Sergio Ramos pega de nuevo
"Me siento identificado con ¨¦l", dice Camacho del defensa del Madrid, llamado ya 'Camachito'
La Liga est¨¢ en los pies de ciertos futbolistas. O en su cabeza. El 11 de marzo, un cabezazo en la porter¨ªa norte del Camp Nou estuvo a punto de dejar malherido al Bar?a. Lo salv¨® Messi, empecinado en marcar su tercer gol para el 3-3 del cl¨¢sico. El s¨¢bado, en el Bernab¨¦u, el Madrid recurri¨® al mismo cabezazo para calentar el campeonato. Un gesto rabioso. El jugador que salta y se dobla en el aire, estirando el cuello, en un gesto antinatural. ?Pum! La frente golpea y es gol. El 2-1. Otra vez Sergio Ramos, autor del tanto del Camp Nou, repite una operaci¨®n que es la proclamaci¨®n de una doctrina.
"??sta ha sido una gran noche!", repet¨ªa el presidente del Madrid, Ram¨®n Calder¨®n. Hab¨ªa terminado el partido contra el Valencia y sus ojos encendidos, su voz rota, revelaban emociones hondas. No hab¨ªa ocurrido nada glorioso. Nada extraordinario, salvo que el equipo hab¨ªa jugado bien en su campo por primera vez en meses. El p¨²blico y los jugadores conectaron en una especie de retorno al pasado. En aquella comuni¨®n, Calder¨®n vislumbr¨® la presencia del viejo esp¨ªritu. Eso que dice perseguir.
El Madrid ha cambiado. Todav¨ªa no tiene un estilo, no es constante. Tampoco destacan unas figuras m¨¢s que otras. Algunas incluso se apagan. Pero el equipo, que se comporta como un ser vivo, se mueve en la direcci¨®n de Sergio Ramos. Con sus goles, con su presencia de caudillo cari?oso, atento, entre infantil y adulto, el sevillano de Camas representa el reencuentro con ideales perdidos. Le llaman Camachito.
Hay algo de Sergio Ramos que recuerda a Pirri, Santillana, Stielike y Camacho. Lo constataba ayer, con cierta emoci¨®n, el propio Jos¨¦ Antonio Camacho: "?l es como era yo: un jugador de equipo. Desarrolla su juego en m¨¢s de un puesto y el entrenador sabe que, si surge un problema, casi con seguridad lo va a solucionar. Para m¨ª, que lo comparen conmigo es un halago".
"Yo me siento identificado con ¨¦l", admite Camacho cuando contempla el derroche energ¨¦tico de su sucesor; "no es lo mismo estar dos a?os que 16 como estuve yo, pero es bueno que se vaya identificando con los valores del Madrid. Porque la afici¨®n ve en Sergio al hombre de equipo que se va a entregar pase lo que pase".
El 10 de marzo, de viaje a Barcelona, el equipo estaba hundido. Tras ser eliminado de la Copa y de la Champions, la Liga se presentaba como una fuente de problemas. Lo m¨¢s sencillo era rendirse. Pero hay instintos imposibles de reprimir. Sergio Ramos no soporta perder. Y es contagioso. En las cinco jornadas que siguieron al cl¨¢sico se le han ido uniendo compa?eros cada vez m¨¢s entusiasmados: Casillas, Higua¨ªn y Torres por afinidad generacional; Robinho, Cannavaro y Diarra por orgullo profesional, y Helguera, Guti y Ra¨²l porque son la vieja guardia.
Calder¨®n imagina a Sergio Ramos como el capit¨¢n del futuro. Cree que es alguien carism¨¢tico, hecho para ordenar. Camacho advierte de que la situaci¨®n del aspirante, que s¨®lo tiene 21 a?os, no es sencilla. "Para ser capit¨¢n", explica, "tiene que pasar un tiempo, vivir m¨¢s experiencias. Cuando yo llegu¨¦ al Madrid, en 1973, era m¨¢s dif¨ªcil ser un l¨ªder. Estaban Benito, Pirri, Santillana... Yo me pegaba a ellos. Incluso mi ¨ªdolo, Amancio, estaba en la plantilla. Lo ¨²nico que ten¨ªa que hacer era captarlo todo. Luego, la vida me dio la oportunidad de quedarme y poder transmitir lo que aprend¨ª".
Camacho observa que Sergio Ramos no ha podido convivir con jugadores que le sirvan de gu¨ªa. Lleg¨® al club en el ocaso de los gal¨¢cticos, cuando los rastros del pasado hab¨ªan sido borrados. Su ¨ªdolo, Hierro, ya no estaba cuando fue fichado del Sevilla en 2005. "No ha tenido las referencias que tuve yo", concluye el ex seleccionador; "tantos a?os de jugadores que, independientemente, cada uno por su lado, han sido m¨¢s importantes que el club han hecho que se perdieran los valores. Pero, con el tiempo, Sergio tendr¨¢ que ser una referencia".
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