El derecho al paisaje en condiciones de igualdad
El t¨ªtulo de ¨¦ste art¨ªculo ha sido transcripto del nuevo Estatuto de Andaluc¨ªa. El paisaje ha existido siempre; sin embargo, reci¨¦n durante la primera revoluci¨®n industrial se le descubri¨® gracias al inter¨¦s est¨¦tico de los pintores, primero los rom¨¢nticos, luego ya inmersos en la vor¨¢gine urbana, los de las vanguardias. Los intelectuales del siglo XX comenzaron a preocuparse sobre el tema y finalmente, en la sociedad de las TIC se lo ha llevado al ¨¢mbito operativo y al de la especulaci¨®n te¨®rica. "Cualquier parte del territorio percibido es paisaje", dice la Convenci¨®n Europea del a?o 2000, de lo cual podemos deducir que todos somos actores (lo modificamos) y espectadores (lo disfrutamos o lo sufrimos) pero ninguna persona con nombre y apellido es responsable de su depredaci¨®n, de su destrucci¨®n o de su deterioro. Lo somos todos.
En Andaluc¨ªa, cinco Consejer¨ªas comparten competencias sobre el paisaje pero ninguna de ellas tiene la responsabilidad plena, por lo cual, se ha creado el Centro de Estudios Paisaje y Territorio y, el pasado mes se present¨® en un Encuentro multidisciplinar en el que participaron varios directores generales de la administraci¨®n auton¨®mica y el director general del Paisaje de Catalu?a. Es la manera andaluza de dar continuidad a los convenios y convenciones internacionales que ojala tenga ¨¦xito en sus prop¨®sitos. Ha empezado con una interesante exposici¨®n que podemos disfrutar en el Convento de Santa In¨¦s, hecha bajo la responsabilidad intelectual del pintor Lacomba.
El paisaje es el resultado de la relaci¨®n de la sociedad con su entorno. Como tal, es un producto cultural fr¨¢gil, un resultado din¨¢mico en permanente cambio vinculado antes que al orden, se quiera o no, a la naturaleza y a la est¨¦tica. Precisamente por ello quiz¨¢ sea m¨¢s adecuado identificarlo como un proceso abierto, inacabado, en el que intervienen factores cuantitativos previsibles (por ejemplo, las formas de ocupaci¨®n del territorio) y otros imprevisibles (los factores clim¨¢ticos, humanos, financieros y hasta pol¨ªticos). En ¨¦l, todos estamos implicados.
Pero, ?el arquitecto es consciente, tanto como el ingeniero de Caminos, de que, en el fondo, dise?a paisaje? ?Existe una metodolog¨ªa adecuada para ello? El campesino de toda la vida, tanto como el due?o de una empresa agroindustrial, ?sabe que est¨¢ modificando el paisaje constantemente? ?Existen normas para hacerlo de manera adecuada? ?Conocen las empresas de telefon¨ªa y de electricidad que sus torres afectan negativamente al paisaje? ?Incumplen alguna normativa? ?Con qu¨¦ criterio est¨¢n cubriendo miles de hect¨¢reas de suelo las empresas de energ¨ªa solar? ?Bajo qu¨¦ consideraciones levantan las enormes aspas los t¨¦cnicos de las empresas de energ¨ªa e¨®lica? Y a todo esto, ?qu¨¦ dice la Direcci¨®n General de Energ¨ªa? ?A qu¨¦ normativa puede acudir la Consejer¨ªa de Cultura, de Medio Ambiente, de Agricultura o de Obras P¨²blicas para impedir que las palas mec¨¢nicas destruyan, como lo est¨¢n haciendo en este momento, uno de los m¨¢s bellos paisajes que podemos (?pod¨ªamos?) disfrutar desde los Jardines de Forestier en Castilleja de Guzm¨¢n, declarados Bien de Inter¨¦s Cultural? ?Es posible impedir que las canteras contin¨²en desgarrando sin misericordia las monta?as; que las empresas inmobiliarias sigan suplantando impunemente la topograf¨ªa natural con relieves de ladrillo y cemento o que corten sin importarles nada las monta?as como si fueran queso?
El paisaje es un tema interesant¨ªsimo; incluso lo ha sido hasta para los fil¨®sofos, no se diga para un artista o un intelectual con un m¨ªnimo de sensibilidad; pero, como problema, ante todo, exige acci¨®n, iniciativas que partan de la realidad concreta antes que acad¨¦mica, que sean m¨¢s proclives a controlar la calidad de la pr¨¢ctica profesional, a estimularla y ayudarla.
Catalu?a tiene una Ley. Seg¨²n el director del Paisaje, los resultados son positivos. Seguramente es as¨ª porque incluso respondi¨® satisfactoriamente sobre asuntos de plena y espinosa actualidad. Los pa¨ªses de nuestro entorno europeo desde hace m¨¢s de cuarenta a?os tienen una normativa espec¨ªfica del paisaje. Han postergado las grandes definiciones, las elucubraciones te¨®ricas, las campa?as de sensibilizaci¨®n y, con inter¨¦s pedag¨®gico, lo primero que han hecho es: identificar los componentes del paisaje, adoptar una clasificaci¨®n operativa, hacer un inventario de paisajes y visualizar los ¨¢mbitos de actuaci¨®n prioritaria. En nuestro caso podr¨ªan ser: franjas de borde urbano, franja litoral, construcci¨®n de grandes infraestructuras, superficies para placas solares y torres e¨®licas, urbanizaciones masivas, implantaci¨®n de edificaciones singulares, recuperaci¨®n de ca?adas, veredas y caminos rurales. Los europeos, sobre todo, han establecido la coordinaci¨®n obligatoria de las administraciones para evitar la acumulaci¨®n indiscriminada de basura est¨¦tica sobre el territorio. Desde 1966, Suiza se ha convertido en un referente cuya experiencia debe tomarse en cuenta.
Sin una normativa espec¨ªfica, ?hasta donde podr¨¢ llegar el nuevo Centro Andaluz del Paisaje? ?El voluntarismo de las consejer¨ªas sobre este tema ser¨¢ suficiente? ?Qu¨¦ dir¨¢n los pol¨ªticos en su inminente campa?a electoral sobre el "derecho al paisaje en condiciones de igualdad"?
Jorge Benavides Sol¨ªs es profesor de la Escuela T¨¦cnica Superior de Arquitectura de Sevilla.
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