Invitaci¨®n a la memoria
La muerte de Rostrop¨®vich no s¨®lo supone la desaparici¨®n de un hombre egregio, un m¨²sico completo y un violonchelista m¨ªtico. Tambi¨¦n pierde el arte musical de nuestro tiempo a un maestro entero y verdadero cuya herencia estelar dej¨® nombres como Gutmann, Georgian, Geringas, Naisky, Monighetti o Pergamenschikov. Estos artistas ilustres supieron asimilar sus propios valores: los heredados directamente del magisterio del violonchelista de Bak¨².
Pero a los m¨¦ritos puramente musicales, Rostrop¨®vich acumul¨® lo de su perfil humano, su moral hecha de entusiasmo y meditaci¨®n, de alta entrega que otorg¨® al legado de su arte una cualidad preciosa y precisa para Manuel de Falla: la de ser ¨²til en su servicio a la m¨²sica y a los dem¨¢s. De ah¨ª la honda tristeza que ahora anega nuestro ¨¢nimo ante el faro que oscurece y nos deja sin luz reveladora.
La memoria de todos cuantos supieron entender y sentir el Bach de Rostrop¨®vich -su Dvorak inolvidable, su Prokofiev, sus Dutilleux, Britten, Lutoslavski, Shostak¨®vich, Scnitke, Penderecki- har¨¢ siempre revivir la potencia expresiva de quien ya no est¨¢ con nosotros. No en vano, un espa?ol distinguido por Rostrop¨®vich, el madrile?o Crist¨®bal Halffter, sostiene que los hombres mueren cuando cae sobre ellos el manto del olvido.
Tardar¨¢ mucho en debilitarse la memoria de una figura capaz de imponer su viva presencia en la intimidad de las gentes. Como perdurar¨¢ largamente el vigor de un creador e int¨¦rprete tan excepcional, c¨¢lido e impulsivo.
No otra cosa suceder¨¢ en las orquestas que dirigi¨® o en los centros que recibieron las ense?anzas de su saber y su ejemplo, entre los que cuenta la particular¨ªsima relaci¨®n con la Escuela Superior Reina Sof¨ªa creada por Paloma O'Shea e incluso la amistad con la Corona espa?ola. Y cada d¨ªa en que m¨²sicas plenas de belleza y significaci¨®n vuelvan a conmover nuestro esp¨ªritu, retornar¨¢ con agudeza a la memoria del entero mundo la insistente y agradecida letan¨ªa: "?C¨®mo hac¨ªa esto Rostrop¨®vich!" volveremos entonces a estar con ¨¦l y ¨¦l con nosotros para enviarnos nuevamente y a modo de m¨¢gico bis alguna zarabanda de Juan Sebasti¨¢n el Grande.
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