Cabalgando a lomos de un tigre
Durante su discurso de toma de posesi¨®n como presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy llam¨® a construir el futuro sobre unas nuevas bases, recordando que quienes en el pasado hab¨ªan insensatamente intentado cabalgar a lomos de un tigre, hab¨ªan terminado invariablemente siendo devorados por su cabalgadura. La met¨¢fora viene como anillo al dedo para analizar algunas de las principales caracter¨ªsticas del actual proceso de crecimiento de la econom¨ªa mundial, cuyos apologistas consideran la prueba irrefutable del ¨¦xito del modelo, pese a algunos datos que dibujan un futuro m¨¢s que problem¨¢tico.
El siglo XXI comenz¨® con la conocida como Declaraci¨®n del Milenio, de septiembre de 2000, con la que los gobiernos de todos los pa¨ªses del mundo establecieron solemnemente una serie de compromisos en materia econ¨®mica, social, y medioambiental, que se plasmar¨ªan en los conocidos como Objetivos del Milenio. Pero poco despu¨¦s de ser proclamados, comenzaron ya a o¨ªrse las primeras voces sobre las grandes dificultades existentes para alcanzar dichos objetivos. El Banco Mundial, por ejemplo, alert¨® sobre la necesidad de elevadas tasas de crecimiento econ¨®mico como requisito imprescindible para avanzar hacia ellos, especialmente en pa¨ªses en desarrollo. De nuevo la misma soluci¨®n sobre la mesa: dado que no pueden llevarse a cabo pol¨ªticas orientadas a la distribuci¨®n de la riqueza, la ¨²nica manera de que los pobres mejoren su suerte es impulsar el crecimiento. Ya que la tarta no puede repartirse mejor, la soluci¨®n es agrandarla.
El modelo actual puede volverse contra sus impulsores y llevarse por delante a mucha gente
Pues bien, durante el tiempo transcurrido desde que se formularon los Objetivos del Milenio, la econom¨ªa mundial no ha hecho m¨¢s que crecer, tal como se exig¨ªa. La tarta ha aumentado considerablemente. Si nos atenemos a las cifras, la producci¨®n mundial de bienes y servicios, como promedio, ha venido creciendo de manera pr¨¢cticamente ininterrumpida desde principios de siglo. Durante los ¨²ltimos tres a?os, el crecimiento medio del producto interior bruto (PIB) mundial ha rondado el 4%, siendo mayor a¨²n en zonas como ?frica -en torno al 5%- y el Sur de Asia -con tasas superiores al 8% entre 2004 y 2006-. Ahora bien ?Qu¨¦ representan esas tasas de crecimiento? ?En qu¨¦ medida pueden contribuir a cambiar el panorama econ¨®mico y social del mundo durante los pr¨®ximos a?os?
Si nos atenemos a las proyecciones del Banco Mundial, los pa¨ªses de rentas medias y bajas (donde viven las cuatro quintas partes de la poblaci¨®n mundial) aportar¨¢n en 2030 alrededor del 30% del PIB mundial, lo que supone un exiguo avance respecto a la situaci¨®n actual, si se tiene en cuenta que, en 2005, ese porcentaje fue del 23%. Para algunas zonas del mundo -caso del ?frica Subsahariana- las previsiones son a¨²n m¨¢s pesimistas, estim¨¢ndose incluso un aumento de la brecha que separa a la poblaci¨®n de ese continente de la de los pa¨ªses industrializados. En efecto, si hoy la renta per c¨¢pita de un africano medio es aproximadamente un 7% de la de los pa¨ªses ricos, el Banco Mundial prev¨¦ que en 2030 esa proporci¨®n pueda ser a¨²n menor. O sea que, aunque la tarta siga creciendo, la parte que corresponda a las sociedades m¨¢s pobres seguir¨¢ siendo modesta.
Pero si las perspectivas de que un crecimiento como el actual pueda cerrar, o al menos reducir, a medio plazo, la brecha que separa los ingresos medios de la gente que vive en los pa¨ªses m¨¢s ricos y los de la que habita en los m¨¢s pobres son poco halag¨¹e?as, no lo son m¨¢s las que afectan al cumplimiento de algunos de los Objetivos del Milenio. Ni siquiera el primero de dichos objetivos, aqu¨¦l que persigue, para el a?o 2015, reducir en un 50% el n¨²mero de personas que viven en la extrema pobreza y pasan hambre, parece que va a poder ser alcanzado, seg¨²n los distintos informes de seguimiento publicados por Naciones Unidas. La condici¨®n reclamada por el Banco Mundial hace unos a?os -un elevado crecimiento- se est¨¢ cumpliendo, pero los resultados en t¨¦rminos de desarrollo no son los esperados. La econom¨ªa mundial crece, incluida la de los pa¨ªses pobres, pero ello no parece servir, pese a lo prometido, para mejorar la suerte de gran parte de la humanidad. Es cierto que en algunas regiones del planeta -especialmente en Asia, y sobre todo en China- el n¨²mero de pobres, medido en t¨¦rminos absolutos, ha disminuido, o al menos se ha estancado. Sin embargo, en otras muchas regiones, la extensi¨®n de la pobreza -y no s¨®lo de la pobreza de ingreso sino, m¨¢s en general, de la pobreza humana- sigue siendo la caracter¨ªstica principal del modelo actual, con su corolario de marginaci¨®n, violencia y presi¨®n migratoria.
Sin embargo, el problema no acaba ah¨ª, pues si el actual crecimiento econ¨®mico no parece ser, por s¨ª mismo, el remedio capaz de acabar con la pobreza y de avanzar en el cumplimiento de los Objetivos del Milenio, el mismo puede representar una seria amenaza para la supervivencia de la propia humanidad, en la medida en que el mayor consumo de recursos inherente a dicho crecimiento, unido al aumento de las emisiones contaminantes, est¨¢ originando efectos devastadores sobre el medio ambiente. Los ¨²ltimos llamamientos de la comunidad cient¨ªfica sobre la necesidad de hacer frente al cambio clim¨¢tico, no dudan en se?alar al actual modelo de crecimiento como el principal causante del deterioro que se viene produciendo. Un informe del Banco Mundial reci¨¦n publicado se?ala que el calentamiento de la Tierra constituye un grave riesgo y que, como consecuencia del crecimiento econ¨®mico, las emisiones anuales de gases de efecto invernadero aumentar¨¢n en torno a un 50% para 2030, y se duplicar¨ªan para 2050, si no hay un cambio general de pol¨ªticas. Y, en ese contexto, las mismas voces que presentan a China e India como la prueba de que puede llegar a atajarse el crecimiento de la pobreza, se?alan a esos pa¨ªses como la nueva gran amenaza para el medio ambiente y como unos de los principales responsables del cambio clim¨¢tico.
El fuerte crecimiento de la econom¨ªa mundial -especialmente en algunas zonas del planeta- hace que algunos toquen las campanas en se?al de j¨²bilo. Los negocios florecen y las perspectivas empresariales hablan, en general, de un futuro prometedor, en el que la producci¨®n y la venta de bienes y servicios es previsible que contin¨²e aumentando. La tarta se ampl¨ªa, y con ella las expectativas de negocio. Sin embargo, frente a este alborozo, no deber¨ªa perderse de vista que el incremento de las desigualdades y la incapacidad para contener la extensi¨®n de la pobreza en muchas zonas del planeta, constituyen, junto a la amenaza del cambio clim¨¢tico, algunos rasgos que caracterizan el actual patr¨®n de crecimiento.
Lo grave de la situaci¨®n es que se reproduce una tendencia, a pesar del crecimiento que est¨¢ teniendo lugar, ya existente en el siglo anterior y que hemos analizado desde hace tiempo en libros y art¨ªculos. Entro otros se puede consultar por ejemplo el libro escrito por uno de nosotros [Carlos Berzosa] con Jos¨¦ Luis Sampedro, Conciencia del subdesarrollo (Taurus, 1996)
Por ello, en las actuales circunstancias, conviene subrayar que la econom¨ªa mundial est¨¢ creciendo de forma desequilibrada, conforme a un modelo desintegrador en lo social y depredador en lo ecol¨®gico, insolidario frente a quienes hoy sufren privaciones, y tambi¨¦n con quienes a¨²n no han nacido. Un modelo que, en definitiva, puede acabar volvi¨¦ndose contra sus impulsores, desvaneciendo las optimistas expectativas trazadas por algunos y, lo que es peor, llev¨¢ndose por delante a mucha gente que todav¨ªa hoy, entrado ya el siglo XXI, sigue esperando, en muchos lugares del mundo, una oportunidad para salir de la pobreza. La econom¨ªa mundial cabalga, pero lo hace a lomos de un tigre, en cuyas fauces puede acabar devorada.
Carlos Berzosa es rector de la Universidad Complutense y Koldo Unceta es catedr¨¢tico de econom¨ªa internacional de la Universidad del Pa¨ªs Vasco
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.