M¨¢s sobre Radio Par¨ªs

Agradezco las palabras de Juan Luis Corcobado en Cartas al Director del martes 17 de abril. Coincido en su opini¨®n, tan positiva, sobre la labor y las personalidades de Juli¨¢n Antonio Ram¨ªrez y de Adelita del Campo. Tanto m¨¢s porque fui compa?ero de trabajo y amigo de ambos en Radio Par¨ªs desde 1958 hasta 1975, a?o en el que ambos abandonaron la emisora por motivos que voy a explicar.

Cito palabras del autor de la carta: "Muchas veces... me pregunt¨¦ qu¨¦ habr¨ªa sido de aquella pareja amiga a la que, parad¨®jicamente, las libertades recuperadas hab¨ªan terminado por silenciar". Pues bien, no fueron las libertades recuperadas las que motivaron la ausencia de Ram¨ªrez y de Adelita. A finales de 1974, Jacques Chirac, entonces primer ministro, llev¨® a cabo una reorganizaci¨®n del ORTF (radiotelevisi¨®n francesa) para poner fin al gigantesco ente y, al mismo tiempo, acabar con la potencia sindical. Dicha reorganizaci¨®n supon¨ªa su divisi¨®n en cinco "sociedades" aut¨®nomas (tres televisiones, una radio, otra de producci¨®n). Para ello se procedi¨® entre otras medidas a la supresi¨®n de empleos -entre los cuales el de locutor-locutora- que se limitaban a leer los textos escritos por los periodistas. Y, lamentablemente, Adelita del Campo figuraba entre ellos. Como delegado sindical hice innumerables gestiones sin ¨¦xito. En vista de ello, su marido, Juli¨¢n Antonio Ram¨ªrez, se acogi¨® a una jugosa prejubilaci¨®n a primeros de 1975. Y ambos desaparecieron de Radio Par¨ªs. Otros, entre los cuales el que firma, permanecieron en sus puestos, dieron cuenta de los ¨²ltimos asesinatos franquistas, de la muerte de Franco y de algunos avatares de los primeros tiempos de la democracia.

Yo tambi¨¦n lament¨¦ profundamente las muertes de Adelita y ahora la de Ram¨ªrez, buenos amigos y compa?eros de trabajo, insisto, y supe apreciar y aprender de su ¨¢nimo, rigor y objetividad que fueron los nuestros desde siempre. Regres¨¦ a Espa?a en 1983 y poco tiempo despu¨¦s se suprimi¨® Radio Par¨ªs. Espero satisfacer la normal curiosidad de Juan Luis Corcobado.