Los artesanos de la reforma
Detr¨¢s de una gran obra como la ampliaci¨®n del Museo del Prado se esconden los artistas an¨®nimos que respiran polvo, sufren martillazos, manipulan bronce hirviendo... y consiguen que el dise?o del arquitecto se convierta en realidad. Los cinco maestros que han hecho posible la ampliaci¨®n de la pinacoteca explican las t¨¦cnicas antiguas empleadas en cada estancia. Salvo los 9.000 ejemplares de boj del parterre, que necesitar¨ªan un clima menos c¨¢lido, el estuco planchado en caliente, el bronce fundido para las puertas y la piedra de Colmenar garantizan su permanencia durante siglos. Algunos de los expertos tuvieron que "inventar" en sus talleres los mecanismos necesarios para trasladar las monumentales piezas, porque no exist¨ªan a¨²n en el mercado. Otros consiguieron que el vidrio quedara suspendido en el aire y se convirtiera en una linterna que traslada la luz desde el techo hasta las plantas inferiores. Todos ellos consideran que sus trabajos les sobrevivir¨¢n y esto es lo que m¨¢s importa. "Y no tanto si la gente no nos conoce", aseguran.La gran pinacoteca abre sus puertas
Oriol Garc¨ªa: Estuco rojo de Pompeya
Lo primero que sorprende al entrar en el nuevo edificio es el rojo sangre que se extiende desde la pared curva del auditorio hasta otras estancias. En realidad imita el rojo pompeyano que sobrevivi¨® a las cenizas del Vesubio.
Oriol Garc¨ªa es el maestro estuquista capaz de conseguir los colores, brillos y texturas que Moneo encontr¨® en un cuadro de Goya, a pesar de sufrir ceguera desde hace poco m¨¢s de un a?o. "Se ha dicho que perd¨ª la vista por culpa de la cal con la que trabajamos, pero no es cierto. Sufro de una rinopat¨ªa hereditaria que tambi¨¦n dej¨® ciego a mi abuelo, estuquista como yo, que soy la quinta generaci¨®n en mi familia", explica. "El estuco planchado en caliente del Prado deb¨ªa ser fino y suave... Lo noto con las manos y as¨ª doy instrucciones". Garc¨ªa y su taller han empleado t¨¦cnicas antiguas mezclando arena de m¨¢rmol, cal anegada y pigmentos, "porque as¨ª durar¨¢ eternamente".
V¨ªctor Mart¨ªn: Bronce inexistente
"No habr¨¢ otra obra en el mundo que tenga puertas como ¨¦stas". Los enormes accesos de bronce que separan estancias sin un solo tornillo a la vista son ¨²nicos en el mercado. Lo sabe su creador, V¨ªctor Mart¨ªn, que tuvo que encargar a Alemania piezas de seis metros que no se fabricaban en ning¨²n otro sitio, con un 94% de cobre y un 6% de esta?o. "Muchas de las planchas que se ver¨¢n ahora en el Prado fueron repetidas hasta cinco veces porque no consegu¨ªamos el tono elegido por Moneo. Otras veces, el sudor de la mano ennegrec¨ªa el trabajo y hab¨ªa que empezar de nuevo todo el proceso", cuenta con orgullo.
De su taller naci¨® tambi¨¦n la linterna, un cubo trasl¨²cido por el que se filtra la luz desde el cielo. "Hab¨ªa que conducir los rayos de sol desde el claustro en la planta superior hasta las salas de exposiciones que quedan abajo. Adem¨¢s, Moneo quer¨ªa que los vidrios 'flotaran' en el aire. Y fue dif¨ªcil, pero se consigui¨®".
Juan Carral¨®n: Piedras eternas
S¨®lo existe una cantera en Colmenar de Oreja (Madrid), donde la piedra caliza re¨²ne las condiciones, formas y calidades que merec¨ªa el suelo del claustro de los Jer¨®nimos. Por eso su extracci¨®n y montaje, que forma dibujos de espiga, llev¨® cerca de cuatro a?os.
Juan Carral¨®n se encarg¨® de seleccionar cada uno de los bloques que pisar¨¢ el p¨²blico sin imaginar que son tan especiales. "Ha sido un proceso muy lento porque es una cantera con poca producci¨®n, no a gran escala. Y adem¨¢s las piezas que sal¨ªan no ten¨ªan las medidas o las formas curvil¨ªneas que necesit¨¢bamos. No hemos empleado ning¨²n bloque rectangular y no hay dos iguales", afirma Carral¨®n.
La piedra caliza de Colmenar asegura que seguir¨¢ en pie durante siglos. "Es una pena que no se hagan obras de este tipo m¨¢s a menudo, porque al final son las que perduran. Pasar¨¢ el tiempo y ellas seguir¨¢n".
Isaac Escalante: Boj de la Toscana
Las plantas del parterre que enlaza el edificio de Villanueva con la entrada de Cristina Iglesias se llaman buxus sempervirens y encajan mal el calor. Hay apuestas sobre su resistencia a los veranos de Madrid. Este boj eternamente verde fue descubierto por el paisajista Isaac Escalante mientras paseaba por un campo de la Toscana. All¨ª crec¨ªan 9.000 ejemplares con la altura, el color y la configuraci¨®n est¨¦tica que hab¨ªa imaginado para el Prado.
"Durante tres a?os los mantuvimos en Italia, prepar¨¢ndolos para el traslado a Madrid, que fue en pleno agosto y con 40 grados. Hubo que traerlos en camiones frigor¨ªficos y pensar un sistema de sombreo para que el sol no quemara las hojas", explica Escalante. Instal¨® un sistema de riego para que el parterre recibiera agua y fungicidas por goteo y difusores, con el fin de humedecer el ambiente. "Madrid es demasiado seco aunque espero que sobrevivan", afirma Escalante.
Fernando Capa: Secretos de la puerta-¨¢rbol
Son conocidas como "las puertas de Cristina Iglesias" por el nombre de su escultora. Pero sin el esfuerzo del taller de Fernando Capa nunca habr¨ªan existido m¨¢s all¨¢ de los bocetos.
"Hemos trabajado con una t¨¦cnica antigua, a la cera perdida, para conseguir esa textura rugosa de las ramas. Lo primero fue sacar un molde de silicona a partir de la escultura que nos trajo Cristina. Despu¨¦s se rellen¨® el molde con cera y material refractario (que soporta los 1.200 grados). De esta forma, cuando se somete al calor la cera desaparece y quedan los huecos donde se vertir¨¢ finalmente el bronce", desvela Capa.
De todo el proceso, afirma que lo m¨¢s dif¨ªcil fue el montaje de las seis piezas, de 6.000 kilos cada una, con un sistema hidr¨¢ulico para abrir y cerrar las puertas. "No hab¨ªa mecanismos en el mercado para mover semejantes piezas, porque no se hab¨ªa hecho antes. Esta obra es ¨²nica".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.