La verdad del agua
Una vez m¨¢s los cielos inclementes castigaron a raudales la soberbia y la temeridad del hombre. Bast¨® una tromba fulminante y ef¨ªmera para anegar la buena fama y la credibilidad de los gobernantes madrile?os y de sus obras. Esperanza y Alberto, tanto montan y montan tanto, ignoran a sus rivales en las pr¨®ximas elecciones y se entrenan como mutuos sparrings en una precampa?a pugil¨ªstica en la que no faltan los golpes bajos, aunque luego los falsos contendientes se saluden chocando los guantes y se excusen.
Entre inundaci¨®n e inauguraci¨®n, el popular binomio saca tiempo para entregarse al noble arte de las doce cuerdas. El ¨²ltimo asalto tuvo lugar el jueves pasado, en un sombr¨ªo t¨²nel de la M-30; Esperanza y Alberto cambiaron golpes de nuevo a causa de la rotura de un colector que transcurre por encima del t¨²nel. Bajo la ducha, presidenta y alcalde se acusaron mutuamente de la responsabilidad de la aver¨ªa y para mediar en la pugna requirieron los servicios de expertos de la polic¨ªa cient¨ªfica municipal que vertieron un colorante en el colector sospechoso: si la catarata se coloreaba, la culpa era del colector y por lo tanto del Ayuntamiento; si la coloraci¨®n permanec¨ªa invariable, el Canal de Isabel II y por lo tanto la Comunidad apechugar¨ªan con el marr¨®n, o algo as¨ª; no s¨¦ si lo entend¨ª muy bien porque mi inter¨¦s se centraba m¨¢s en lo simb¨®lico que en lo qu¨ªmico; La Querella del Agua podr¨ªa ser el t¨ªtulo de un cuadro de ambiente hist¨®rico al antiguo estilo: a un lado Esperanza y al otro Alberto con ropajes mitol¨®gicos y a sus pies dos ninfas que les muestran dos vasijas con agua procedente de la gran cascada central que ilumina la obra en la que quiz¨¢s quepa una orla con un lema latino como In aqua veritas.
Los ediles del PP deben rezar para que una pertinaz sequ¨ªa nos acompa?e hasta las elecciones
La odisea vivida el pasado s¨¢bado por un conductor discapacitado en otro t¨²nel de la fat¨ªdica M-30 ha destapado la maloliente balsa de lodos que subyace bajo la contrataci¨®n de las grandes obras p¨²blicas. Jos¨¦ Luis Magallares, el odiseo de la M-30, pudo abandonar su veh¨ªculo chapoteando sobre los mu?ones de sus brazos; minutos despu¨¦s su coche quedaba totalmente sumergido bajo las aguas, aguas que, seg¨²n un portavoz municipal, que citaba fuentes de la empresa responsable Madrid Calle 30, solo alcanzaron los 20 cent¨ªmetros de profundidad; el fango debi¨® alcanzar algo m¨¢s seg¨²n la informaci¨®n publicada en estas p¨¢ginas por Daniel Verd¨² en la que se especifica que el barro hab¨ªa llegado hasta el techo del veh¨ªculo.
La versi¨®n de la empresa despierta otras inc¨®gnitas, por ejemplo la de la estatura de Natalia, heroica empleada de mantenimiento que particip¨® en el rescate a la salida del t¨²nel, "con el agua por encima del pecho", hay quien es capaz de ahogarse en un vaso de agua para aguarle la fiesta al alcalde candidato.
Los rescatadores, contaba Magallares a este peri¨®dico, "tienen el coraz¨®n muy grande pero muy pocos medios", la empresa constructora carece de medios y de coraz¨®n y los ediles populares que sustentan las tesis de Madrid Calle 30 y que han negado una comisi¨®n de vigilancia, siguen a cuestas con el arcaico y perverso lema de sostenella y no enmendalla que, si en pol¨ªtica es perversa y obcecada necedad, en las obras p¨²blicas puede ser criminal y catastr¨®fica negligencia. La contrataci¨®n de estas obras, adjudicadas y ejecutadas a toda prisa por razones electorales, se parecen al famoso contrato de los Hermanos Marx, aunque aqu¨ª, la parte contratante de la primera parte no es nunca igual a la parte subcontratante de la primera parte, que a su vez difiere de la parte subcontratante de la segunda parte, que... y as¨ª las responsabilidades se diluyen en las aguas.
Los ¨²ltimos sucesos acu¨¢ticos acaecidos en los t¨²neles embrujados han sido accidentes, no deficiencias, sentenci¨® la concejal de urbanismo, pero aunque as¨ª fuera las comisiones de vigilancia, como la que ella y sus compa?eros niegan, sirven sobre todo para prevenir accidentes, tengan el origen que tengan.
Las declaraciones de un experto en infraestructuras a este peri¨®dico confirman que existe riesgo de que los accidentes se repitan porque ha existido un defecto en la construcci¨®n de los colectores. Los ediles del PP deben rezar estos d¨ªas para que una pertinaz sequ¨ªa nos acompa?e hasta las elecciones.
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