El examen de un torero en Sevilla
Un recorrido por la vida cotidiana de Luis Vilches antes y despu¨¦s de su actuaci¨®n en la Maestranza
A excepci¨®n de algunos de los toreros que lideran el escalaf¨®n -temporada decidida, grandes emolumentos y una vida c¨®moda-, la mayor¨ªa de los que visten de luces sufren en sus carnes un rosario de dificultades para alcanzar una gloria que rara vez consiguen. Detr¨¢s del colorido de una corrida, del brillo de un traje de luces y de los amigos de ocasi¨®n, muchos buenos toreros saben m¨¢s de sacrificio, de soledad, de frustraci¨®n y olvido que de alegr¨ªas y famas ef¨ªmeras. Es la fuerza de la vocaci¨®n. Son muchos los hombres, muy j¨®venes en su mayor¨ªa, que se encierran meses enteros en el campo para preparar a conciencia esa tarde con la que sue?an y les impide dormir. Una tarde a cara o cruz, que depende de mil circunstancias, y que las m¨¢s de las veces no es m¨¢s que la antesala de otro sue?o que hay que volver a rumiar.
Luis Vilches (Utrera, Sevilla, 1976) es un buen torero, adornado por el gusto y la clase, que ha firmado tardes para el recuerdo en plazas de post¨ªn. Tore¨® el pasado domingo en la plaza de la Maestranza y no tuvo fortuna con los toros. Desde aquella misma tarde forma parte del olvido. En su mala suerte quedaron enterradas casi todas las ilusiones puestas en una corrida que llevaba preparando tres meses.
"El 2 de enero me encerr¨¦ en una finca de Puebla del R¨ªo y de all¨ª s¨®lo he salido para hacer tentaderos", dice el torero. "Todas las ma?anas las dedicaba a ejercitarme f¨ªsicamente y, despu¨¦s de comer, toreaba de sal¨®n y perfeccionaba mi forma de entrar a matar con el carret¨®n".
Ha participado en cuatro corridas y ha matado cinco toros a puerta cerrada. Y todo, el entrenamiento f¨ªsico, los tentaderos e, incluso, los cuatro festejos, con el objetivo prioritario de triunfar en Sevilla.
Noches de duermevela
A mediod¨ªa del s¨¢bado lleg¨® a Utrera, donde vive con sus padres. Visit¨® el santuario de la Virgen de Consolaci¨®n, se vio con algunos amigos, habl¨® con su familia y descans¨®. Pero los nervios ya se hab¨ªan instalado en su casa. "Pues, s¨ª, mis padres viven con la misma intensidad que yo mi vocaci¨®n y sufren conmigo", dec¨ªa Vilches esa misma tarde. "Intentar¨¦ dormir, pero no s¨¦ si lo conseguir¨¦; la verdad es que la Maestranza, la Puerta del Pr¨ªncipe, el triunfo o el fracaso son sue?os que se me repiten en mis noches de duermevela".
El torero se levanta tarde el domingo. A media ma?ana se despide de los suyos y se dirige al hotel sevillano donde se vestir¨¢ de luces. El almuerzo ser¨¢ ligero, y la espera, larga y tensa. Se enfunda un traje verde y oro y, cuando el reloj a¨²n no marca las seis de la tarde, entra en la furgoneta camino de la plaza.
Ya es lunes por la ma?ana. De nuevo, en su casa de Utrera, y la tranquilidad, no exenta de cierta decepci¨®n, se refleja en las caras de sus padres. Vilches ha tenido tiempo para la reflexi¨®n y el an¨¢lisis. No hubo suerte. La descastada corrida s¨®lo le permiti¨® volver a demostrar que tiene capacidad y clase, pero no lleg¨® el ansiado triunfo.
"Estoy decepcionado", afirma el torero, "pero tambi¨¦n satisfecho porque estuve por encima de mis toros, y creo que ha ganado prestigio ante los profesionales". Pero, ?y los contratos? "Si las empresas tuvieran en cuenta las circunstancias de cada corrida, surgir¨ªan m¨¢s contratos, pero la realidad es que hay que cortar las orejas".
Ahora, a esperar. Otro encierro, m¨¢s entrenamiento y una larga espera hasta la Feria de San Isidro, en la que act¨²a el 31 de mayo ante los toros portugueses de Palha. Antes tiene firmadas otras tres corridas. Y, despu¨¦s, el Corpus en Sevilla.
"A pesar de todo, a pesar de las corridas duras que debo lidiar, creo que el esfuerzo merece la pena, y con el paso del tiempo estoy viendo la recompensa a mi esfuerzo. Estoy ilusionado con esta temporada, aunque los toros del domingo hayan roto mis expectativas. Pero estoy satisfecho por la buena sensaci¨®n que di en la plaza", termina Vilches.
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