Problemas en las redes el¨¦ctricas: el diablo est¨¢ en los pliegues
En las modernas econom¨ªas hay un buen n¨²mero de sectores productivos organizados en red: transportes, telecomunicaciones, energ¨ªa. Todos estos sectores, que funcionaron en r¨¦gimen de monopolio gestionados por empresas p¨²blicas, en la pasada d¨¦cada acometieron profundas reformas legales, econ¨®micas y organizativas. Para que estos sectores sean eficientes deben cumplirse muchas condiciones; una de ellas es que unas potentes infraestructuras posibiliten a los competidores acceder a los clientes sin obst¨¢culos materiales. En el sector el¨¦ctrico, las infraestructuras est¨¢n formadas por las redes, que son el conjunto de cables y de instalaciones (subestaciones) que trasladan la electricidad desde el lugar en el que se produce hasta cada punto en el que es consumida. El sector el¨¦ctrico espa?ol tiene que abordar la resoluci¨®n de muchos problemas; de ellos hay, cuando menos, tres que afectan a las redes.
Una mayor competencia no debe interpretarse como un castigo; es la mejor terapia para los problemas de sector el¨¦ctrico
- Primer problema: el d¨¦ficit de inversi¨®n en las redes el¨¦ctricas
?ltimamente la inversi¨®n en redes de transporte el¨¦ctrico viene siendo insuficiente y manifiestamente menor que la inversi¨®n en generaci¨®n. El intenso crecimiento econ¨®mico que registra Espa?a desde 1994 se ha traducido en un elevado consumo el¨¦ctrico, que ha obligado a las empresas de generaci¨®n a realizar un gran esfuerzo inversor. De la capacidad productiva (potencia instalada) existente el 31 de diciembre de 2006 (55.152 MW -megavatios-), casi el 42% son inversiones en plantas de generaci¨®n instaladas en el ¨²ltimo quinquenio 2002-2006: 7.820 MW de parques e¨®licos y 15.466 MW de ciclos combinados a gas. Sin embargo, a pesar de que una red de transporte m¨¢s amplia reducir¨ªa las p¨¦rdidas de energ¨ªa y mejorar¨ªa la seguridad de suministro, en el mismo quinquenio se han tendido menos de 1.500 kil¨®metros de l¨ªneas de 400 y de 220 kW (muy alta tensi¨®n), que representan un 4,4% de las l¨ªneas existentes al finalizar 2006.
Este profundo desequilibrio inversor provoca dificultades en la alimentaci¨®n de la nueva alta velocidad ferroviaria y de la cuenca mediterr¨¢nea, densamente poblada. M¨¢s preocupantes a¨²n son las insuficiencias de la red de transporte en n¨²cleos con varias centrales generadoras. En concreto, la red de muy alta tensi¨®n existente en Cartagena y en Arcos de la Frontera (en cada uno de estos municipios hay una potencia de 3.200 MW) no es capaz de evacuar la electricidad producida si todas las centrales funcionan al mismo tiempo, teniendo que funcionar por turnos. Como resultado de esto se registran tres efectos. Por un lado, no se aprovecha toda la potencia instalada, lo que es muy grave, ya que en la Pen¨ªnsula no existe el exceso de capacidad productiva para garantizar el suministro en determinadas condiciones de demanda y de disponibilidad de las instalaciones de generaci¨®n. Adem¨¢s, la competencia queda afectada negativamente, ya que, mientras algunas de estas centrales pertenecen a compa?¨ªas con escasa o nula potencia adicional, otras son de compa?¨ªas que cuentan con un amplio parque generador y, por ello, se ven menos afectadas. Por ¨²ltimo, las carencias de la red de transporte aumentan el nivel de restricciones t¨¦cnicas encareciendo con ello la electricidad.
- Segundo problema: la consagraci¨®n de la definici¨®n t¨¦cnica de las redes y la conversi¨®n de la REE en transportista ¨²nico
El Senado est¨¢ tramitando un proyecto de ley que introduce modificaciones en la Ley 54/1997, algunas de las cuales son obligadas y otras abordan dos objetivos que son innecesarios e inconvenientes: implantan una definici¨®n t¨¦cnica de las redes (y en especial del transporte el¨¦ctrico) y convierten al transportista principal (Red El¨¦ctrica de Espa?a -REE-) en transportista ¨²nico.
Este problema puede sintetizarse afirmando que el legislador, dando pruebas de un innecesario intervencionismo, exige que las redes de reparto renuncien a las l¨ªneas de 220 kW, ya que, aun cuando estas l¨ªneas forman parte de la red de transporte, tambi¨¦n vienen utiliz¨¢ndose en las redes de reparto. En efecto, las redes el¨¦ctricas pueden descomponerse en distintas subredes. Desde un punto de vista t¨¦cnico, se distingue entre redes de muy alta tensi¨®n (divididas, a su vez, en las de 400 kW y las de 220) y redes de alta, media y baja tensi¨®n (de menos de 220 kW). Desde un punto de vista funcional, las redes el¨¦ctricas se descomponen en red de transporte (desplaza la electricidad a largas distancias y evacua la energ¨ªa de las generadoras), red de reparto (acerca la electricidad a los grandes centros de consumo) y red de distribuci¨®n (atiende la demanda en los puntos donde se registra). Aunque podr¨ªa pensarse que las redes de muy alta tensi¨®n son redes de transporte y que las redes de alta, media y baja tensi¨®n forman parte de las redes de reparto y de las redes de distribuci¨®n, lo cierto es que las equivalencias entre las categor¨ªas t¨¦cnicas y las funcionales son muy relativas.
Actualmente, las redes est¨¢n emigrando desde definiciones t¨¦cnicas a delimitaciones funcionales. Las distribuidoras, cuando atienden zonas con alta densidad de consumo el¨¦ctrico (grandes urbes y ¨¢reas industriales y de alta concentraci¨®n tur¨ªstica), est¨¢n desarrollando sus redes de reparto tendiendo nuevas l¨ªneas de 220 kW en vez de incrementar el n¨²mero de l¨ªneas de alta y media tensi¨®n. Por eso, para la Uni¨®n Europea (UE), la red de transporte est¨¢ formada por la de 400 kW y por algunos tramos de 220. De esta forma se est¨¢ adoptando una delimitaci¨®n funcional de las redes, lo que resulta posible y racional: es posible porque ni la legislaci¨®n espa?ola ni la comunitaria imponen estrictos l¨ªmites a la definici¨®n de las redes.
Frente a la tendencia que admite que las l¨ªneas de 220 kW forman parte de las redes de transporte y de las redes de reparto, la pretendida modificaci¨®n de la Ley 54/1997 impedir¨¢ que las compa?¨ªas distribuidoras sigan desarrollando eficientemente las redes de reparto, pues aqu¨¦llas estar¨ªan obligadas a invertir en transformadores (transformaciones intermedias) que, adem¨¢s, no evitar¨ªan mayores p¨¦rdidas el¨¦ctricas. Por otro lado, cuando el transportista principal se manifiesta incapaz de resolver las se?aladas carencias de la red de transporte, resulta sorprendente que se le obligue a adquirir los tramos de 220 kW que contienen las redes de reparto.
Adem¨¢s, si las mencionadas modificaciones de la Ley 54/ 1997 se consumasen, la REE se convertir¨ªa en transportista ¨²nico a nivel nacional, lo que supondr¨ªa que esta empresa estar¨ªa obligada a adquirir los tramos de red de muy alta tensi¨®n (tanto de 400 kW como los de 220) que las transportistas-distribuidoras tengan, tanto si tales tramos hacen la funci¨®n de transporte como si forman parte de la red de reparto. Esta modificaci¨®n traer¨ªa graves efectos negativos. En primer lugar, la comparaci¨®n entre empresas es uno de los instrumentos m¨¢s utilizados por el regulador en su b¨²squeda de eficiencia. Si las grandes empresas distribuidoras perdieran su condici¨®n de transportistas, el regulador dejar¨ªa de tener referencias a la hora de determinar los costes de los bienes de equipo y los costes de explotaci¨®n necesarios para fijar la retribuci¨®n de la que entonces ser¨ªa la ¨²nica empresa transportista, REE. En segundo lugar, no se entiende qu¨¦ se pretende estableciendo legalmente el concepto de transportista ¨²nico cuando la REE ha pasado en poco tiempo de operar menos del 60% de la red de alta tensi¨®n a poseer el 99% de la red de 400 kW y el 95% de la de 220.
- Tercer problema: la creciente suplantaci¨®n de los reguladores por el transportista principal
El sector el¨¦ctrico espa?ol ha alcanzado elevados grados de complejidad y altos niveles de exigencia, que en los pr¨®ximos a?os seguir¨¢n creciendo. Las redes son una pieza fundamental para el funcionamiento del sector el¨¦ctrico, ya que su insuficiente desarrollo impide el aprovechamiento ¨®ptimo de las plantas de generaci¨®n y dificulta que generadores y comercializadores compitan. Aunque pueda escandalizar, debe quedar muy claro que las redes el¨¦ctricas deben estar al servicio (son actividades subsidiarias) de la generaci¨®n y de la comercializaci¨®n. Esto no quiere decir que las redes deban desarrollarse sin l¨ªmites, ni que deban hacerlo de acuerdo con las exigencias m¨¢s o menos arbitrarias de generadores y comercializadores, pero s¨ª que significa que los l¨ªmites no los debe poner el transportista principal; tales l¨ªmites deben ser formulados por los reguladores.
Sin embargo, un detenido y minucioso an¨¢lisis de m¨²ltiples disposiciones el¨¦ctricas pone de manifiesto que en ocasiones tales normas no posibilitan la competencia entre las empresas que ejercen las actividades liberalizadas, sino que responden a objetivos del transportista principal. La responsabilidad de que esto ocurra es, desde luego, de los reguladores. Pueden ponerse muchos ejemplos, pero el siguiente, por sencillo, puede ser ilustrativo: en abril de 2005 el Ministerio de Industria public¨® una resoluci¨®n seg¨²n la cual en cada zona el¨¦ctrica (conjunto de nudos de generaci¨®n el¨¦ctricamente pr¨®ximos) la capacidad m¨¢xima de producci¨®n debe situarse entre 2.000 y 2.500 MW.
- Conclusiones
Despu¨¦s de haber cumplido los nueve a?os, existe un notable consenso sobre los pobres resultados alcanzados por el marco legal del sector el¨¦ctrico espa?ol. Bastan los insistentes reproches de la Comisi¨®n Europea. Si se alegara con raz¨®n que, en el ¨¢mbito regulatorio, la mayor parte de los pa¨ªses de la UE se encuentran en una peor situaci¨®n, habr¨ªa que decir que en ning¨²n caso esto debe ser una coartada para frenar o retroceder en el proceso liberalizador. Una mayor competencia en modo alguno debe interpretarse como un castigo; es la mejor terapia para los problemas que padece nuestro sector el¨¦ctrico. Diferentes autores que aceptan que el ordenamiento regulatorio espa?ol es, en su formulaci¨®n m¨¢s agregada, poco menos que impecable consideran que los pobres resultados se explican por la alta concentraci¨®n empresarial; casi seguro que tienen raz¨®n.
Conseguir que el actual modelo regulatorio funcione no es algo f¨¢cil. Los reguladores no deben perder de vista que lo importante es derribar las barreras a la entrada de nuevos operadores, detectando las trabas que los agentes que se ven amenazados elaboran arduamente, mediante estratagemas dirigidas imaginativamente a impedir que la competencia funcione. Frecuentemente, el ataque al modelo se produce de forma agazapada, utilizando triqui?uelas regulatorias, bajo la forma de resoluciones t¨¦cnicas llenas de ininteligibles expresiones e inextricables f¨®rmulas matem¨¢ticas, cuyo significado nadie est¨¢ interesado en desentra?ar. Los brit¨¢nicos suelen afirmar que los problemas suelen radicar en la letra peque?a. Creo recordar que fue santa Teresa de Jes¨²s quien afirm¨® que el diablo est¨¢ en los detalles y, m¨¢s concretamente, que el diablo est¨¢ en los pliegues.
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