Culturas y fronteras
Entre las culturas nacionales y la cultura universal -supongamos que es posible que exista o, al menos, sea imaginable una cultura universal- no se interpone hoy la misma frontera que las separaba en la ¨¦poca en la que surgieron las naciones y los Estados nacionales. Los procesos de la tristemente c¨¦lebre globalizaci¨®n, que ya no viene s¨®lo de Am¨¦rica, a trav¨¦s del Atl¨¢ntico, sino que tambi¨¦n se anuncia desde el Oriente chino e indio a lo largo de la vieja ruta de la seda, borran varios l¨ªmites concretos. Conviene tal vez repetir que una particularidad no es un valor en s¨ª, que antes debe demostrar que merece ese reconocimiento. He dicho muchas veces, al hablar de los Balcanes, que la xenofobia y la antropofagia tambi¨¦n son particularidades. ?Son adem¨¢s valores? No lo creo.
"No permitamos que decida el mercado, en vez de la cultura. No dejemos que el mundo se convierta en un mercado (...). Frente a las devastaciones causadas por la globalizaci¨®n, los ciudadanos exigen el nacimiento de nuevos derechos: el derecho a la paz, el derecho a la protecci¨®n de la naturaleza, el derecho a la ciudad, el derecho a la informaci¨®n, el derecho a la infancia, el derecho al desarrollo del pueblo". ?stos son fragmentos encontrados en varias revistas recientes. Quien sea aficionado a las citas puede mencionar otras muchas de este tipo (Edward Goldsmith y Jerry Mander han recopilado las distintas cr¨ªticas a la globalizaci¨®n en un libro titulado The case against the globalization [Los argumentos contra la globalizaci¨®n], que, f¨ªjense, ha sido declarado en el propio Estados Unidos "?libro pol¨ªtico del a?o!").
El fil¨®sofo alem¨¢n J¨¹rgen Habermas, poco propenso a las ideolog¨ªas particularistas, reconoce que, a pesar de todo, "la mundializaci¨®n obliga a los Estados nacionales a abrirse a la diversidad de formas de la vida cultural, que le son ajenas y desconocidas" (en La constelaci¨®n posnacional). Algunas formas de colaboraci¨®n internacional ya son inevitables: las nuevas tecnolog¨ªas se aplican en todo el mundo, la inform¨¢tica es una disciplina general, hay terminolog¨ªas comunes ya aceptadas, la protecci¨®n del medio ambiente no puede llevarse a cabo s¨®lo en ¨¢mbitos nacionales o regionales, con Internet es posible viajar de un extremo a otro del mundo. Esas globalizaciones no pueden rechazarse. El que renuncia a ellas a toda costa, sin preguntarse por su naturaleza y su uso, dejar¨¢ de avanzar y se quedar¨¢ atr¨¢s. Umberto Eco ha propuesto distinguir entre "la globalizaci¨®n como hecho y la globalizaci¨®n como valor. Todos hablan de globalizaci¨®n, pero no se preguntan qu¨¦ significa verdaderamente". Las nuevas terminolog¨ªas desplazan con rudeza a las viejas: se pierden, por ejemplo, palabras como "cosmopolitismo", "internacionalismo", "ecumenismo", unos t¨¦rminos con un significado globalizante o mundializante.
La medida de los valores podr¨ªa ayudar a evitar ciertos peligros o, al menos, a disminuir los riesgos. Es evidente que distintas partes del mundo -aquellas en las que los derechos humanos y el Estado de derecho han llegado a los niveles m¨¢s altos y aquellas que a duras penas luchan para librarse de las cadenas del subdesarrollo y la pobreza- no pueden globalizarse de la misma forma: no son "globalizables", como suele decirse, en la misma medida ni por el mismo m¨¦todo. Los procesos de integraci¨®n en la Uni¨®n Europea no son compatibles con las opiniones sobre la globalizaci¨®n procedentes de poderosas multinacionales. La conexi¨®n de Europa con "la otra Europa", la relaci¨®n entre el continente europeo y el Mediterr¨¢neo, las transiciones de los pa¨ªses de la antigua Europa del Este, no pueden seguir como si tal cosa l¨®gicas y estrategias que no se hayan acordado de forma rec¨ªproca ni sean convergentes.
La cultura nacional no tiene el mismo significado en todos los periodos de la historia. Hacer frente al otro, a lo distinto, implica riesgos que nuestra propia cultura, a veces, no desea, porque se trata de retos que perturban su orden y su paz. "En el momento en el que descubrimos que existen las culturas, y no s¨®lo la cultura", recordaba Paul Ricoeur, "cuando, por tanto, reconocemos el final de un tipo de monopolio cultural, imaginario o real, nuestro hallazgo amenaza con destruirnos" (Historia y Verdad). La "cultura planetaria", de la que se hablaba a menudo antes de que estuvieran de moda la mundializaci¨®n y la globalizaci¨®n, amenaza con la uniformidad de las particularidades culturales (incluso las que han logrado afirmarse como valores). Al afrontar distintos tipos de asimilaci¨®n, el dominio de los fuertes sobre los d¨¦biles, de los m¨¢s desarrollados sobre los menos desarrollados, subray¨¢bamos el derecho a la diferencia y el pluralismo. En el debate sobre la colaboraci¨®n de las culturas y las s¨ªntesis a escala mundial, el antrop¨®logo Claude L¨¦vi-Strauss formul¨® un pron¨®stico que todav¨ªa hoy parece aceptable: "La civilizaci¨®n mundial no podr¨ªa ser m¨¢s que una coalici¨®n, a escala mundial, de las culturas que mantuvieran su originalidad".
La cultura nacional debe entrar en "coaliciones" internacionales y, de esa forma, desprenderse del mito de la naci¨®n y los fantasmas del nacionalismo. Cuanto m¨¢s lo consiga, m¨¢s reafirmar¨¢ su categor¨ªa y justificar¨¢ su reclamo.
Predrag Matvejevic es escritor croata, profesor de Estudios Eslavos en la Universidad de Roma. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.