Carlinhos Brown aprende del p¨²blico
El m¨²sico brasile?o act¨²a junto a 150 j¨®venes en la Casa de Am¨¦rica
Unos 150 j¨®venes, armados con caixas, bongos, sordos, repeniques y dem¨¢s instrumentos de percusi¨®n, tomaron al asalto en la tarde de ayer el vest¨ªbulo de la Casa de Am¨¦rica. "Es una oportunidad ¨²nica para enriquecernos con alguien que comparte las dos vertientes de la bazucada: la art¨ªstica y la reivindicativa", coment¨® Miguel tras posar con cuidado su instrumento en el suelo.
Era dif¨ªcil hablar en la sala. ?C¨®mo entretienen la espera unos percusionistas? Obviamente, tocando. Durante los 30 minutos que dur¨® la espera, s¨®lo se o¨ªa el ruido que sal¨ªa de los instrumentos. Sin tener director, se las apa?aban para que la m¨²sica invitara a moverse, a participar del espect¨¢culo.
De repente, Antonio Carlos Santos de Freitas, Carlinhos Brown, entra en la sala. Camiseta sin mangas, bermudas, sandalias, gorro de rayas y gafas de sol. Hace dos gestos, y llega el silencio. "Vamos a ver si damos una clase de verdad, porque yo tambi¨¦n voy a aprender de vosotros", dice el m¨²sico brasile?o, mientras se cuela entre el p¨²blico y repasa la historia de algunos instrumentos presentes.
"A ver si la gente me sigue", reta. Toca un poco. El p¨²blico le devuelve el mismo sonido. "Yo no soy profesor, soy percusionista como vosotros", dice. Inmediatamente, se pone a cantar con una voz suave.
"La percusi¨®n", explica poco despu¨¦s, "siempre ha sido un veh¨ªculo para los pueblos para pedir a los santos que vengan a bendecirnos". Vuelve a sonar la m¨²sica. Vuelve a mandar parar. Un joven con un bongo no le hace caso. Brown se acerca a ¨¦l: "Haces bien, s¨®lo hay que parar cuando se siente". Propone a los asistentes un trato: "Aqu¨ª somos el grupo Casa de Am¨¦rica, ?vale?" y, sin proleg¨®meno alguno, se pone a cantar. Todos los instrumentos presentes se suman, sin desentonar, a la canci¨®n.
"Dicen que aqu¨ª, en la Casa de Am¨¦rica, hay esp¨ªritus, pero no hay que tenerles miedo. Son nuestros protectores y aqu¨ª noto vibraciones muy positivas", comenta el m¨²sico que en ning¨²n momento deja de sonre¨ªr.
Mar est¨¢ embarazada. "?Tienes un grupo?", le pregunta el m¨²sico. "No", contesta, t¨ªmida, ella. "Pues ahora le vamos a dedicar una canci¨®n a ese ni?o que tienes ah¨ª, porque dar a luz es una de las cosas m¨¢s bonitas del mundo". Y se pone a cantar una de las canciones de su ¨²ltimo disco, A gente ainda n?o sonhou (Nosotros a¨²n no hemos so?ado), en el que intenta mostrar que no es s¨®lo "un m¨²sico de carnaval".
De las 'caixas' a las fotos
Tras la sesi¨®n de percusi¨®n, al m¨²sico brasile?o a¨²n le quedaban fuerzas para seguir la jornada, y se acerc¨® hasta la Casa de Brasil, en donde se inauguraba una exposici¨®n fotogr¨¢fica del madrile?o Guillermo Garc¨ªa Baltasar, y en donde comparti¨® protagonismo con los futbolistas brasile?os Cicinho y Marcelo, del Real Madrid, y con la tambi¨¦n brasile?a Milene Dom¨ªnguez.
Brown lleg¨® a la cita un poco m¨¢s arreglado. Es decir, con una americana encima y unas sandalias un poco m¨¢s sofisticadas. Reparti¨® besos, abrazos y sonrisas y, frente a las fotos expuestas, que mostraban im¨¢genes de ni?os de Brasil, reiter¨® su deseo de que la "m¨²sica sea el arma para vencer a la pobreza y que proteja a la madre tierra".
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