El Cid gana otra batalla

Cartel de lujo. Y con los toros del viv¨ªsimo abuelo de Galapagar. ?Se puede pedir m¨¢s? S¨ª, que embistan. S¨ª, que toreen. Y embistieron. Y hubo toreo.

All¨¢ iba El Cid, dispuesto a continuar el idilio que mantiene con Victorino, a no dar batalla por perdida. Sali¨® Bordo?¨¦s, un c¨¢rdeno, y desde que lo vio, lo mim¨®; no lo dej¨® tocar. Meti¨® la cabeza en ver¨®nicas que fueron creciendo y lamiendo la arena lleg¨® al penco, al que derrib¨® y luego levant¨®. Trabajo tan esmerado le vali¨® una ovaci¨®n. Y a¨²n se hab¨ªa de esmerar m¨¢s. Lo mimaba -era un ca?¨®n-: el capote suave, volando a media altura, el quite reposado, y Espinosa, el piquero, pas¨® el port¨®n entre palmas. El animal estaba justo, era bravo: triunfo seguro. Se arranc¨® de lejos a la muleta y rompi¨® a hervir el caldo. En la primera serie los redondos eran un lujo y, entre m¨²sica y palmas, se empez¨® a recrear. En la segunda lo llevaba metido en la tela, como a un ni?o, y ya en la izquierda, haciendo el avi¨®n, el hocico en la arena, planeaba r¨ªtmico como un reloj. All¨ª llegaron los naturales m¨¢s naturales, y los de pecho m¨¢s largos, al hombro contrario. Borracho de torear le dio dos desplantes de gratitud y algunos empezaron a pedir el indulto, pero El Cid, con buen criterio, se ech¨® en lo alto y se abrazaba a Alcalare?o cuando el presidente sac¨® el pa?uelo blanco por segunda vez.

Al rematar la sexta ver¨®nica que recibi¨® el quinto, El Cid vio de reojo entreabierta la puerta del Pr¨ªncipe. Y volvi¨® a los cuidados, el capote dulce con planeo alto hacia Parr¨®n, que pic¨® liviano en la cruz. Lo cit¨® en el centro y tosieron dos se?ores, tal era el silencio. El toro, bravo y con casta, no era tan claro como el primero pero El Cid no dudaba, le forzaba, con energ¨ªa, tirando bien con la izquierda, venciendo y convenciendo. Se estaba cargando la plaza de electricidad y lleg¨® una serie larga, ligada, curvil¨ªnea, rematada e iluminada con un farol. En la siguiente, natural y lenta, se desbord¨® la emoci¨®n. Tambi¨¦n estaba el diestro emocionado cuando rubric¨® con dos firmas y un ayudado. Luego se vaci¨® en la estocada, y el toro, tras levantar de un puntazo al puntillero, cay¨®. La puerta del Pr¨ªncipe estaba esperando.

El veterano Liria sabe bien lo que es este ganado. No tuvo el mejor lote, pero tampoco estuvo como sabe. Al primero, un encastado que le dio rasgones en capote y muleta, pese a estar bien picado por S¨¢nchez, le volvi¨® la sangre fiera de su casta. Al primer pase le dej¨® la espada que escond¨ªa la franela como una alcayata y el resto fue todo hacerle pasar, sin perderle la cara un segundo, apart¨¢ndose de los derrotes y la cabeza r¨¢pida del entrepelado. Se aplaud¨ªa su valor pero las tablas fueron tibias tras el arrastre: le hab¨ªa faltado decisi¨®n. E igual pas¨® con el cuarto, media tonelada c¨¢rdena a la que esper¨® de rodillas, en silencio sepulcral que se hizo eterno. Tal vez le dio tiempo a repasar toda su vida. Tambi¨¦n aqu¨ª se hubo de limitar a esquivar su mirada aviesa y buscadora y sus c¨¢rdenas intenciones.

Cort¨¦s a¨²n nota el tacto de los cuatro trofeos en las manos. Y eso a lo mejor le impidi¨® estar. Se le fue un bravo tercero. No se pon¨ªa en el sitio. Ni ¨¦l ni la muleta. Tambi¨¦n en el sexto le perdi¨® la precauci¨®n. Aunque dibujaba buenas curvas con la muleta, estaba fuera del lugar del embroque y no encontr¨® el punto donde surge el esc¨¢ndalo. Que es el de mandar y templar. Y aligerar, porque se puso un poco pesado. Menos mal que la estocada entr¨® suave y f¨¢cil.

LA CORRIDA DE HOY. Toros de Zalduendo para Morante de la Puebla, El Juli y Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares. Digital + retransmite el festejo a las 18.30.