Una orden ministerial entierra la 'ley trampa' de Franco
"Enaltecer el recuerdo y lecci¨®n de los Ca¨ªdos por Dios y por Espa?a" y "exaltar las glorias castrenses patrias". Son dos de las expresiones que aparecen en la ley de 21 de julio de 1960 por la que el dictador Francisco Franco traspas¨® la propiedad del castillo de Montju?c a la ciudad de Barcelona, un traspaso con trampa porque en el desarrollo de la ley y en su posterior reglamento se ataba de pies y manos la posibilidad de que el Ayuntamiento decidiera libremente qu¨¦ hacer en el castillo. De hecho, en el Patronato que se constituy¨® -porque as¨ª lo dispon¨ªa la ley franquista- los representantes del consistorio eran tres frente a los cinco restantes, cuatro de ellos militares y un quinto que era el delegado del Ministerio de Hacienda. El alcalde es el vicepresidente del patronato y la funci¨®n del consistorio se limitaba a cuestiones urban¨ªsticas del entorno.
As¨ª las cosas, la demanda de que el castillo fuese, de verdad, cedido a la ciudad se plante¨® hace a?os y ha sido motivo de sucesivos pronunciamientos y mociones tanto del consistorio como del Congreso de los Diputados. Una de las primeras se produjo hace m¨¢s de seis a?os. Fue presentada por Esquerra Republicana en el Congreso por un hecho concreto: la venta de simbolog¨ªa nazi en el castillo.
Aquella propuesta, apoyada por el pleno del Congreso, planteaba el cambio profundo de la ley y el reglamento franquista. En 2002, el entonces alcalde Joan Clos esperaba cerrar, en breve, la reforma del museo militar.
No fue as¨ª. Y ello pese a sucesivos pronunciamientos en ese sentido del consistorio de Barcelona. Por lo menos, uno en 2002, otro en 2004 y el ¨²ltimo en 2006. Y tambi¨¦n de promesas, especialmente del presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, quien en la campa?a para las elecciones generales de 2004 se comprometi¨® a ceder "sin condiciones" el castillo a la ciudad.
Tras ese compromiso se entablaron negociaciones entre representantes del consistorio y del Ministerio de Defensa. En estos encuentros parec¨ªa, durante unas primeras sesiones, que llegar a un acuerdo ser¨ªa trabajoso pero no imposible. Hasta que se puso la letra sobre blanco y el entonces ministro de Defensa puso condiciones. Algunas, como que la bandera espa?ola ondeara en "sitio preferente" y que las antenas y el destacamento permanecer¨ªan levantaron ampollas en el consistorio. No tanto por las banderas, sino por el tono y las condiciones. Desde entonces, aquel proyecto de ley ha dormido en el tr¨¢mite de alegaciones en el Congreso de los Diputados. Y la patata caliente que supon¨ªa desdecirse de un proyecto de ley se ha resuelto cambiando el m¨¦todo.
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