Pena de agua-acero
Bienvenida, Ord¨®?ez, M. V¨¢zquez, Camino, El Viti, Puerta, Anto?ete, Curro, Paula, El Cordob¨¦s... Una decena a bote pronto. Desde aquellos sesenta-setenta y su continuaci¨®n, de luces y reapariciones, en la d¨¦cada siguiente, no record¨¢bamos algo as¨ª. Hasta ahora, que ha vuelto a citarse otra decena de toreros para disputar el Olimpo de arena y enloquecer a los dem¨¢s mortales. Ayer, de nuevo, duelo en la cumbre. Pero los toros, el agua y el acero lo apagaron.
Toros de Victoriano del R¨ªo, de las navas y cercados de la baja monta?a madrile?a, encaste Domecq en Guadarrama, sierra taurina que pintara Vel¨¢zquez y que Machado viera "en el azul pintada". Y dos juampedros.
Abell¨¢n se fue cargando de fuerza al final de la temporada pasada, entr¨® en Am¨¦rica con paso firme, y as¨ª ha vuelto. Igual de firme sali¨® a por Distante, de rodillas, frente al t¨²nel, y all¨ª le sac¨® dos buenas ver¨®nicas. Cebado con el penco a cabezazos, desmont¨® al piquero, luego le quit¨® la vara: un toro travieso. Pero el Chano lo dej¨® inm¨®vil en el tercer par y, seg¨²n se destocaba, ya estaba Abell¨¢n esper¨¢ndole en tablas. Se ven¨ªa por el derecho y comenz¨® en el medio, con la izquierda, a sacarle buenos pases hasta que le avis¨® con un derrote. Volvi¨® a la diestra y aun tir¨® un ga?af¨®n en el de pecho. Valiente Miguel Abell¨¢n, con aquel plato amargo a tragar, al que no perdi¨® la cara.
Victoriano del R¨ªo / Abell¨¢n, El Juli, El Cid
Toros de Victoriano del R¨ªo y Juan Pedro Domecq (4? y 6?); desiguales. Brusco el 1?, inv¨¢lido el 2?, manseando y par¨¢ndose los dem¨¢s y embistiendo mejor el 6?. Miguel Abell¨¢n: estocada algo ca¨ªda (palmas); tres pinchazos, estocada -aviso- (silencio). El Juli: pinchazo, metisaca, media y descabello (silencio); dos pinchazos y estocada (saludos y ovaci¨®n). El Cid: metisaca, estocada ca¨ªda y descabello (silencio); casi entera delantera y contraria y dos descabellos -aviso- (ovaci¨®n). Plaza de la Maestranza, 25 de abril. 14? corrida de abono. Lleno.
Valiente Miguel Abell¨¢n, con aquel plato amargo a tragar, al que no perdi¨® la cara
El Cid se fue a un gran charco central a recibirlo, desde el que escuch¨® los ol¨¦s m¨¢s rotundos de la tarde
Qu¨¦ bien ganaba terreno El Juli al segundo en ver¨®nicas, cada vez m¨¢s toreadas y m¨¢s dormidas. Lo vio flojete, no le quiso dar pica, y enseguida cant¨® debilitas extremitatis, fragmento l¨ªrico que no quiso escuchar el presidente. Continu¨® la pieza desde el segundo muletazo, ya por los suelos, acompa?ado sabiamente de palmas de tango que, de haber roto antes, nos hubieran ahorrado el bochorno.
El Cid. Murmullo. Un casta?o albardao con m¨¢s hechuras y Manuel Jes¨²s corriendo con ¨¦l para atr¨¢s, tante¨¢ndole despacio, hasta verlo apropiado para el lance: y entonces tres ver¨®nicas muy lentas, variando el rumbo, y los ol¨¦s en el aire; y dos y media en el quite de nota alta, con r¨¦plica de Abell¨¢n por gaoneras.
Hab¨ªa estado relajado El Cid en banderillas, destensada una pierna, y se fue a brindar. Le vio cierta brusquedad en el derecho, y para el centro, donde su izquierda, cada vez m¨¢s templada barr¨ªa la arena, firmando adornos con la mu?eca el¨¢stica. Se quer¨ªa ir el bicho y hubo de acompa?arlo a las tablas donde no quiso m¨¢s.
"?ste tiene ganas", dec¨ªan unos y otros, cuando el madrile?o volvi¨® a arrodillarse frente a toriles. Y el jabonero de Juan Pedro a poco lo lleva por delante, en este y en otro, mas luego se hizo con ¨¦l y dej¨® el capote en el suelo d¨¢ndole la media por respuesta. Se dobl¨® mucho y bien con ¨¦l en las rayas y le llam¨® desde el centro. En la primera serie, ech¨¢ndole encima la cintura, le iba marcando el viaje; despu¨¦s... se oy¨® un trueno y siguieron tandas con desparpajo; luego empez¨® a quedarse y torn¨®, con el segundo trueno, la embestida en topetazo.
Bajo la tormenta fij¨® El Juli al quinto; bajo el aguacero se fue decidido al anillo, brind¨® y las palmas soltaron los paraguas. Quieto, empez¨® por alto, se fue al platillo, entre rayos y truenos, como los Rolling en el Calder¨®n. Qu¨¦ pena que el bicho era flojo y atend¨ªa sin codicia a la muleta codiciosa que El Juli le mostraba y de la que sac¨®, exponiendo, naturales limpios y templados. Un resbal¨®n nos puso el grito en el cielo que, inmisericorde, encharcaba el albero. Termin¨® entre los mismos pitones, sacando al toro tardo, pases imposibles.
Con el ruedo impracticable y las gradas diezmadas sali¨® On¨ªrico y jug¨® El Cid de maravilla los brazos en la ver¨®nica, y as¨ª en el quite con peligro de resbalarse en la media. Pidi¨® con acierto un solo par y al cambiar el tercio se fue a un gran charco central a recibirlo, desde el que escuch¨® los ol¨¦s m¨¢s rotundos de la tarde. Sin ser una ganga, era el mejor toro del lote y no lo iba a dejar. Tras las primeras series, cambi¨® la plomiza muleta embarrada y sigui¨® dando redondos y pas¨¢ndolo por el de pecho como quien lava. Le hizo un feo, aflojaban las gotas y la banda lo celebraba. Ahora un farol, ahora trincheras... y el p¨²blico y el campo agradecidos. Pena de pinchazos.
LA CORRIDA DE HOY. Toros de Juan Pedro Domecq para Finito de C¨®rdoba, Sebasti¨¢n Castella y Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares. Digital + retransmite el festejo a las 18.30.
Babelia
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