El sentido de morir
El culto a la vida, la juventud, la salud, el bienestar y la felicidad inundan nuestra vida, as¨ª que resulta dif¨ªcil hablar sobre la muerte sin ser tachado de inoportuno. "Es domingo, por favor, no me hable de la muerte ahora. Ma?ana tampoco, es lunes… Muerte, mal rollo. Paso p¨¢gina. Quiero sensaciones, est¨ªmulos, sentirme vivo, leer la p¨¢gina de deportes, desconectar de la realidad…". Como dir¨ªa Jordi Pujol, hoy no toca. Es l¨®gico. Nunca hay tiempo para este asunto al que esquivamos como a un acreedor.
No es mi intenci¨®n amargarle el d¨ªa. Todo lo contrario. Quisiera abordar una cuesti¨®n que a todos nos pasa por la cabeza, pero que tambi¨¦n todos rechazamos: que alg¨²n d¨ªa vamos a morir. En cierta ocasi¨®n, I?aki Gabilondo me dijo: "Todo el mundo sabe que un d¨ªa morir¨¢, pero casi nadie se lo cree". Es cierto. Pi¨¦nselo. Usted cuenta con que algo evitar¨¢ su muerte; no sabe qu¨¦, pero algo, porque no se imagina ajeno a s¨ª mismo. "Vivimos esta vida como si llev¨¢semos otra en la maleta", dijo Hemingway.
Inmortales. Me gustar¨ªa plantear una pregunta extra?a: ?de qu¨¦ sirve morirse? Responder no es sencillo. As¨ª que pensemos lo contrario: que, a pesar de envejecer, no nos muri¨¦semos nunca (como en Las intermitencias de la muerte, de Saramago). Imagine una existencia sin final, levantarse d¨ªa tras d¨ªa a sabiendas de que siempre habr¨¢ un ma?ana, que no podr¨¢ dejar de respirar, de trabajar, de enfermar y sanar. Ante un futuro sin final, la mayor¨ªa exclama: "Ser¨ªa horroroso que esto no acabase nunca…, ser¨ªa incluso peor que morirse". Eso no significa ser infeliz o desdichado. Una vida sin final ser¨ªa insufrible porque nadie puede escapar a la insoportable levedad del ser, como dijo Kundera. S¨®lo soportamos "ser" si alg¨²n d¨ªa habr¨¢ un "no ser".
Una vida sin sentido. La muerte, entre muchas otras funciones, tiene la misi¨®n de dar sentido a la vida. Una vida sin final ser¨ªa una vida sin sentido. Morir supone un compromiso con nosotros mismos. No hay segundas oportunidades, Life is not a rehearsal (La vida no es un ensayo), como se titula el libro de David Brudnoy. La vida es una obra de teatro de una ¨²nica representaci¨®n y por eso vale tanto la pena. Gabilondo me dijo tambi¨¦n que las personas con mayor grado de conciencia sobre la certeza de su muerte son las m¨¢s realizadas: se entregan en mayor medida a lo que les llena. La vida no es un ensayo, as¨ª que no la desperdician.
Raymond A. Moody, en su libro Vida despu¨¦s de la vida, analiz¨® las experiencias de personas declaradas cl¨ªnicamente muertas y luego reanimadas. Su obra fue una convulsi¨®n en Occidente, al hablar de pervivencia de la conciencia tras la muerte f¨ªsica. Sus tesis fueron tachadas de alucinatorias por la comunidad cient¨ªfica. Eso nos lleva a la eterna e irresoluble pregunta de si hay algo despu¨¦s de la muerte. Es lo que m¨¢s nos preocupa a todos. Aunque no acabo de entender por qu¨¦. Me explicar¨¦. Cuando nos muramos, pueden pasar dos cosas: a) que no haya nada, o b) que haya algo.
En el primer caso significa que se acab¨®. Fin. Game over. Se acab¨® usted, se acab¨® yo, se acab¨® lo que se daba. Si despu¨¦s no hay nada, la ¨²nica pregunta que tiene sentido formularse es si uno modificar¨ªa su vida actual. Piense la respuesta. Imagine que tuviese la certeza de que tras la muerte no hay nada m¨¢s. ?Vivir¨ªa diferente? ?Cambiar¨ªan sus valores? ?Su moral? ?Dejar¨ªa a su pareja? ?Se tornar¨ªa despiadado? ?Violento? La verdad, creo que no. Que seguir¨ªa siendo m¨¢s o menos igual de bueno, malo, generoso, ego¨ªsta, triste y alegre… Si vive del modo que vive es porque as¨ª tiende a sentirse bien. Lo que uno desea es estar bien consigo mismo, y bas¨¢ndose en eso act¨²a. La segunda opci¨®n es que haya algo tras la muerte: reencarnaci¨®n, resurrecci¨®n, uni¨®n con Dios, para¨ªso… No lo podremos averiguar hasta que muramos, as¨ª que lo mejor es esperar y, mientras, vivir como mejor nos sintamos, estar bien con nosotros mismos, que es lo que ya hacemos y lo que har¨ªamos si no hubiese nada tras la muerte. O sea, que tanto si hay algo despu¨¦s como si no lo hay… ?la decisi¨®n es la misma!: vivir conforme a los propios valores.
Voluntad de ser. Me gustar¨ªa acabar con algo que no puedo demostrar, pero en lo que creo: morir, en el sentido metaf¨ªsico, es una decisi¨®n. La ¨²ltima que tomamos con vida. La psic¨®loga Fran?oise Dolt¨® sostiene que cuando somos concebidos confluyen tres voluntades humanas (sin entrar a considerar si hay alguna divina): la de nuestro padre y nuestra madre, y… nuestra propia voluntad de ser. Nuestra apariencia f¨ªsica depende de uno entre millones de espermatozoides con un ¨®vulo determinado. Es fortuita. Pero nuestra voluntad de vivir no puede serlo. Nuestra voluntad de ser y vivir es, seg¨²n Dolt¨®, independiente de nuestro cuerpo. Bien, es s¨®lo una hip¨®tesis (imposible de demostrar). Pero si fuese cierta, podemos inferir que morir es una decisi¨®n que emana de nuestra voluntad. Nadie quiere morir, enti¨¦ndanme, me refiero a que el acto de morir va m¨¢s all¨¢ de lo fisiol¨®gico. El coraz¨®n no lo detenemos con la voluntad; si nos matan, tampoco hay voluntad de morir. Pero, de ser verdad que nuestra voluntad decide unirse a un cuerpo determinado en el momento de nuestra concepci¨®n, para abandonarlo tambi¨¦n ha de ser esa voluntad la que act¨²e. Quiz¨¢ nuestra conciencia no sea m¨¢s que esa voluntad. Por ello, morir no s¨®lo tiene sentido, sino que es lo que da sentido a nuestra vida. Es el momento cumbre de nuestra voluntad, nuestro acto m¨¢s libre y, por ende, la mayor liberaci¨®n. Feliz domingo.
Fernando Tr¨ªas de Bes es profesor de Esade, conferenciante y escritor.
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