Trabajadores m¨¢s vulnerables
Una pintada estupenda por su creatividad, provocaci¨®n e interpelaci¨®n, aparecida en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, retrata lo que sucede a los trabajadores, al sindicalismo y por extensi¨®n al conjunto de la izquierda: "Cuando ten¨ªamos todas las respuestas, nos han cambiado las preguntas". Una afirmaci¨®n del escritor polaco Kapuscinski, recientemente fallecido, completa y desarrolla esta idea: "Las crisis se alcanzan cuando las preguntas que se plantean no se pueden contestar".
La celebraci¨®n del 1? de Mayo es una gran oportunidad para tomar el pulso a la situaci¨®n de los trabajadores y del sindicalismo, y poder contribuir al debate de sus funciones, sus retos, sus necesarios cambios estrat¨¦gicos, para poder cumplir su funci¨®n permanente de mejorar las condiciones de vida y de trabajo, y su compromiso con la defensa integral de los derechos humanos, la justicia social, la igualdad, la paz, la libertad, la ciudadan¨ªa social. Todo ello en un contexto de dificultades de adaptaci¨®n a una globalizaci¨®n que produce profundas y crecientes desigualdades sociales y acelerados cambios en el seno de las empresas.
El coste social y econ¨®mico de la precariedad, de un modelo laboral de baja productividad, es enorme
Mi amigo y maestro Jos¨¦ Mar¨ªa Zufiaur, en un extenso y profundo trabajo, en el que apuesta por una flexibilidad negociada y sostenible, sintetiza magistralmente los grandes cambios que se est¨¢n produciendo en el mundo del trabajo. "Del modelo fordista-keynesiano de producci¨®n y de integraci¨®n social estamos pasando a otro en el que prevalecen las exigencias a corto plazo de las empresas y la externalizaci¨®n creciente del riesgo hacia los trabajadores. Estos cambios afectan a la propiedad de las empresas, con una mayor concentraci¨®n de la propiedad y del mercado, la transnacionalizaci¨®n y el alejamiento de las decisiones y una creciente financiaci¨®n de sus objetivos. Se evidencia igualmente en la estructura de las empresas, con fen¨®menos de desconcentraci¨®n, externalizaci¨®n y deslocalizaci¨®n productiva. Se ponen de manifiesto, asimismo, en la organizaci¨®n del trabajo, con la flexibilidad de los contratos, del tiempo de trabajo, de la ubicaci¨®n de los trabajadores, de los v¨ªnculos de subordinaci¨®n y de la polivalencia funcional. Y se perciben, finalmente, en las relaciones laborales, con la extensi¨®n de la precariedad laboral, las reconversiones y reestructuraciones industriales y la tendencia hacia la individualizaci¨®n de las relaciones laborales".
No se puede mirar hacia otro lado ante tal intensidad de cambios y destrozos provocados por las estrategias de liberalizaci¨®n, desregulaci¨®n, privatizaciones y deslocalizaciones. Los procesos de globalizaci¨®n han aumentado el poder de las empresas frente a los poderes p¨²blicos y los sindicatos, con el consiguiente debilitamiento de la relaci¨®n de fuerzas entre capital y trabajo. Acabo de nombrar la palabra clave: "relaci¨®n de fuerzas". Voy a repasar algunos titulares aparecidos en los medios de comunicaci¨®n, sugerentes y exponentes de la situaci¨®n de los trabajadores. "El peso de los sueldos en la econom¨ªa de la UE cae a los niveles m¨¢s bajos. Alemania advierte de que la moderaci¨®n salarial amenaza el modelo social europeo". "Los salarios en Espa?a en regresi¨®n. Desde 1997 hasta el ¨²ltimo trimestre de 2006, la parte correspondiente a los salarios en el reparto de la renta nacional ha perdido 3,6 puntos". "La Comisi¨®n Europea advierte a Espa?a de los riesgos de su baja competitividad. El 75% de los nuevos empleos de 2006 se crearon en sectores de escasa productividad". "S¨®lo 182.000 trabajadores tienen vigente su convenio colectivo en Euskadi. Cerca de 400.000 asalariados est¨¢n pendientes de renovar sus condiciones salariales". Y, para finalizar, unas agudas, oportunas y refrescantes declaraciones de Joseph Stiglitz, premio Nobel de Econom¨ªa: "Los trabajadores de los pa¨ªses ricos son los perdedores de la globalizaci¨®n. Las centrales sindicales ayudan a promover el sentido de solidaridad. La competencia fiscal es a menudo un juego de suma negativa".
Estos son los efectos reales de las estrategias emprendidas para la mejora de la competitividad y maximizaci¨®n de los beneficios por la v¨ªa del ajuste del empleo, del salario y de los derechos laborales. Una relaci¨®n de fuerzas mejorada y m¨¢s equilibrada es condici¨®n necesaria para que el acuerdo y el di¨¢logo se realicen en condiciones de igualdad y equilibrio, posibilitando un nuevo y necesario pacto entre capital y trabajo, que no es otra cosa, que sustituir un tipo de flexibilidad y competitividad negativa por otra positiva. Esto exige el convencimiento empresarial de que no hay organizaci¨®n del trabajo productiva y sostenible que no tenga en cuenta los intereses y aspiraciones de los trabajadores. Las estrategias emprendidas de individualizaci¨®n de las relaciones laborales corren el peligro de incrementar el conflicto, no anularlo. Es imposible hacer frente a "reclamaciones individualizadas" con posibles efectos acumulativos sin mediaci¨®n sindical colectiva y representativa.
La flexi-explotaci¨®n que supone la transformaci¨®n de los ritmos y tiempos de trabajo, "trabajar m¨¢s y m¨¢s r¨¢pido", produce una degradaci¨®n indecente de las condiciones de salud y seguridad. La Agencia Europea para la Salud y Seguridad en el Trabajo ha dado un dato espeluznante: el 28% de los trabajadores de la UE, es decir, 41 millones, estar¨ªan afectamos por el estr¨¦s en el trabajo. Los datos de accidentes de trabajo y la mortalidad laboral son las manifestaciones m¨¢s crueles del trabajo sin derechos y la desgraciada consecuencia del comportamiento empresarial que antepone la rentabilidad y el beneficio a la seguridad y la vida, con unas instituciones p¨²blicas inoperantes. Nunca la precariedad nos va a llevar al pleno empleo, sino al pleno subempleo y a una econom¨ªa escasamente competitiva. En definitiva, el coste social y econ¨®mico de la precariedad, de la siniestralidad, del preocupante dualismo laboral, del incremento de las desigualdades, de un modelo productivo de baja productividad, es enorme. Esta es la otra cara del crecimiento. Por ello hay que decir que la econom¨ªa y el empleo van s¨®lo aparentemente bien, ya que sus bases y fundamentos son excesivamente coyunturales, fr¨¢giles y socialmente poco equitativos.
La necesaria adaptaci¨®n y reforzamiento de las organizaciones sindicales que posibilite otra relaci¨®n de fuerzas hay que hacerlo en el seno de las empresas, buscando elementos de inter¨¦s com¨²n para afrontar los cambios en la nueva situaci¨®n productiva. En repetidas ocasiones he insistido en la idea de buscar espacios de negociaci¨®n alternativos que hagan posible compartir intersecciones o puntos de encuentro entre las exigencias de las empresas y las necesidades, aspiraciones y derechos de los trabajadores. Esto exige una pr¨¢ctica sindical que ofrezca alternativas y que tenga capacidad de proposici¨®n no s¨®lo en pol¨ªtica salarial -importante, entre otras cosas, porque para producir tiene que haber demanda y poder de compra-, sino tambi¨¦n en la concertaci¨®n de las nuevas formas de organizaci¨®n del trabajo, de la empleabilidad y recualificaci¨®n de los trabajadores mejorando sus competencias, en la reordenaci¨®n y reducci¨®n del tiempo de trabajo, en la seguridad en el trabajo, en la calidad y seguridad en el empleo, en los planes de igualdad.
Sali¨¦ndonos del marco de la empresa, hay que saludar como una buena noticia la creaci¨®n de la Confederaci¨®n Sindical Internacional, con un programa de trabajo que quiere cambiar la actual globalizaci¨®n para dar paso a una gobernanza adecuada de la econom¨ªa global. Reitero una idea que un sindicalismo inteligente debe hacer suya: el siglo XXI debe extender los derechos laborales a todo el mundo, ya que, de lo contrario, se mermar¨¢n y se recortar¨¢n donde tenemos a¨²n el privilegio de poseerlos.
Carlos Trevilla es representante de UGT en el Consejo Econ¨®mico y Social (CES) de Euskadi.
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