Corriente
EN ELOGIO de la verdad (N¨®rdica) es el t¨ªtulo de una novela del escritor sueco Torgny Lindgren (Norsj?, 1938), reci¨¦n publicada en castellano, que da, en principio, la impresi¨®n de ser una m¨¢s de entre el creciente mont¨®n de relatos actuales sobre el mundo del arte, que con la excusa de denunciar su comercializaci¨®n se aprovechan del escandaloso ruido de monedas que produce este boyante mercado. Suelen ser novelas de medio pelo, con intrigas de medio pelo y, sobre todo, con una moralina de medio pelo. Hay en ellas, claro, una n¨ªtida divisi¨®n entre buenos y malos, rodeados, eso s¨ª, del suficiente n¨²mero de regulares para mantener cierta tensi¨®n intrigante. El bueno siempre es el artista, y el malo, el mercader, reserv¨¢ndose el papel de los regulares al, seg¨²n el caso, falsificador, coleccionista, cr¨ªtico o historiador de arte, director de museo o simple aficionado. Todos estos personajes evolucionan a partir de una trama semipoliciaca, que no guarda m¨¢s relaci¨®n con la realidad que la que cuentan los peri¨®dicos de todo el mundo, que, en relaci¨®n con el arte, est¨¢ cortada por el mismo patr¨®n de lo espectacular: el escandaloso precio que alcanzan las obras y sus necesarias derivadas de costes, robos y falsificaciones. Lo ¨²nico que nunca acaba de explicarse en estas cr¨®nicas o relatos es por qu¨¦ el artista es el ¨²nico bueno en un mundo donde todos los dem¨¢s son truhanes o serios candidatos a serlo.
El argumento de la novela citada de Lindgren no deja de contar con estos ingredientes, m¨¢s que falsos en s¨ª, por lo general, falsificados, esp¨²reos. No obstante, seg¨²n avanza en su lectura, uno se percata de que las denuncias de Lindgren no se dirigen tanto a ensalzar a los buenos a costa de los malos o de los regulares, ni tan siquiera, tampoco, a defender la verdad sobre la mentira, sino a escarbar en la costra endurecida de nuestra alienante inautenticidad vital, a partir de la cual el arte y la moral carecen de sentido real o realizable. Los protagonistas de En elogio de la verdad son Theodor, un enmarcador de cuadros que descubre casualmente una obra maestra de un m¨ªtico pintor sueco llamado Nils von Dardel, al que este hallazgo, del que no desea sacar ninguna clase de provecho, le destrozar¨¢ la vida, y su amiga Paula, una joven superdotada para la m¨²sica, al que su ¨¦xito como cantante pop le arrebatar¨¢ pr¨¢cticamente todo. Theodor y Paula son lo que son: ni buenos, ni malos; ni listos, ni tontos; ni, en realidad, estar¨ªan a contracorriente si no fuera porque no acaban de entender ad¨®nde quiere llevarles la corriente, que, por lo general, como afirmaba el cl¨¢sico, m¨¢s que conducir, arrastra. Pero el problema de fondo en la actualidad, seg¨²n Lindgren, es que lo ¨²nico corriente es la corriente y que la ¨²nica forma de sustraerse a ella es fabricarse parad¨®jicamente una falsa identidad para no ser reconocido. De tal manera que, a la postre, la ¨²nica opci¨®n para parecer veraz es falsificarse, con lo que se comprende que Theodor y Paula concluyan su accidentado periplo existencial acudiendo a los servicios de un cirujano pl¨¢stico, no para que los haga m¨¢s guapos, sino distintos y, por tanto, irreconocibles. ?Ser¨¢ ¨¦sta la ¨²nica salida para el arte hoy, bueno, malo o regular?
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