Noticia de la inmigraci¨®n
En los 10 ¨²ltimos a?os, Espa?a ha pasado de 14 millones de empleos a 20 millones. A este salto han contribuido decisivamente la incorporaci¨®n de la mujer al mercado laboral y la llegada de inmigrantes. Hace tiempo que se ha hecho ya insoportable el monopolio de la actualidad que tiene la cuesti¨®n vasca. Casi toda la dial¨¦ctica Gobierno-oposici¨®n pasa por aqu¨ª. Es tan absurdo que uno empieza ya a sospechar que tanto el PSOE como el PP se sienten c¨®modos en esta querella, cada vez m¨¢s burocratizada. Al que gobierna le va bien tener encerrada a la oposici¨®n en un solo problema. Lo cual no significa que Espa?a no tenga que lidiar con otras cuestiones mucho m¨¢s importantes. Por ejemplo, la inmigraci¨®n.
?ltimamente, la inmigraci¨®n s¨®lo es noticia por las tragedias de los mares del sur peninsular. De los problemas cotidianos de la inserci¨®n de los inmigrantes en la sociedad se habla poco. Por la propia definici¨®n de noticia, cuando alg¨²n tema que ha ocupado portadas durante mucho tiempo pierde visibilidad medi¨¢tica es, por lo general, s¨ªntoma de que va por buen camino. Cierto que, seg¨²n las encuestas, todav¨ªa figura en lugar destacado de las preocupaciones de la gente. Pero el breve tiempo en que ha llegado un n¨²mero muy importante de ciudadanos extranjeros -m¨¢s de cuatro millones- pod¨ªa hacer pensar en conflictos mayores. Y, sin embargo, la recepci¨®n de la inmigraci¨®n -con inevitables problemas puntuales- se ha hecho razonablemente. Y se han evitado incluso reacciones de xenofobia y rechazo, tomando justos por pecadores, que pod¨ªan haberse derivado del 11-M.
Tanto es as¨ª que ni siquiera el PP est¨¢ utilizando ahora la inmigraci¨®n como material demag¨®gico para su campa?a de acoso y derribo al Gobierno, a pesar de que meses atr¨¢s lo tuvo entre sus prioridades como oposici¨®n. Me gustar¨ªa atribuirlo a un acto de responsabilidad del PP, consciente de que la inmigraci¨®n es materia sensible para la convivencia y que, por tanto, hay que ser prudente con ella. Pero los antecedentes no son garant¨ªa de prudencia por parte del PP. El debate sobre la inmigraci¨®n en Espa?a tuvo un momento muy duro, all¨¢ por el a?o 2000, cuando el PP lo aprovech¨® -conflicto de El Ejido- para subirse a la mayor¨ªa absoluta. Y ya hemos visto que a la hora de hacer oposici¨®n el PP tiene pocos escr¨²pulos en la elecci¨®n de los temas. Ah¨ª est¨¢ el terrorismo, como ejemplo. M¨¢s bien cabe pensar que la obcecaci¨®n en cargarse al Gobierno a costa del proceso de fin de la violencia en Euskadi hace que el PP olvide otro de sus frentes favoritos.
La pol¨ªtica de inmigraci¨®n es siempre compleja porque es una cuesti¨®n que interviene en infinidad de frentes: en convivencia, en sanidad, en educaci¨®n, en trabajo, en cultura y en derechos fundamentales. Y, por tanto, es una plataforma extraordinaria para la demagogia construida sobre la protecci¨®n de la gente normal, el concepto desde el que casi siempre la derecha conservadora elabora los mecanismos de exclusi¨®n.
Hay tres criterios b¨¢sicos para las pol¨ªticas de inmigraci¨®n: leyes generales pocas y realistas, que partan del principio de que en cualquier situaci¨®n siempre es mejor que el inmigrante sea legal; recursos para los municipios, que son los mejor situados para resolver problemas concretos en situaciones concretas; e informaci¨®n objetiva sobre por qu¨¦ Espa?a atrae inmigraci¨®n, que es la mejor manera de disipar miedos y fantasmas.
El Gobierno ha cumplido un principio b¨¢sico: por razones de dignidad y de derechos elementales, pero tambi¨¦n pr¨¢cticas, el objetivo debe ser que todos los inmigrantes sean legales. Puesto que de nada sirve poner puertas al campo, hay que favorecer las legalizaciones en vez de hacer bandera de evitarlas. El efecto llamada, como ha quedado acreditado, es demagogia populista. Las pol¨ªticas de regularizaci¨®n masiva, que ahora la UE parece asumir, son positivas: s¨®lo se puede exigir deberes a quien se le reconocen derechos. El Gobierno est¨¢ aumentando los recursos para las pol¨ªticas de inmigraci¨®n a nivel local y tiene que seguir por esta senda. Pero el Gobierno tiene un punto negro: las vallas de la verg¨¹enza. Las vallas de Ceuta y Melilla, que colocan a Espa?a en la triste lista de los constructores de muros. Muros perfectamente in¨²tiles que s¨®lo sirven para que haya m¨¢s muertos en el mar.
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