Aplazar la utop¨ªa, defender la dignidad
Hace 30 a?os, cuando el PCE fue legalizado, algunos pensaron que el partido que encabez¨® la lucha contra el franquismo enterraba su utop¨ªa republicana para acatar una monarqu¨ªa que le reconoc¨ªa su legalidad. Otros pensamos que fue un aplazamiento -tal vez por mucho tiempo- de esa utop¨ªa, para poner fin al sufrimiento y recuperar la dignidad.
La legalidad internacional no es un gui¨®n escrito de antemano que s¨®lo espera que lo interpreten al pie de la letra unos actores. Es un marco para asegurar el respeto de los derechos de los pueblos. Pero el derecho de autodeterminaci¨®n no presupone, obligatoriamente, la independencia, sino la libre decisi¨®n sobre su destino.
El pueblo saharaui puede ver materializada, por primera vez en su historia, la oportunidad de ejercer esa autodeterminaci¨®n. Depende del coraje pol¨ªtico de los unos y los otros. Por primera vez en la historia del conflicto, tras varios intentos fallidos de refer¨¦ndum, hay encima de la mesa dos proyectos coherentes que reconocen el derecho al autogobierno del pueblo saharaui. No es un hecho menor el que, al fin, tras 30 a?os de practicar la pol¨ªtica del avestruz, Marruecos haya hecho p¨²blico ante el Consejo de Seguridad de la ONU y ante la opini¨®n p¨²blica internacional, un proyecto de autonom¨ªa con credibilidad que cuestiona su propio sistema institucional y que, de ponerse en pr¨¢ctica, obliga -se dice expresamente en el texto- a una revisi¨®n constitucional que puede acabar por cambiar bases importantes del sistema. De hecho, por primera vez, se habla de elecci¨®n de un presidente por una asamblea parlamentaria electa, con muy amplias competencias, algo que no existe en la escala nacional y que sin duda la revisi¨®n constitucional debe corregir, reforzando el car¨¢cter verdaderamente parlamentario de la monarqu¨ªa.
Los dos proyectos sin embargo pretenden organizar momentos diferentes del proceso de autodeterminaci¨®n. Mientras el proyecto del Frente Polisario marca las pautas del posrefer¨¦ndum, ofrece garant¨ªas para la etapa posterior a la independencia, presuponiendo que ¨¦sta triunfe en la consulta, el proyecto presentado por Marruecos quiere evitar precisamente esa independencia, ofreciendo garant¨ªas y anchos espacios de participaci¨®n a trav¨¦s de una amplia autonom¨ªa alternativa a la independencia. Mientras el Polisario quiere negociar despu¨¦s, Marruecos quiere hacerlo antes. Mientras el primero lanza como idea ¨²nica la independencia, aferr¨¢ndose al refer¨¦ndum-panacea para el que dice estar dispuesto a negociar con Marruecos las modalidades de su celebraci¨®n, Marruecos insiste en negociar el contenido del refer¨¦ndum, que al fin y al cabo es lo que importa: c¨®mo organizar el futuro para que los saharauis ejerzan el control de su territorio. Porque, aut¨®nomo o independiente, la clave es saber c¨®mo ser¨¢ la organizaci¨®n de la vida pr¨¢ctica, qu¨¦ grado de libertades efectivas podr¨¢n ejercerse, qu¨¦ fuerzas en juego se encontrar¨¢n en la arena el d¨ªa de despu¨¦s. A quienes esgrimen que el historial democr¨¢tico de Marruecos no es garant¨ªa suficiente para asegurar un futuro de libertad, conviene record¨¢rseles que el Frente Polisario no supo en 30 a?os salir de la l¨®gica del partido ¨²nico. Lo que no es, desde luego, una garant¨ªa de democracia.
Marruecos propone negociar las competencias de la autonom¨ªa poniendo como l¨ªmites los atributos de soberan¨ªa, la instituci¨®n mon¨¢rquica, la seguridad nacional y la defensa exterior, con el objetivo de someter a consulta de la poblaci¨®n concernida un documento consensuado que evite a ambas partes los riesgos de lanzarse hacia un vac¨ªo de incertidumbre.
Aceptar esta v¨ªa implica desde luego un clima de confianza mutua, que por ahora est¨¢ lejos de encontrarse. Marruecos promete una amnist¨ªa general que excluya toda persecuci¨®n, detenci¨®n o intimidaci¨®n de la otra parte, aunque para mostrar su buena voluntad, no deber¨ªa esperarse a que se inicien las negociaciones (poco previsible por ahora, dada la oposici¨®n del Polisario al proyecto), sino acabar con la pol¨ªtica represiva que hasta ahora ha sido la pr¨¢ctica habitual en la regi¨®n.
Aqu¨ª es donde cobra sentido el t¨ªtulo de este art¨ªculo. Aplazar la utop¨ªa de la independencia para apostar por negociar una salida que garantice la dignidad, implica una responsabilidad enorme para un movimiento que lleva m¨¢s de 30 a?os defendiendo como ¨²nica salida la independencia. Dif¨ªcil decisi¨®n cuando se tiene detr¨¢s una opini¨®n p¨²blica exterior enardecida que le exige -desde su c¨®moda instalaci¨®n en la sociedad del bienestar- no traicionar sus objetivos iniciales. Pero aplazar la utop¨ªa no significa perder de vista los objetivos finales de un verdadero autogobierno, compatible con los logros inmediatos (repatriaci¨®n, reinserci¨®n completa en el territorio, garant¨ªas de un futuro digno en condiciones de seguridad y protecci¨®n de sus bienes, seg¨²n reza el texto) que se asegurar¨¢n en el proceso negociador que culminar¨¢ con el refer¨¦ndum pro autonom¨ªa. Significa tambi¨¦n aceptar convertirse en defensor legal -aunque no exclusivo- de los derechos de los saharauis.
Eso exige naturalmente que Marruecos ofrezca y garantice canales pol¨ªticos para la expresi¨®n de las aspiraciones regionales en proyectos divergentes. ?Se puede acaso imaginar que el Frente Polisario podr¨ªa autodisolverse sin transformarse en un movimiento nacionalista saharaui que aspire a defender los derechos de su pueblo? Pero para ello no basta una amnist¨ªa que borre el pasado, sino amplias garant¨ªas que aseguren la seguridad de militantes y dirigentes, as¨ª como su libre actividad pol¨ªtica dentro del marco que libremente se negocie y acepte. Evitando as¨ª ese sentimiento derrotista de los dirigentes polisarios que aseguran que si no se logra la independencia ellos se exiliar¨ªan a Mauritania o Argelia.
El Polisario debe saber, por su parte, que una soluci¨®n como la que Marruecos propone que se negocie, no es un signo de derrota, sino de confirmaci¨®n de la justeza de su causa, de que su lucha ha merecido la pena. La oferta auton¨®mica que Marruecos plantea negociar implica costes severos para el r¨¦gimen marroqu¨ª que va a salir cambiado de la operaci¨®n. Aunque reforzado en su imagen exterior. No es un proyecto para mantener el statu quo, sobre todo si la otra parte decide jugar el juego de la autonom¨ªa como con verdadero coraje pol¨ªtico hizo al aceptar en 2003 el plan Baker II. La implicaci¨®n del Polisario en la concreci¨®n de la autonom¨ªa, como la del PCE en la operaci¨®n de la transici¨®n espa?ola, supondr¨ªa un punto de no retorno en la marcha de Marruecos hacia la democracia y en la construcci¨®n del Magreb de los pueblos. Y desde luego, lo m¨¢s importante, terminar con el sufrimiento real y cotidiano de los saharauis, evit¨¢ndoles otros 30 a?os de vagar en la hamada.
Bernab¨¦ L¨®pez Garc¨ªa es catedr¨¢tico de Historia del Islam contempor¨¢neo en la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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