El maestro

Tarde de maestros: el C¨¦sar Rinc¨®n, el mejor torero colombiano de todos los tiempos, se desped¨ªa de Sevilla; Ponce: m¨¢s de dos d¨¦cadas arriba del escalaf¨®n; Cort¨¦s: cuatro orejas un d¨ªa de la pasada feria. Venga, la pastilla.

Salieron los Torrestrellas variados de peso, aunque parejos (tres en 490 y tres en 560, floj¨ªsimos los tres primeros, toreables los ¨²ltimos).

Con breve temblor en una mano, espeso tras la vara, recibi¨® Rinc¨®n en su despedida una ovaci¨®n -fr¨ªa y breve- tras su ¨²ltimo brindis en la Maestranza. Y en el tercio el toro cant¨® el equipaje que tra¨ªa desde que sali¨®: una debilidad que imposibilit¨® la embestida.

Chicharro, el 4?, cojo ostensible, invent¨® una aceptable acrobacia tir¨¢ndose en plancha al centro del anillo, que no fue del gusto del presidente que lo ech¨®.

Ventisco, el sobrero, embest¨ªa al capote y recibi¨® ver¨®nicas que nos despertaron del sopor. Pic¨® bien Leiro, parearon con oficio Montoya y Saugar, y se encendieron las esperanzas y los focos de la plaza. El maestro, en tablas, se dobl¨® con ¨¦l, casi rodilla en tierra; se fue al platillo, lo cit¨® de frente, desde lejos, carg¨®, abri¨® el comp¨¢s, puso de acuerdo brazo y cintura, y empez¨® a llev¨¢rselo en la muleta como a un perro amaestrado. Por la derecha, por la izquierda... Toreo muy caro, car¨ªsimo; toreo de antes, de siempre, toreo de verdad. Cuando m¨¢s centrado estaba, le dud¨® el bicho en la izquierda, lo aguant¨® El C¨¦sar y se lo llev¨® en los cuernos como a un pelele. Corrieron toreros y peones a por el cuerpo inerte y all¨ª despert¨® de la conmoci¨®n, empe?ado en torear. No lo pudieron disuadir y, sobreponi¨¦ndose al tambaleo, le dio una serie para las l¨¢grimas. Y otra m¨¢s de maestro, con la plaza en pie. Desde un burladero otro torero le arroj¨®, enloquecido, la montera y cuando se adorn¨® con una giraldina y ayudados de ensue?o, nos temblaba la entra?a ante la visi¨®n desnuda de un torero. Le pinch¨® recibiendo y lo estoque¨® recibiendo, y los pa?uelos, h¨²medos de emoci¨®n, reclamaron dos veces al del presidente.

El primero de Ponce perteneci¨® a la gama de los tullidos -y eso que acudi¨® al caballo, donde Quinta, sin barrenar, lo pic¨® arriba- y en el quite por delantales las premoniciones fueron fatales. Tras un pareo de J. Tejero de frente, lleg¨® a la muleta y en la primera suerte se oy¨® un generalizado Buuuh de fastidio cuando se qued¨®. Enrique, haciendo o¨ªdos sordos, anduvo un rato haciendo insustancial toreo de sal¨®n. Sin embargo, con Salmonete, el 5?, pudo lucirse m¨¢s. Capotes, puyas, quites, palos... todo iba bien hasta el ¨²ltimo tercio, pero la faena de Rinc¨®n nos manten¨ªa aturdidos. En la muleta -siempre planchada- Ponce lo cogi¨® con la elegancia y el mimo hipn¨®tico que le honra, le habl¨® bajito y le ense?o a embestir. Algo despegado, lo sacaba por fuera y llev¨¢bamos impresos en las retinas las suertes cruzadas, de frente, del colombiano, con el remate atr¨¢s; y la irreprochable est¨¦tica del de Chiva, no, no sab¨ªa igual. Hasta los ayudados por bajo, las dobladas y las trincheras, que eran de cinco estrellas.

A la vista del panorama, Cort¨¦s opt¨® por no picar al peque?o Trolero. A¨²n as¨ª entr¨® -mal- acompa?ando los cabeceos de un saltito gr¨¢cil que puso en entredicho la virilidad del tot¨¦mico animal. Y al 6?, Buenafiesta, nombre ad hoc para la anochecida de esta fecha, lo llam¨® desde el centro y acudi¨® presto, pero despu¨¦s no se lo enroscaba porque embest¨ªa cansino y con la cara algo alta. Corr¨ªa el diestro bien la mano, estaba torero, aguantaba quedadas... pero la noche segu¨ªa prendida en la muleta del C¨¦sar de Bogot¨¢.

LA CORRIDA DE HOY. Toros de Victoriano del R¨ªo para Miguel Abell¨¢n, Juli¨¢n L¨®pez El Juli y Manuel Jes¨²s El Cid. Digital+ retransmite el festejo a las 18.30.