Los libros, ?cosa de mujeres?
La escritora cuestiona que exista una igualdad real entre hombres y mujeres en la literatura actual y se?ala los prejuicios hacia lo femenino de una cultura de fuerte arraigo patriarcal.
Que las mujeres hemos conquistado la igualdad, incluso la superioridad num¨¦rica, en el campo de la literatura, es una opini¨®n general reforzada por la prensa. En mi meticuloso archivo (hace a?os que el tema me interesa), guardo titulares de portada, como ¨¦ste de la revista Qu¨¦ leer: "Los libros m¨¢s vendidos de 1999 tienen firma femenina"; art¨ªculos, como uno de EPS asegurando "Los libros son cosa de mujeres" u otro de La Vanguardia que titulaba as¨ª la noticia de que Rosa Reg¨¤s hab¨ªa ganado el Planeta con Marcela Serrano de finalista: "El Planeta de las mujeres"; y hasta frases sueltas: Luis Goytisolo cree que "hoy el n¨²mero de escritoras es probablemente superior al de escritores" (EL PA?S, 12 de mayo de 2001) y Esther Tusquets, que "el 80% de los lectores son mujeres" (pr¨®logo a Las mujeres que leen son peligrosas). ?Y por qu¨¦ me he dedicado a coleccionar esos -y otros muchos- recortes de prensa? Porque estoy cansada del clima de sospecha que rodea a las escritoras. Estoy cansada de que se nos considere -a escritoras, lectoras, agentes literarias y otras mujeres activas en el ¨¢mbito cultural- como una especie de caballo de Troya, unas intrusas que convierten en oro, pero a la vez rebajan, todo lo que tocan. Pero vamos por partes.
No es cierto que hayamos triunfado, ni siquiera en lo cuantitativo
Estoy cansada de que se nos considere como una especie de caballo de Troya
Para empezar, no es cierto que hayamos triunfado, ni siquiera en lo cuantitativo. Hay m¨¢s lectoras que lectores, pero muy pocas m¨¢s: seg¨²n la ¨²ltima encuesta del Ministerio de Cultura, lo son un 56% de las espa?olas, frente a un 54% de los varones. Y hay muchas menos escritoras que escritores: seg¨²n mis c¨¢lculos, un 20 o 25%. No es de extra?ar entonces que contrariamente a lo que se cree, ellas sean tan escasas en las listas de los m¨¢s vendidos: consulten cualquiera de las que se publican y encontrar¨¢n siempre, entre 10 autores, menos de cinco mujeres, habitualmente, entre una y tres. En cuanto a premios, si repasamos los m¨¢s importantes (Alfaguara, Biblioteca Breve, Herralde, Nadal, Planeta, Primavera) de 1999 a hoy, sumaremos 53 ganadores, de los cuales 15 mujeres: un 28%. Y eso por no hablar de los institucionales (Cervantes, Nacional de Narrativa, de Ensayo, de Poes¨ªa...) en los que la proporci¨®n femenina es siempre inferior al 10%.
Pero ese ¨¦xito que no tenemos, ?qu¨¦ caro lo pagamos! Los mismos reportajes que ostensiblemente proclaman nuestro triunfo, nos desacreditan entre l¨ªneas. Qu¨¦ leer asegura que "ellas est¨¢n m¨¢s guerreras que nunca, y pronto los del apartheid y la cuota ser¨¢n ellos". En EPS, se nos dice que las editoras, agentes y libreras entrevistadas "son muy cr¨ªticas con los aspectos negativos del incremento del ¨ªndice de lectura" (pero ?en qu¨¦ puede ser negativo leer m¨¢s?) "entre las mujeres" (?ah!: entre los hombres, no) "porque se edita por cuestiones extraliterarias para vender m¨¢s" (como si eso no se hubiera hecho toda la vida de Dios, para lectoras y lectores, v¨¦anse las novelas del Oeste o los libros sobre f¨²tbol). En cuanto al "Planeta de las mujeres", no hace falta que les diga qu¨¦ t¨ªtulo de pel¨ªcula nos viene a todas y todos a la cabeza... Ya lo dice Mich¨¨le Le Doeuff, analizando el debate sobre la educaci¨®n de las mujeres desde el Renacimiento a nuestros d¨ªas: el acceso femenino a la cultura es visto como algo "ileg¨ªtimo y amenazador" (Le sexe du savoir).
El pasado 8 de marzo, el suplemento cultural de El Mundo solicitaba a varias escritoras su opini¨®n sobre una cuota por sexos en el ¨¢mbito literario (ya la hay, desde hace poco, en los jurados de los premios nacionales). Casi todas las encuestadas contestaban lo mismo: que quer¨ªan ser valoradas por su calidad, no por su sexo. ?Y qui¨¦n no? El problema es que en el mundo real, no en el ideal al que todas (y quiero creer que todos) aspiramos, se valora el sexo tanto o m¨¢s que la calidad. Me refiero, claro, al masculino. Por ejemplo, cuando la cr¨ªtica -y la prensa, y el p¨²blico- dan por supuesto que una novela protagonizada por varones habla de la condici¨®n humana, mientras que otra protagonizada por mujeres constituye "literatura de mujeres, sobre mujeres, para mujeres". Y ya sabemos lo que eso significa, como nos recordaba aquel cr¨ªtico dictaminando: "W. A. Mitgusch no escribe mal, pero su prosa bordea siempre la l¨ªnea semiborrada que separa la buena literatura de lo que suele llamarse 'literatura de mujeres" (Diario 16, 6 de septiembre de 1990).
Por eso, a la hora de escoger las mejores obras en tal o cual campo, se descartan las de autor¨ªa femenina. Es el caso de un n¨²mero de ABC Cultural dedicado a la autobiograf¨ªa, que hac¨ªa una lista de las 26 mejores de la historia (las 26 eran de hombres) o el Babelia que eleg¨ªa los 15 mejores libros de narrativa desde la transici¨®n (todos masculinos). ?Por qu¨¦ se exclu¨ªan obras tan indiscutibles e influyentes como las memorias de Simone de Beauvoir o El mismo mar de todos los veranos, de Esther Tusquets? Porque los profesionales encuestados -hombres y mujeres- estaban imbuidos de la convicci¨®n androc¨¦ntrica, inconsciente desde luego, de que s¨®lo lo masculino tiene alcance universal.
?Los libros, cosa de mujeres? En algunos ¨¢mbitos (lectura), un poco m¨¢s que de hombres, pero muy poco; en todos los dem¨¢s (autor¨ªa, cr¨ªtica literaria, premios, canon, Academia...) mucho menos. Una desigualdad debida, creo, no tanto a la pura y simple discriminaci¨®n de las mujeres, como a la ideolog¨ªa patriarcal que desvaloriza todo lo femenino. Feliz D¨ªa del Libro.
Laura Freixas, escritora, es autora de Literatura y mujeres (Destino, 2000).
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