los recursos de todos.
El requisito irrenunciable cuando se trata de dinero p¨²blico es la transparencia y la rendici¨®n de cuentas del gestor ante la Administraci¨®n y de ¨¦sta ante el poder representativo. Justo lo contrario de esa huida del derecho administrativo tan en boga.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.