El personaje que encontr¨® a su autor
'La vida de Samuel Johnson', que convirti¨® a su protagonista en un tipo universal, se publica ¨ªntegra en espa?ol dos siglos despu¨¦s
Cuando Samuel Johnson entr¨® en una peque?a librer¨ªa de Covent Garden, en el centro de Londres, en 1763, un cliente qued¨® asombrado. El corpach¨®n de metro ochenta que avanzaba pesadamente hacia ¨¦l era el gran intelectual de la ¨¦poca, autor de un diccionario de ingl¨¦s monumental, y que dos siglos despu¨¦s de su muerte sigue siendo, tras Shakespeare, la voz m¨¢s citada en lengua inglesa. Pero quiz¨¢ nadie se acordar¨ªa de ¨¦l de no ser por aquel cliente pasmado, un joven abogado escoc¨¦s, que decidi¨® convertirlo en personaje literario.
Savater: "Del encuentro entre un genio locoide y un chaval ingenuo sale una obra espl¨¦ndida"
El chico, de nombre James Boswell (1740-1795), era un dips¨®mano y juerguista que se obsesion¨® con Johnson (1709-1784) y lo acompa?¨® intermitentemente durante 21 a?os. Anot¨® minuciosamente cada conversaci¨®n y memoriz¨® cada gesto. Su legado fue un reportaje de casi 2.000 p¨¢ginas, La vida de Samuel Johnson (Acantilado), reci¨¦n publicada por primera vez de manera ¨ªntegra en castellano, dos siglos despu¨¦s (traducida por Miguel Mart¨ªnez-Lage). El tiempo la ha consagrado como una de las mejores biograf¨ªas de la historia y una cr¨®nica extraordinariamente v¨ªvida de la escena cultural londinense del siglo XVIII.
"Es curioso porque de la conjunci¨®n entre un genio provinciano y locoide y un chaval sin muchas luces que le sigue y cree que todo lo que dice es genial sale una obra espl¨¦ndida", sostiene el fil¨®sofo Fernando Savater, boswelliano confeso. Como unos Quijote y Sancho Panza de Fleet Street, recorr¨ªan tabernas y cen¨¢culos. Sus interlocutores eran la crema intelectual del pa¨ªs: el novelista Oliver Goldsmith, el pintor Joshua Reynolds y el actor David Garrick, entre otros. Sus peripecias e indiscreciones fascinaron a los lectores, y de los 1.750 ejemplares de la primera edici¨®n, en 1791, m¨¢s de la mitad (888) se vendieron en s¨®lo un mes. Un ¨¦xito considerable.
Johnson era pura carne de libro. Los tics le desencajaban la cara, vest¨ªa una levita ra¨ªda y era muy malcarado. Pero bajo todo ello ocultaba una agudeza formidable y unos conocimientos tan vastos que la gente le llamaba Diccionario Johnson, que era tambi¨¦n como se conoc¨ªa a su obra m¨¢s famosa: su diccionario de ingl¨¦s.
Una de sus entradas defin¨ªa al lexic¨®grafo, es decir, al propio Johnson, como "un autor de diccionarios; una bestia inofensiva de carga" [a harmless grudge, en ingl¨¦s]. Lo cierto es que era un reaccionario furibundo, xen¨®fobo y profundamente religioso, pero aun as¨ª su sentido com¨²n a menudo era imbatible. Alguien le mencion¨® una vez que el obispo Berkeley sosten¨ªa que la materia no exist¨ªa y que su argumentaci¨®n era irrefutable. Indignado, alz¨® la voz: "?As¨ª la refuto yo!", y golpe¨® con la planta del pie una gran piedra del suelo.
"Era el reverso del progresismo de la Ilustraci¨®n francesa, un conservador, mis¨®gino y rid¨ªculo", se?ala Savater. Lo interesante, seg¨²n el fil¨®sofo, no es tanto Johnson como el libro que Boswell escribi¨® sobre ¨¦l, que lo convierte en un personaje literario y que hierve de an¨¦cdotas sobre los c¨ªrculos culturales del Londres dieciochesco. Uno de los grandes momentos es el encuentro entre Johnson, tory recalcitrante, y su bestia negra, John Wilkes, un l¨ªder radical, defensor de la libertad de prensa. Johnson no puede ni verlo, as¨ª que Boswell tiene que trazar una estratagema para que acepte cenar con ¨¦l. Sorprendentemente, al final acaban departiendo amigablemente y ofreci¨¦ndose la mejor parte del estofado.
Diccionario Johnson deslumbraba como un rival correoso en cualquier discusi¨®n. "Se?or, yo a usted es que no lo entiendo", le reprocha un oponente. Respuesta: "Se?or, he encontrado un razonamiento id¨®neo para usted, pero no me considero en la obligaci¨®n de encontrarle tambi¨¦n un sensato entendimiento". Johnson se lanzaba a la conversaci¨®n como a un duelo a espada en el que se pon¨ªa a prueba la talla intelectual del individuo. Sus ocurrencias a¨²n se citan a menudo en peri¨®dicos, debates parlamentarios y tertulias televisivas.
La vida de Samuel Johnson "es una ventana a la cotidianidad del Londres de la segunda mitad del XVIII", observa Savater, cuando en Francia se escribe la Enciclopedia y Estados Unidos se independiza del Imperio brit¨¢nico. Londres era el centro neur¨¢lgico de una vigorosa actividad intelectual. All¨ª confluyen la filosof¨ªa de David Hume y el pensamiento liberal de Adam Smith y Edmund Burke y el teatro de Thomas Sheridan. "Lo apasionante aqu¨ª no son las grandes ideas sino ver c¨®mo discut¨ªan aquellos personajes y saber qu¨¦ ped¨ªan para beber y comer". Ya dijo Johnson que "no hay nada, entre todo lo ideado hasta ahora entre los hombres, que propicie tanta felicidad como una buena taberna o una buena posada".
De cervezas en una taberna del Strand o en casa de la mecenas Hester Thrale, Boswell recoge cada detalle como un notario. "Da la impresi¨®n de que est¨¢s en los pubs y los ves, comport¨¢ndose con toda naturalidad", a?ade Savater.
Dos hombres llaman de madrugada al domicilio de Johnson y lo sacan de la cama. "?Si sois vosotros, so perros! ?Me ir¨¦ a correrla con vosotros!", e inmediatamente se lanza a merodear esa capital inagotable: "Cuando un hombre se harta de Londres, es que est¨¢ harto de la vida", sentenci¨®.
Uno de los grandes m¨¦ritos de Boswell es que logra hacer entra?able al hosco lexic¨®grafo, que a veces ca¨ªa en la depresi¨®n y que temblaba al pensar en la muerte. Sus conocidos llamaban Gargant¨²a por su grandilocuencia, y quiz¨¢ tambi¨¦n por su inmoderaci¨®n en la mesa. "Tan voraz era su apetito, y tal la intensidad con que a ¨¦l se entregaba, que durante el acto de comer se le hinchaban las venas de la frente y era frecuente que sudara de forma copiosa", apunta Boswell.
Como un reportero incisivo, Boswell retrat¨® a Johnson en toda su complejidad, que era mucha. El mismo que defend¨ªa a Shakespeare cuando nadie lo hac¨ªa afirm¨® convencido que Tristram Shandy, valorada hoy como una de las cumbres de la literatura universal, no perdurar¨ªa; y el mismo que no soportaba a los americanos, manten¨ªa contra viento y marea que la esclavitud era una injusticia clamorosa. Boswell lo resumi¨® bien: "La heterog¨¦nea composici¨®n de la naturaleza estaba sumamente bien ejemplificada en Johnson".
Enlaces
Parodia del doctor Samuel Johnson en la teleserie brit¨¢nica Blackadder, con Robbie Coltrane, en el papel del inefable lexic¨®grafo, Rowan Atkinson y Hugh Laurie.
Perfil de Samuel Johnson en The Guardian
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.