Tesis para hacer posible el fin del conflicto vasco
No conozco ning¨²n proceso de paz en el mundo que no haya ido acompa?ado de tremendas contradicciones, sorpresas, retrocesos, crisis profundas y polarizaciones extremas, pero tambi¨¦n de oportunidades, asunci¨®n de riesgos y persistencia.
En el caso vasco eso ha sido y es evidente, y no hay m¨¢s que recordar los momentos esperanzadores del primer semestre del pasado a?o, el absoluto des¨¢nimo y desconcierto producido por el atentado de finales de a?o, la tensi¨®n provocada por la huelga de hambre de De Juana Chaos y la decisi¨®n final tomada por el Gobierno sobre este caso. Todo lo acontecido son lecciones a aprender para el futuro para que en un d¨ªa no muy lejano se pueda reabrir el proceso.
Estamos s¨®lo en una etapa complicada de un proceso m¨¢s largo, iniciado en los primeros a?os de la d¨¦cada y que probablemente termine a finales de la misma. El proceso no se inici¨® con el alto el fuego, sino mucho antes, y el atentado de Barajas no puede hacer olvidar el paulatino cambio de las actitudes iniciales, comportamientos y demandas de la mayor¨ªa de los principales actores que han intervenido en el proceso, aunque ahora cueste recordarlo o reconocerlo, pero que constituyen un activo que muy posiblemente permita abrir una nueva etapa en un futuro no necesariamente lejano. El di¨¢logo, aunque les pese a algunos sectores, nunca debe ser un concepto a despreciar, dado que es la base esencial de toda una serie de actividades que deber¨¢n realizar todos los actores y c¨ªrculos vinculados a un conflicto.
Casi ning¨²n proceso finaliza con victoria/derrota y venganza sobre una de las partes, por odiosa que sea, sino mediante un final concertado y dialogado. Es m¨¢s, por muy mal que vayan las cosas ahora, nunca es conveniente romper todos los canales de comunicaci¨®n, aunque en determinados momentos tenga que utilizarse de manera reservada, informal o a t¨ªtulo personal, de modo que en otras circunstancias m¨¢s favorables sea m¨¢s f¨¢cil reiniciar los contactos y el di¨¢logo entre partes que se han distanciado o han roto todo contacto.
Un aspecto decisivo y esperanzador logrado en los ¨²ltimos a?os es que en la sociedad vasca ya existe un consenso pol¨ªtico de que las decisiones de calado han de tomarse con mayor¨ªas muy amplias (el consenso suficiente) y nunca por la l¨®gica perversa y polarizadora del 51% de los votos, y que ning¨²n proceso de paz es viable sin la participaci¨®n de los sectores pol¨ªticos m¨¢s pr¨®ximos a los grupos armados. Por tanto, en el "consenso suficiente" necesariamente deber¨¢ participar Batasuna, guste o no, adem¨¢s del PSE (opci¨®n m¨¢s probable) o el PP (muy improbable en el d¨ªa de hoy). La "propuesta de Anoeta" de tener dos mesas en paralelo (el di¨¢logo Gobierno-ETA por un lado, y separadamente el di¨¢logo entre todos los grupos pol¨ªticos) contin¨²a teniendo sentido, pero s¨®lo en la medida en que ambas mesas puedan ser una realidad a corto plazo y puedan actuar con independencia, esto es, que no exista tutela alguna por parte de ETA respecto a la mesa pol¨ªtica. Para ello, cada actor primario ha de asumir plenamente sus responsabilidades en cada fase del proceso, sin demoras ni excusas, porque desperdiciar o retrasar indefinidamente las oportunidades y las posibilidades de actuaci¨®n tiene siempre un precio muy elevado. Al respecto, no sirve para nada arrojar todas las culpas a los dem¨¢s, pues cada cual tiene que analizar en qu¨¦ cosas ha fallado. De este modo, si Batasuna y la "izquierda abertzale" se independizan claramente de cualquier posicionamiento militarista de ETA, se abrir¨ªa un espacio decisivo para la resoluci¨®n del conflicto, que no deber¨ªa ser boicoteado por ninguna instancia del Estado o del Gobierno. Pero para que todas las formaciones pol¨ªticas puedan participar en procesos electorales y convertir la pol¨ªtica en el instrumento de la soluci¨®n, la legislaci¨®n existente (como la Ley de Partidos) deber¨ªa reformarse para hacerlo posible.
El PP no deber¨ªa olvidar que cualquier Gobierno tiene la obligaci¨®n pol¨ªtica y moral de intentar poner fin a un conflicto que causa v¨ªctimas mortales, sufrimientos y polarizaci¨®n entre la poblaci¨®n, y que por ello ning¨²n Gobierno deber¨ªa ser acusado de traidor por querer llevar a cabo una iniciativa en este sentido. En el caso del conflicto vasco, no hay "precio pol¨ªtico a pagar", sino una apuesta por desarrollar la democracia respetando las decisiones colectivas mediante procedimientos democr¨¢ticos y con metodolog¨ªas previamente acordadas, y no hay que confundir costes o sacrificios con precios pol¨ªticos.
En conflictos con actores semejantes a ETA, es mejor preparar el terreno para que dicha organizaci¨®n decida autodisolverse por puro pragmatismo, a cambio de concertar ciertos beneficios para sus presos, pues el escenario de una absoluta derrota por medios policiales es irreal en organizaciones con amplia capacidad para regenerarse. Lo anterior implica tambi¨¦n que ETA deber¨¢ abandonar cualquier t¨¦rmino ambiguo en las siguientes fases de aproximaci¨®n que pudieran darse. ?stas pueden quedar sumamente debilitadas por un tiempo m¨¢s o menos largo, pero tambi¨¦n pueden renacer de las cenizas.
En todo caso, a partir de ahora ya no valdr¨¢ la m¨¢s m¨ªnima confusi¨®n en lo que se dice, de la misma manera que no se podr¨¢ prometer lo que se sabe que es irrealizable.
Vicen? Fisas es director de la Escuela de Cultura de Paz (UAB). Sus ¨²ltimos libros son Anuario 2007 de procesos de paz (en prensa) y Procesos de paz y negociaci¨®n en conflictos armados.
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