Gru?ido
Hab¨ªa que ver las caras al d¨ªa siguiente, cuando el estupor empezaba a disiparse y la magnitud del desastre se perfilaba con claridad. La avalancha de chistes (el patrocinio de Seven Up...) y el sarcasmo de los rivales dol¨ªan, pero lo que m¨¢s oprim¨ªa el pecho era la conciencia del pecado indeleble. Pasar¨¢n los a?os y el 7-1 seguir¨¢ ah¨ª, una mancha eterna en los anales. Luciano Spalletti quiso que la plantilla al completo diera la cara y cada uno farfull¨® el mantra que le correspond¨ªa: "Hay que preservar la unidad" (Totti), "Todo nos sali¨® mal y a ellos todo bien" (Panucci), "con el 2-0 tuvimos demasiada prisa por marcar" (De Rossi), "nos faltan suplentes" (Spalletti). Qu¨¦ se le va a hacer. La mec¨¢nica m¨¢s fina del calcio revent¨® en Old Trafford: un muelle por aqu¨ª, una tuerca por all¨¢. Un reloj destripado. Una l¨¢stima.
Gattuso convive con Maldini, Pirlo, Seedorf, Kak¨¢ y Ronaldo. Cuando habla, todos escuchan
Por alguna raz¨®n, el desastre del Roma en Manchester y el ¨¦xito del Milan en M¨²nich generaron una misma reflexi¨®n, quiz¨¢ deprimente, en numerosos comentarios: el hombre que marca la diferencia, el futbolista italiano m¨¢s relevante en el calcio de hoy, es uno de esos tipos tan listos que prefieren pasar por tontos, torpes y obcecados. Se trata, como es obvio, de Gennaro Gattuso.
?l sigue empe?ado en preservar su mala fama. Tras un partido de Italia en el pasado Mundial, un periodista le coment¨® que hab¨ªa sido el jugador m¨¢s destacado de la selecci¨®n. Cualquier otro habr¨ªa respuesto con una ?o?ez de manual. Gattuso, no. "No empecemos insultando al f¨²tbol", mascull¨®. Pero la evidencia empieza a ser demasiado meridiana como para ocultarla tras un par de gru?idos. El mismo Carlo Ancelotti lo reconoce: "En una escala del 1 al 10, la importancia de Gattuso en el Milan es de 10. Gattuso es el alma del equipo".
Los amigos le llaman Rino. Los tifosi, Ringhio (gru?ido). Los puristas del f¨²tbol le retirar¨ªan, si pudieran, la licencia federativa. Muchos le consideran un descendiente no evolucionado de los Stiles, los Vogts, los Stielike: perros de presa, sicarios al servicio del t¨¦cnico. El respeto que se le depara en el vestuario de Milanello indica, sin embargo, que Ringhio es algo m¨¢s que eso. Gattuso convive con un t¨®tem viviente como Maldini, un delineante mudo como Pirlo, un eg¨®latra hiperactivo como Seedorf y un par de talentos como Kak¨¢ y Ronaldo y, cuando ¨¦l habla, los dem¨¢s escuchan. Cuando grita, los dem¨¢s reaccionan. Cuando bromea, los dem¨¢s r¨ªen.
Su presencia basta para relajar tensiones. Como Goliath para el Capit¨¢n Trueno, Bisc¨²ter para Carvalho, Sancho Panza para el Quijote o Haddock para Tint¨ªn, representa la comedia, la humanidad, el alma. Naci¨® en Marina de Schiavonea, Calabria profunda, y cuando le fich¨® el Glasgow Rangers cenaba cada noche en un restaurante italiano; se cas¨®, como corresponde, con la hija del due?o y, a su regreso a Italia, se construy¨® una mansi¨®n de indiano en Marina de Schiavonea.
Un futbolista con barba es rid¨ªculo o especial. S¨®lo se recuerdan los especiales: el ¨²ltimo Best, el gran Hulshoff del Ajax, el belga Gerets, el doctor S¨®crates. Con su barba, su autoiron¨ªa, sus pies cuadrados y sus ojos de Mart¨ªnez Soria, Ringhio parec¨ªa condenado al chiste. Se ha convertido, en cambio, en una prueba viviente de que en el f¨²tbol, como en cualquier otro oficio, es posible aprender y mejorar, incluso cuando el talento natural es limitado. Gennaro Gattuso, campe¨®n del mundo, de Europa y de Italia, se retirar¨¢ alg¨²n d¨ªa con un palmar¨¦s asombroso.
Un secreto: no tiene los pies cuadrados. Un dato estad¨ªstico: no es un jugador violento. Una evidencia: a ¨¦l nunca le meter¨¢n siete.
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