Mitolog¨ªa
Al inicio de los a?os sesenta, en mi primer viaje a Par¨ªs fui en busca de los lugares m¨ªticos que hab¨ªa le¨ªdo en los libros. En medio de la caspa del franquismo hab¨ªa imaginado que las callejuelas del Barrio Latino, reci¨¦n regadas, ol¨ªan por la ma?ana a croas¨¢n tierno y una chica con cola de caballo, que luego ser¨ªa la Maga de Rayuela, cruzaba en bicicleta el Pont Neuf. En la rue de Seine, casi esquina al bulevar Saint Germain, estaba el hotel La Louisiane. Sab¨ªa que all¨ª sol¨ªan hospedarse m¨²sicos del jazz. Miles Davis, John Coltrane, Charlie Parker; tambi¨¦n all¨ª hab¨ªan vivido varios a?os Sartre y Simone de Beauvoir en una habitaci¨®n con cocina y all¨ª Albert Camus se ve¨ªa con su amante Juliette Greco, una de las hu¨¦spedes estable. Era un hotel costroso, viejo y lleno de glamour en cuyo ascensor diminuto pod¨ªas cruzarte con profesores alemanes y modelos de alta costura norteamericanas. En la calle hab¨ªa un mercadillo de carne, frutas y verduras. A unos pasos estaba el caf¨¦ de Flore y muy cerca el estudio donde Picasso hab¨ªa pintado el Guernica. Recuerdo como uno de los mayores placeres de mi vida haber llegado a ese hotel una tarde calurosa de abril, haber dejado la maleta y haber realizado la primera descubierta por los alrededores. En aquel viaje a Par¨ªs, herido como iba de lecturas, cumpl¨ª el rito yendo en busca de la Cloiser¨ªe des Lilas, de la Coupole, del Harry?s bar, de la rue Ode¨®n, 12, donde Silvia Beach ten¨ªa la librer¨ªa Shakesperare & Company. Ahora era una mercer¨ªa muy humilde, pero una placa recordaba que all¨ª se hab¨ªa editado el Ulises de Joyce. En el teatro Saint Martin acababan de estrenar el musical Hair, el de los hipies floridos contra la guerra de Vietnam. A?os despu¨¦s llegar¨ªa la explosi¨®n de Mayo del 68. Desde Madrid ve¨ªa el bulevar de Saint Michel en llamas, el encierro de los estudiantes en el teatro Ode¨®n, sus proclamas en las paredes. Tal vez yo era el ¨²nico espa?ol que no estaba all¨ª. Sucedi¨® algo parecido con la tarde en que Garc¨ªa Lorca se iba a Granada. Fueron una multitud los que tomaron caf¨¦ con ¨¦l antes de que subiera al tren que le llevar¨ªa a la muerte. Ayer, en un reportaje de las elecciones francesas las c¨¢maras de televisi¨®n enfocaron a la socialista S¨¦gol¨¨ne Royal en el mercadillo de la rue de Seine, al pie de La Louisiane. Con la fuerza de la Magdalena de Proust esas im¨¢genes me han devuelto la melancol¨ªa de aquellos d¨ªas cuando a¨²n cre¨ªa que la libertad y la vida s¨®lo estaban en los libros y que no hab¨ªa nada en el mundo como ser joven en Par¨ªs.
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