Tribus de sal¨®n (del c¨®mic)
?D¨®nde se meten el resto del a?o? El Sal¨®n del C¨®mic las atrae como abejas al panal, pero luego las tribus comiqueras se diluyen por la ciudad y resulta muy dif¨ªcil saber d¨®nde paran. La tribu m¨¢s representada en la Fira de Montju?c estos d¨ªas pasados era sin duda la de los aficionados al manga, m¨¢s bien aficionadas, reconocibles por su uniformes de escolares japonesas: trenzas con lacitos de colores, camisa blanca, pa?uelo al cuello, falda escocesa muy sucinta, calcetines altos ca¨ªdos y merceditas. Luego ven¨ªan los g¨®ticos, de riguroso negro, cadenas, imperdibles, plataformas en los pies y aspecto general siniestro, en busca de historietas de terror que llevarse a sus bibliotecas. Se dir¨ªa que los gal¨¢cticos pierden efectivos, pero no vistosidad: disfrazados a su antojo, siempre que el antojo fuera futurista, se arremolinaban frente a casetas que vend¨ªan todo tipo de complementos para sus aventuras espaciales, de manera muy especial una espadas jedi, a 180 euros la pieza, que una vez conectadas resultaban ser un festival de luz y sonido. Hab¨ªa tambi¨¦n bastante personal disfrazado de animales de dibujos animados: ignoro si se reconoc¨ªan como tribu, pero desde luego aportaban al conjunto una simp¨¢tica nota de color.
La mayor¨ªa era, sin embargo, gente normal no identificada: muchos padres con hijos -a saber qui¨¦n de los dos m¨¢s forofo del g¨¦nero- y muchos adolescentes en racimos, deambulando entre los puestos, sin rumbo reconocible, merendando sentados en el suelo o dibujando graffiti en las superficies previstas. La organizaci¨®n asegura que se han batido r¨¦cords de asistencia con cerca de 100.000 visitas, 5.000 m¨¢s que el a?o pasado. Estas cifras tan redondas son un poco sospechosas, pero la venta de entradas no suele enga?ar y desde luego las colas que se han formado ante las taquillas de la plaza de Espanya este fin de semana han sido un indicador claro del ¨¦xito de la convocatoria.
Se preguntar¨¢n qu¨¦ hac¨ªa all¨ª este cronista que ni es adolescente -desde hace bastante tiempo- ni, con perd¨®n, tampoco es un gran aficionado al g¨¦nero. Simplemente, uno es fiel a sus h¨¦roes de la infancia, muy especialmente a Tint¨ªn y Ast¨¦rix, a quienes este sal¨®n ha dedicado una atenci¨®n especial. El s¨¢bado daba una conferencia Numa Sadoul (Brazzaville, 1947), autor de una entrevista de referencia con Herg¨¦, Tint¨ªn y yo, cuya primera versi¨®n apareci¨® en Francia en 1975. Dramaturgo, novelista, director de escena y muy especialmente de ¨®pera -ha montado recientemente un espect¨¢culo sobre Bianca Castafiore, el ruise?or de Mil¨¢n salido del l¨¢piz del dibujante belga-, Sadoul no se mostr¨® muy optimista sobre el futuro del periodista de ficci¨®n. "Hay que resignarse a aceptar que Tint¨ªn es un cl¨¢sico. Se trata de una obra comercialmente muerta: s¨®lo cabe la posibilidad de reeditarla". Contundente. "A no ser que en el futuro alguien trate de lanzar nuevas aventuras, pero la situaci¨®n tendr¨ªa que cambiar mucho, porque la Fundaci¨®n Herg¨¦ no lo permite". Tal vez el cine: se anuncia una pel¨ªcula de Spielberg sobre Tint¨ªn. "Bueno, de eso se habla desde 1981, y Spielberg hizo antes la saga de Indiana Jones, que es muy parecida a las aventuras del periodista. Veremos qu¨¦ acaba pasando, pero no soy optimista. En general el cine ha tratado muy mal a Herg¨¦". En cambio, Sadoul reconoci¨® que la literatura generada por el h¨¦roe nacido en Le Petit Vingti¨¨me ha sido muy amplia para un personaje de c¨®mic. Autores como Pierre Assouline, Michael Farr y Beno?t Peters (los dos ¨²ltimos presentes en el sal¨®n) han escrito mucho sobre el complejo mundo de Herg¨¦. Seg¨²n Sadoul, eso ha ocurrido por un motivo: "Ni antes ni despu¨¦s se ha trabajado como lo hac¨ªa ¨¦l, se trata de un caso ¨²nico e irrepetible. En su estudio hab¨ªa gente especializada en coches, en aviones, en los gags, incluso en la calidad literaria de los textos. Un estudio renacentista, de producci¨®n limitada. Hoy ese modelo es irrepetible".
Snif. ?Pero qui¨¦n dijo nostalgia? A la salida de la conferencia, el cronista se pasea por la feria y se compra el ¨¢lbum Cuarenta y Seis (Panini Comics), de Milo Manara... ?y Valentino Rossi! (el 46 es el m¨ªtico n¨²mero que lleva en su moto). Dice Vincenzo Mollica en el pr¨®logo que el as, famoso por su simpat¨ªa y sus estrafalarias maneras de celebrar los triunfos, es un c¨®mic sobre dos ruedas. Por las p¨¢ginas desfilan su perro Guido, un pollo salido de la poller¨ªa Osvaldo (patrocinador inventado de la escuder¨ªa), Jim Morrison, Steve McQueen, Enzo Ferrari y un buen pu?ado de se?oritas de buen ver ligeras de ropa (no pod¨ªa ser de otro modo trat¨¢ndose de Manara). En fin, un delirio, en el que Rossi acaba perdiendo la carrera porque una parag¨¹era se ha quedado con su talism¨¢n de la suerte. Mal augurio. Efectivamente: Rossi, ayer, en Estambul, lleg¨® en d¨¦cimo lugar. Snif.
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