'Sapore italiano'
Mezclando varias generaciones de vanguardistas italianos del siglo XX a trav¨¦s de una cuidada selecci¨®n de obras, lo cual es ya una se?al de distinci¨®n muy acreditada de la casa, he aqu¨ª una colectiva cuyos dos signos de definici¨®n -lo italiano y lo moderno- pueden parecer en principio demasiado gen¨¦ricos, sin, en realidad, serlo. Y si no lo son, no es porque yo lo diga, sino porque estos principios se nos ofrecen, aqu¨ª y ahora, a la vista; o sea: operativos. Porque ?qu¨¦ es lo que relaciona a Giorgio Morandi, nacido en 1890, a Lucio Fontana, que lo hizo en 1899, a Fausto Melotti, en 1901 o a Antonio Calderara, en 1903, con Alghiero Boetti y con Ettore Spaletti, ambos en 1940? Pues de entrada, s¨®lo la nacionalidad y su adscripci¨®n a la vanguardia, cuando ¨¦sta todav¨ªa exped¨ªa c¨¦dulas de identidad.
ARTE ITALIANO
Boetti, Calderara, Fontana, Melotti, Morandi, Spalletti Galer¨ªa Elvira Gonz¨¢lez General Casta?os, 3. Madrid Hasta el 3 de mayo
No obstante, y esto es el m¨¦rito pretendido por los organizadores de la muestra, tambi¨¦n algo m¨¢s, siendo ¨¦se mas no s¨®lo una misma o semejante sensibilidad com¨²n, sino una obsesi¨®n compartida por la retracci¨®n, que ha tenido muy diversas interpretaciones en el arte del siglo XX entre 1920 y 1960: la estadounidense, de puritano formalismo, que concluy¨® en el arte minimal; y la italiana, o, si se quiere, la latina, de trasfondo cat¨®lico, sensual y barroco, que se sustanci¨® en el arte povera y sus derivados.
Est¨¢ claro que, en la presente convocatoria, se nos intenta zambullir en la segunda, que adem¨¢s tiene un calado hist¨®rico mucho m¨¢s alargado y profundo, lo que significa que no se conforma con remitirnos s¨®lo a lo contempor¨¢neo, sino a lo que este horizonte arrastra por detr¨¢s. Desde esta perspectiva del atr¨¢s o de las espaldas del tiempo, el desaf¨ªo es, por fuerza, m¨¢s exigente, sobre todo, si tenemos en cuenta que de lo que aqu¨ª se trata es de analizar c¨®mo se aplica o sobrevive la retracci¨®n vanguardista cuando lo que se intenta moler en la retorta no es lo que queda tras Marcel Duchamp, Kasimir Malevich o Piet Mondrian, sino, por as¨ª decirlo, tambi¨¦n los restos de Masaccio o Piero della Francesca, que siguen ah¨ª, nunca, por cierto, del todo liquidados.
?Es demasiado excesiva la
apuesta la de recoger una tan alargada tradici¨®n coral en tan s¨®lo media docena de voces supervivientes? La respuesta conceptualmente no es simple, pero no se nos hace una proposici¨®n ensay¨ªstica, sino, como antes he dicho, operativa. Y las obras, desde luego, cantan y lo hacen con una melod¨ªa por la que el creciente adelgazamiento expresivo no quiebra la ductilidad, ni la sensualidad, ni el refinamiento, ni, incluso, casos de Morandi y Fontana, el dramatismo. De tal manera que el visitante, casi sin percatarse de ello, acaba como inundado de una atm¨®sfera sensible muy "sapore italiano", lo cual, al margen de la eventual mayor o menor satisfacci¨®n que esta envoltura le produzca en su piel, le obliga a pensar, entre otras cosas, acerca de si la retracci¨®n art¨ªstica de nuestra ¨¦poca necesariamente debe pasar por obviar el cuerpo, ese abrevadero inmemorial del arte o de lo que de ¨¦ste reta por el momento.
En cualquier caso, al margen de estas divagaciones, nadie dotado con algo, en efecto, de sensibilidad, podr¨¢ arrepentirse de visitar esta exquisita exposici¨®n de la media docena de consagrados maestros italianos del siglo XX, entre los cuales tan s¨®lo uno, Spaletti, sigue vivo y coleando.
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