Las pantallas de la lengua
Oficialmente es el a?o de la ciencia, pero a fecha de abril gana por goleada el en¨¦simo a?o de las letras, rama ficci¨®n, y muy por encima del famoso a?o del Quijote que todav¨ªa colea. Bast¨® que V¨ªctor de la Concha organizara en el pa¨ªs de Gabo el Congreso de la Lengua, presentara all¨ª la nueva gram¨¢tica, la edici¨®n definitiva de Cien a?os de soledad y se sondearan las posibilidades de una neo-ortograf¨ªa, para que el acontecimiento medi¨¢tico de Cartagena de Indias arruinara a la ministra Mercedes Cabrera la celebraci¨®n de su muy querido a?o de la ciencia, que era toda una novedad de futuro en un pa¨ªs tan contumazmente literato.
Nuestra lengua ser¨¢ cada vez m¨¢s global y, s¨ª, tendr¨¢ cada d¨ªa m¨¢s repercusiones econ¨®micas positivas en nuestra (o nuestras) balanza de pagos y la cuenta de resultados. Nadie lo duda, y bienvenido sea el punto de vista industrial para medir y valorar la importancia del espa?ol, esa tecnolog¨ªa que adquirimos gratis nada m¨¢s nacer. Pero este pa¨ªs todav¨ªa no admite dos celebraciones al mismo tiempo, y encima, de envergadura tan distinta. Porque el exitoso congreso de Garc¨ªa de la Concha, ante todo y tal como est¨¢n por aqu¨ª los asuntos culturales, signific¨® la derrota, por aplastamiento medi¨¢tico, de las celebraciones previstas por la ministra Mercedes Cabrera para el a?o de la ciencia.
En principio, no son dos acontecimientos contradictorios porque sabemos desde Sausurre y Alarcos que el idioma es rigurosamente neutral respecto a los contenidos de las letras y las ciencias. Es m¨¢s, desde el siglo XIII, tan importantes para la difusi¨®n de la lengua son los hechos cient¨ªficos como los literarios. Nadie me quita de la cabeza que aquel prestigio global que en su d¨ªa tuvo la lengua francesa, ahora en total decadencia, le debi¨® much¨ªsimo m¨¢s al esp¨ªritu de aquella Ilustraci¨®n, que por primera vez supo combinar mod¨¦licamente los saberes de la ciencia, las tecnolog¨ªas y las artes de su tiempo, que entonces lleg¨® a ser un maravilloso todo cultural, que a la producci¨®n literaria del pa¨ªs. La prueba es que seguimos llamando al franc¨¦s la lengua de Voltaire y Diderot, y la Enciclopedia (o como pronuncian los j¨®venes de este peri¨®dico, "aquella Wikipedia del XVIII") sigue siendo el formato de referencia, por encima de las ficciones, las l¨ªricas y las bellas letras.
De la misma manera, helas, que es bien sabido, incluso irrefutable, que la actual hegemon¨ªa global de la lengua de Shakespeare le debe mucho m¨¢s al intenso e ¨ªntimo tr¨¢fico que el ingl¨¦s ha tenido y tiene en este ¨²ltimo siglo y pico con los discursos cient¨ªficos y tecnol¨®gicos de vanguardia, incluida su inclinaci¨®n por el formato pantalla en detrimento del formato libro, que a las ficciones producidas en Anglosajonia y a pesar de la innegable calidad literaria de las ¨²ltimas cosechas norteamericanas.
El problema de los chicos de letras del amigo Garc¨ªa de la Concha, que fue disc¨ªpulo de Alarcos, lo mismo que mi querida Mercedes Cabrera, es que consideran que la gran batalla del espa?ol en este nuevo siglo y en su lucha contra ese ingl¨¦s global y dominante se plantear¨¢ y ganar¨¢ exclusivamente en el viejo territorio de la ficci¨®n novelera, producida por intelectuales de letras y desde el formato libro.
Es un muy extendido error garrafal (y bastante mid-cult) que conviene corregir y que de antemano le concede al ingl¨¦s la primac¨ªa como lengua global. Pens¨¦moslo durante dos minutos. Mientras el ingl¨¦s domina de arriba abajo esas nuevas ciencias, tecnolog¨ªas y pantallas de laboratorio (y de entretenimiento, claro) que ahora intenta celebrar la nieta del f¨ªsico Cabrera, un h¨¦roe republicano que tuvo que exiliarse y fue nuestro sincronizador con la gran ciencia de su tiempo, Moncloa se rodea progresivamente de literatos de ficci¨®n, algunos muy valiosos, que est¨¢n convencidos de que el futuro del idioma y de la cultura nacional pasa prioritariamente por el formato novela y que por su especialidad en ficciones, l¨®gicamente, no suelen tener demasiadas relaciones diplom¨¢ticas con la sociedad del conocimiento, que ahora le dicen a la complejidad cultural.
Si a esto le a?adimos que las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y la comunicaci¨®n son las nuevas m¨¢quinas de lengua (el exacto lugar donde habla y se habla el globo) y que esas pantallas conectadas son el formato favorito de la ciencia y el futuro indiscutible de las vanguardias art¨ªsticas juveniles, pues confieso que soy bastante pesimista respecto al espa?ol a pesar del Quijote y Cien a?os, esos dos enormes entretenimientos globales producidos por el antiguo formato prestigioso.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.