Impacto 2036
En diciembre de 2004, dos computadoras en Europa y Estados Unidos calcularon que la probabilidad de que el asteroide llamado Apophis chocara contra la Tierra era de 1 entre 38. Alt¨ªsima. Jam¨¢s hab¨ªa ocurrido algo as¨ª. Pero nadie se enter¨®. Nadie, excepto un pu?ado de vigilantes del espacio que, repartidos por el mundo, vivieron la Navidad m¨¢s estresante de sus vidas. Lo ¨²nico bueno es que tal vez el susto de Apophis no haya sido en vano. La Sociedad Planetaria, una organizaci¨®n creada hace un cuarto de siglo por el venerado astr¨®nomo Carl Sagan y que tiene por lema "Nosotros hacemos que ocurra", ha aprovechado Apophis para llamar la atenci¨®n de agencias espaciales y autoridades sobre la amenaza que suponen los asteroides. Su objetivo: lograr que la Tierra pueda defenderse la pr¨®xima vez que un pedrusco espacial la tome por diana.
La base de datos de Impactos Terrestres tiene registrados 174, pero ha debido de haber muchos m¨¢s
Hay localizados 4.500 asteroides cercanos a la Tierra, 700 con un di¨¢metro de m¨¢s de un kil¨®metro
Destruir un asteroide pude agravar el problema con los fragmentos. Desviarlo correctamente es complejo
Hoy se sabe que Apophis finalmente no chocar¨¢ con nosotros en 2029, y que la probabilidad de que lo haga un poco despu¨¦s, en 2036, es de s¨®lo 1 entre 45.000. Remota. Es m¨¢s, es muy posible que dentro de unos a?os, cuando Apophis sea observado de nuevo y su ¨®rbita definida con m¨¢s precisi¨®n, se reduzca a cero la posibilidad de impacto en 2036.
Una de los responsables de que se sepa todo esto es Mar¨ªa Eugenia Sansaturio, profesora de matem¨¢ticas en la Escuela T¨¦cnica Superior de Ingenieros Industriales de Valladolid y miembro destacad¨ªsimo de la comunidad mundial de vigilantes del espacio. Una comunidad bastante reducida: unas decenas de observadores en todo el mundo, en su mayor¨ªa aficionados; los responsables de recibir y dar sentido a esas observaciones, en el Minor Planet Centre (Massachusetts, EE UU), y los expertos en c¨¢lculo de ¨®rbitas, que son en ¨²ltima instancia quienes deben decir hacia d¨®nde va el asteroide y dar la voz de alarma si ese destino es la Tierra. Sansaturio pertenece a esta ¨²ltima categor¨ªa, que comparte con muy pocos expertos m¨¢s. Y es que s¨®lo funcionan en todo el mundo dos sistemas de monitorizaci¨®n de impactos de asteroides. Uno, el de Sansaturio, es Neodys, creado por el matem¨¢tico Andrea Milani, de la Universidad de Pisa, a finales de los noventa. El otro lo mont¨® en 2002 Steven Chesley tras una estancia posdoctoral con Milani. Se llama Sentry y est¨¢ en el Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA, en Pasadena (California). O sea, s¨®lo dos computadoras y unos cuantos humanos, algunos de los cuales trabajan por pura afici¨®n ?ni Sansaturio ni Milani reciben financiaci¨®n alguna para cubrir su trabajo con Neodys?. No puede decirse que la Tierra invierta mucho en vigilar la amenaza exterior.
El razonamiento que ve como irreales o poco probables los impactos estuvo vigente hasta hace relativamente poco. El estudio sistem¨¢tico de posibles cr¨¢teres de impacto en el planeta no empez¨® hasta entrados los a?os ochenta. Ahora, la base de datos de Impactos Terrestres que mantiene el Centro de Ciencia Espacial y Planetaria en la Universidad de Nueva Innsbruck (Canad¨¢) informa de 174 colisiones en todos los continentes. Pero debi¨® de haber muchas m¨¢s. Adem¨¢s, la base no incluye casos en discusi¨®n, como la cuenca de Azuara, en Zaragoza, objeto de acalorad¨ªsimos debates.
No hace falta Azuara para tener cr¨¢teres cerca. En Rochechouart, en mitad de Francia, hay uno de unos 20 kil¨®metros causado hace 215 millones de a?os por una mole de kil¨®metro y medio de di¨¢metro. Unos 200 millones de a?os despu¨¦s, Europa central volvi¨® a ser atacada: Steinheim y Ries, en Alemania, muestran cr¨¢teres de 4 y 24 kil¨®metros, respectivamente. Son, desde luego, muescas insignificantes en el cutis terrestre, comparadas con el agujero de 160 kil¨®metros de di¨¢metro que dej¨® el impactor ?en jerga asteroid¨®fila? de 10 kil¨®metros ca¨ªdo en Chicxulub, Yucat¨¢n (M¨¦xico), hace 65 millones de a?os ?el de los dinosaurios.
En definitiva, los cr¨¢teres no enga?an: la vida es una t¨®mbola (c¨®smica). Y a la Tierra de vez en cuando le toca premio. S¨®lo la falta de perspectiva temporal de nuestra especie ?cero cat¨¢strofes por asteroides en el registro hist¨®rico? explica que los humanos veamos los impactos como irreales. David Morrison, de la NASA, admite que el riesgo de morir por el impacto de un asteroide es bajo, pero "la gravedad del desastre, medida en miles de millones de muertos, es mayor que la de cualquier otra amenaza conocida".
"Considerar el lugar que ocupa la Tierra en el espacio es una experiencia que nos hace sentir humildes: nuestro peque?o planeta viaja por una galer¨ªa de tiro donde las balas tienen kil¨®metros de di¨¢metro y van diez veces m¨¢s r¨¢pido". Cuando el astr¨®nomo australiano Paul Davies escribi¨® esta frase, hace cinco a?os, el asteroide 2001 YB5 acababa de pasar a s¨®lo el doble de la distancia entre la Tierra y la Luna. Y hab¨ªa sido detectado con apenas 12 d¨ªas de antelaci¨®n. El 13 de abril de 2029, Apophis se acercar¨¢ mucho m¨¢s que 2001 YB5: a s¨®lo 38.000 kil¨®metros del centro de la Tierra ?la Luna est¨¢ 10 veces m¨¢s lejos?. Pasar¨¢ rozando la ¨®rbita geoestacionaria, ocupada por miles de sat¨¦lites artificiales, y ser¨¢ visible a simple vista.
A los centinelas espaciales les cost¨® d¨ªas de adrenalina convertir un susto ?la alta probabilidad de impacto? en una brillante estrella fugaz. Sansaturio, Genny para la comunidad asteroid¨®fila mundial, tiene preparada una charla para contar la experiencia. Tal vez la titule "Las peores navidades de mi vida".
La cosa empez¨® el 20 de diciembre. Lleg¨® el aviso a los ordenadores de Neodys procedente, como siempre, del Minor Planet Centre. Este organismo env¨ªa cada d¨ªa por Internet circulares con los nuevos hallazgos de asteroides, o alertando de que conviene observar tal o cual objeto; los dos sistemas de c¨¢lculo de ¨®rbitas se nutren autom¨¢ticamente de los datos en esas circulares. Con Apophis enseguida hubo algo especial. Una vez calculada su ¨®rbita, "Apophis se coloc¨®, ya de entrada, en Torino 1", cuenta Sansaturio. La escala de Torino se cre¨® hace unos siete a?os para valorar y comunicar el riesgo que supone cada asteroide; hasta ahora, s¨®lo Apophis ha pasado de Torino 2.
Pero las ¨²nicas observaciones disponibles de Apophis cuando se hizo el primer c¨¢lculo de ¨®rbita eran de junio y diciembre de 2006. Tras contactar con Sentry ?ambos sistemas deben consultarse mutuamente en los casos especiales?, optaron por esperar antes de informar al mundo de las posibilidades de impacto de Apophis, entonces provisionalmente bautizado 2004 MN4. No quer¨ªan lanzar un aviso general basado en observaciones err¨®neas. As¨ª que contactaron s¨®lo a unos pocos astr¨®nomos experimentados, capaces de conseguir observaciones de alta calidad. "Y aqu¨ª empez¨® lo que nunca nos hab¨ªa pasado", narra Sansaturio. "Cuando llegan observaciones nuevas tenemos m¨¢s datos para calcular mejor la ¨®rbita, y lo normal es que, a medida que defines m¨¢s y m¨¢s la ¨®rbita, la probabilidad de impacto baje hasta desaparecer. Pero con 2004 MN4 pas¨® al rev¨¦s: cuantas m¨¢s observaciones llegaban y m¨¢s precisa era la ¨®rbita, m¨¢s crec¨ªa la probabilidad de impacto".
El 21 de diciembre se solt¨® la liebre. Observadores de todo el planeta se dedicaron a la caza del posible impactor, "y fue impresionante, en siete d¨ªas llegaron m¨¢s de 200 observaciones", prosigue Sansaturio. "Yo, conectada desde casa, y Andrea [Milani], en la Universidad de Pisa, descubrimos el problema el d¨ªa 24 a las ocho de la tarde". Siguieron llegando datos. El d¨ªa 27, la probabilidad de impacto en 2029 era de 1 entre 38.
?Qu¨¦ sintieron los vigilantes cuando apareci¨® en sus pantallas esa probabilidad relativamente alta de impacto? Milani responde con otra historia: "Cuando empec¨¦ con Neodys en 1999 me acusaron de todo. Primero, de provocar alarma en la poblaci¨®n; despu¨¦s, de todo lo contrario, de no informar al p¨²blico de algo importante. Eso ya lo pas¨¦. Ahora? uno se va acostumbrando".
La crisis se resolvi¨® por fin la tarde del 27 de diciembre. Como las observaciones nuevas no ayudaban, los astr¨®nomos optaron ?"casi sin ninguna esperanza", apunta Genny? por buscar en las antiguas. Un grupo de cazaasteroides estadounidense encontr¨® Apophis en unas observaciones de marzo de 2004. Los programas corrieron de nuevo y, pasadas las dos de la madrugada del 28 de diciembre, Sansaturio envi¨® un mensaje a sus colegas de Sentry: "Por favor, no pong¨¢is otro MN4 en mi vida. Creo que podr¨ªa sobrevivir al impacto, pero no al estr¨¦s".
?Hasta qu¨¦ punto se puede cumplir esa petici¨®n? Para responder hace falta saber, entre otras cosas, cu¨¢ntos asteroides hay y cu¨¢ntos quedan por descubrir. En los ¨²ltimos a?os, el cambio de mentalidad sobre los impactos ha impulsado la b¨²squeda de cr¨¢teres, y lo mismo ha pasado con la de asteroides. Desde finales de los noventa, los observadores han trabajado duro. En 2002 se conoc¨ªan 1.743 asteroides cercanos a la Tierra, de los que 587 eran de un kil¨®metro de di¨¢metro. Hoy, las cifras son 4.500 y 710, respectivamente, y crecen a un ritmo de entre diez y veinte asteroides al mes. En 1998, la NASA asumi¨® como meta descubrir el 90% de todos los asteroides cercanos a la Tierra de m¨¢s de un kil¨®metro, estimados en 1.100. Y "lo m¨¢s probable es que se consiga", asegura Salvador S¨¢nchez, astr¨®nomo aficionado director del Observatorio Astron¨®mico de Mallorca (OAM) e interlocutor constante de Sansaturio. El equipo del OAM, con sus cinco telescopios rob¨®ticos en Costitx (Mallorca) y La Sagra (Granada), es el rey indiscutible en Espa?a en descubrir asteroides: "Desde que empezamos, hace 12 a?os, llevamos unos 300", dice S¨¢nchez.
Ni el OAM ni ning¨²n astr¨®nomo aficionado en Europa, sin embargo, puede competir con los cinco grandes programas de b¨²squeda en EE UU. El m¨¢s exitoso es LINEAR, de la NASA, el Ej¨¦rcito y el Instituto Tecnol¨®gico de Massachusetts. Desde hace un a?o, el testigo como rastreador estrella de asteroides lo han recogido telescopios instalados en Australia, como el de Siding Spring, con financiaci¨®n de la NASA.
Pese a los avances, a¨²n queda mucho por descubrir. "Sobre todo con los asteroides de entre 80 y 250 metros de di¨¢metro, que a¨²n son muy peligrosos", dice S¨¢nchez. "De ¨¦sos hay decenas de miles, hay quien dice que m¨¢s de 200.000", prosigue S¨¢nchez. "Por cada asteroide de m¨¢s de un kil¨®metro podr¨ªa haber cien peque?os". Lo que significa, volviendo a la pregunta de antes, que no ser¨ªa nada raro que Sansaturio tropezara con otro Apophis.
Y por eso puede considerarse una mala noticia que en la ¨²ltima conferencia sobre defensa planetaria celebrada hace unas semanas en Washington, la NASA renunciara por falta de presupuesto a una de sus metas: identificar el 90% de los asteroides cercanos a la Tierra de m¨¢s de 140 metros para 2020.
Los programas de b¨²squeda son importantes porque se tiene la certeza de que cualquier asteroide que vaya a chocar contra la Tierra har¨¢ antes pases muy pr¨®ximos. La diferencia entre tener un buen censo de asteroides o no equivale a tener a?os para preparar una estrategia de defensa? o s¨®lo unos d¨ªas. Pero, claro, conviene tener adem¨¢s pensada y ensayada esa estrategia de defensa. La Sociedad Planetaria cree que lo primero es que agencias espaciales y autoridades en general se preocupen m¨¢s por el asunto. Y por eso han convocado un concurso, con la colaboraci¨®n de la Agencia Espacial Europea (ESA), la NASA y organismos como el Instituto Americano de Aeron¨¢utica y Astron¨¢utica. Se trata de proponer la mejor idea para balizar un asteroide, de forma que sea posible conocer con alt¨ªsima precisi¨®n su ¨®rbita a medida que se aproxima a la Tierra. El premio: 50.000 d¨®lares.
"El seguimiento preciso de un impactor puede ser muy importante, y no sabemos c¨®mo hacerlo. Entre los miembros de la Sociedad Planetaria empezamos a hablar sobre eso y nos dimos cuenta de que no era nada obvio", explica por tel¨¦fono Louis Friedman, director ejecutivo de la Sociedad Planetaria. "Puede usarse un reflector l¨¢ser, o un sat¨¦lite que orbitara a su alrededor? Es una misi¨®n espacial compleja, porque requiere mucho control en torno a un objeto muy peque?o".
Ya hay planeado, no obstante, algo m¨¢s concreto que un concurso para hacer frente a la amenaza exterior. La ESA tiene en fase de viabilidad la misi¨®n espacial Don Quijote, ideada por Andrea Milani y presentada a la ESA por la empresa espa?ola Deimos (de la que es ahora director general Pedro Duque). Su objetivo es aprender qu¨¦ ocurre cuando se intenta desviar un asteroide, y se basa en el principio de que, al contrario de lo que sugieren las pel¨ªculas, contra un pedrusco como Apophis no valen ni la valent¨ªa de los astronautas ni una gran potencia de fuego. "Lo que cuenta es el control", explica Milani. "Podemos destruir el asteroide o desviarlo. Al destruirlo puedes crearte un problema mayor con los fragmentos, por eso optamos por desviarlo. Pero ?sabemos c¨®mo hacer que se desv¨ªe hacia el lado correcto? Los asteroides est¨¢n girando? No es nada f¨¢cil darle el empuj¨®n correcto. Y es mejor que aprendamos a hacerlo ensayando, antes de que tengamos que hacerlo en serio". Don Quijote consiste en dos sat¨¦lites que se lanzan de forma independiente. Uno, Sancho, se queda orbitando en torno al asteroide y observ¨¢ndolo todo, mientras el otro, Hidalgo, se suicida contra la roca intentando darle el empuje que la desviar¨¢.
Apophis, en principio, no es un objetivo para Don Quijote. Pero las cosas podr¨ªan cambiar a partir de 2013. Entonces, Apophis ser¨¢ observable de nuevo, y se podr¨¢ recalcular su ¨®rbita. Lo m¨¢s probable es que se elimine la posibilidad de choque en 2036, pero ?y si no? "Entonces tal vez habr¨ªa que hacer algo", apunta desde Pisa el investigador. En 2005, cuando la Navidad fat¨ªdica ya hab¨ªa quedado atr¨¢s, 2004 MN4 fue bautizado Apophis. Es el nombre griego del dios egipcio Apep, El Destructor.
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