Cinco millones de espa?oles viven con dolor
Al menos uno de cada 10 necesita calmantes ? Al 29% se le ha diagnosticado, adem¨¢s, depresi¨®n - Un mill¨®n y medio de personas padecen dolor de forma permanente
Al menos uno de cada 10 espa?oles (el 11,8%) sufre dolor cr¨®nico. Artritis, artrosis, hernias, dolor vertebral, fibromialgias o dolor neurop¨¢tico son las causas m¨¢s frecuentes de un problema que altera la vida de quien lo padece. Unas 3,5 millones personas sufren dolor en alg¨²n momento durante todos los d¨ªas de su vida, y m¨¢s de un mill¨®n y medio lo padecen durante las 24 horas del d¨ªa todo el a?o, seg¨²n la Sociedad Espa?ola del Dolor (SED). Una situaci¨®n que en el 29% de los casos provoca depresiones en quienes lo sufren y que, en muchas ocasiones, les quita las ganas de vivir. En Espa?a hay un centenar de unidades hospitalarias para tratar el dolor cr¨®nico, que se palia fundamentalmente con analg¨¦sicos.
"Aqu¨ª se tiene la tendencia a aguantar el dolor", admite un m¨¦dico especialista
"Desde que llevo la bomba de morfina he vuelto a tener ganas de vivir", dice un paciente
Rosa Mar¨ªa ?lvarez tiene 38 a?os, y desde hace m¨¢s de tres sufre dolor cr¨®nico. "Es una cosa que no se te quita. No se puede olvidar, tienes que vivir con ello", explica con la mirada triste. Una hernia le oprim¨ªa el nervio ci¨¢tico de la pierna y apenas pod¨ªa andar, as¨ª que decidi¨® operarse. En mayo de 2006 le hicieron una fijaci¨®n lumbar con tornillos de titanio. "Lo ¨²nico que les dije es que por favor me quitaran el dolor, ya no pod¨ªa m¨¢s", se lamenta.
El dolor no desapareci¨® tras la operaci¨®n y Rosa Mar¨ªa ha pasado a formar parte del 11,8% de espa?oles que sufren un dolor cr¨®nico -aqu¨¦l que dura m¨¢s de seis meses-, seg¨²n la SED. Una cifra que se aleja del 19% de la media europea. Sin embargo, los expertos tienen una explicaci¨®n para esta diferencia. "En Espa?a el porcentaje de personas que sufren dolor cr¨®nico es mayor, se aproxima al 19% ¨® 20%, pero no se declara. Hay una tendencia a aceptarlo", explica Alfonso Vidal, director de la Unidad del Dolor del Hospital Sur de Madrid y presidente de Sinedolore, una asociaci¨®n con m¨¢s de mil socios en toda Espa?a, que apoya a las personas con este problema. Carles Barutell, presidente de la SED coincide en la explicaci¨®n. "Aqu¨ª el dolor se considera una cosa natural, una consecuencia normal de una enfermedad o una operaci¨®n, se tiene la tendencia a aguantarlo. Esto no puede seguir as¨ª. El dolor cr¨®nico resta calidad de vida", denuncia.
"Vivir as¨ª es un asco. Se te quitan las ganas de todo y lo peor es pensar que voy a estar as¨ª toda la vida", explica Rosa Mar¨ªa ante la mirada de su marido Ferm¨ªn. "Yo era moza de almac¨¦n y llevo de baja un a?o, no voy a poder volver", dice. "Se despierta por las noches del dolor. No quiere hacer cosas, no le apetece salir de casa", explica su marido. Para tratar de paliar el dolor que sufre, sigue un tratamiento en una unidad del dolor. Toma un m¨ªnimo de cinco pastillas al d¨ªa y est¨¢ en tratamiento psiqui¨¢trico por la depresi¨®n que padece. "Hay d¨ªas que tengo tanto dolor que me dan ganas de rendirme. Es horrible vivir pendiente de si es ya la hora de tomar una pastilla", explica.
Como parte de su tratamiento en la unidad del dolor, Rosa Mar¨ªa se someter¨¢ el mes que viene a un bloqueo epidural, una inyecci¨®n de analg¨¦sicos en la zona afectada que, si sale bien, puede quitarle el dolor durante meses. Sin embargo, no se muestra esperanzada. "Ahora mismo me da igual todo. Si no es por mi marido y por mis dos hijos, no s¨¦ qu¨¦ har¨ªa", dice.
?ngeles Bracci s¨ª tiene esperanzas. Sabe que la fibromialgia que padece, y que le diagnosticaron hace tres a?os es cr¨®nica, pero aguanta el dolor permanente que le produce a base de analg¨¦sicos y antiinflamatorios. "Lo m¨¢s suave que me tomo es un Nolotil", bromea. A esta mujer de 48 a?os y sonrisa f¨¢cil nunca le hab¨ªa dolido nada, "no hab¨ªa tenido siquiera un dolor de cabeza", explica. Sin embargo, aunque sigue en su trabajo de costurera, cada vez le cuesta m¨¢s subir y bajar escaleras, caminar, estar de pie, "y hasta cargar bolsas de la compra o coger un ni?o. ?Con lo que me gustan a m¨ª los beb¨¦s y no los puedo coger!", dice. ?ngeles tambi¨¦n sigue un tratamiento en una unidad del dolor. "Van probando medicamentos. Pero sigo con dolor constante, me van a cambiar el tratamiento", explica.
"Lo que m¨¢s rabia me da es que no puedo correr", r¨ªe ?ngeles, "parece mentira, pero son las peque?as cosas de la vida que el dolor no te permite hacer, como eso, o coger platos o fregar, lo que te condiciona y te deprime", cuenta. "Te cambia la vida, hasta a la hora de hacer el amor con tu pareja", explica. Es el d¨ªa del trabajo y hay comida familiar en su casa de M¨®stoles (Madrid). "Hoy ha cocinado mi marido. Se tienen que acostumbrar y aprender a hacer las cosas porque yo hay veces que, con el dolor, no puedo", dice.
Lo que m¨¢s extra?a Mar¨ªa Zoilo es pasear. "Caminar por Madrid, subirme en el autob¨²s, bajarme en el centro e ir de tiendas", explica esta mujer de 71 a?os y ojos profundamente azules. "Yo era enfermera, y lo que habr¨¦ caminado en mi vida, he sido muy activa", explica. La deformaci¨®n de columna que sufre le provoca dolor cr¨®nico desde hace diez a?os. Hace m¨¢s de cuatro que utiliza parches de morfina que le alivian el dolor y a pesar de todo no pierde el humor. "Pero tambi¨¦n tengo momentos muy malos", aclara.
En 2003 le hicieron una operaci¨®n en la que le fijaron las v¨¦rtebras de la columna mediante placas y tornillos de titanio. "Los primeros meses estuve mejor, ya no necesitaba la morfina, pero los dolores han vuelto, y en la unidad del dolor me la han vuelto a recetar", explica.
Antonio tambi¨¦n utiliza morfina, pero ¨¦l la lleva en una bomba en el abdomen que, regularmente, le suministra una peque?a cantidad de este opioide mezclada con anest¨¦sicos. "Desde que llevo la bomba he vuelto a tener ganas de vivir. Antes ten¨ªa cada minuto pensamientos suicidas, el sufrimiento era constante. Ahora sigo con dolor, pero no todos los d¨ªas, ni a todas horas como antes", explica desde Ciudad Robledo (Albacete).
Tiene 30 a?os y sufre dolor cr¨®nico por una hipersensibilidad del sistema nervioso que le provoc¨® una operaci¨®n en 2001. A ra¨ªz de ella ha sufrido un calvario. Tuvo que dejar su trabajo como ch¨®fer de cami¨®n y tiene la incapacidad permanente. "No puedo trabajar, pero lo echo mucho de menos, me gustar¨ªa encontrar una actividad que pudiera hacer en casa. Es una manera tambi¨¦n de salir y relacionarse", sostiene. "Lo peor que se puede hacer es quedarse en casa, al final se te acaba cayendo encima", asegura.
Faltan unidades especializadas
Hay m¨¢s de cien unidades del dolor en Espa?a, un servicio que cada vez es m¨¢s com¨²n en los hospitales p¨²blicos y privados. Sin embargo, la Sociedad Espa?ola del Dolor (SED) denuncia que muchas de ellas no est¨¢n bien dotadas. "Se han abierto cien unidades, es cierto que es un gran avance, pero muchas no cumplen el nivel, no abren todos los d¨ªas ni tienen suficiente personal. La gran mayor¨ªa depende de los servicios generales de los hospitales", explica Carles Barutell, presidente de la SED. Se¨²n Barutell, estos centros dedicados a tratar el dolor tendr¨ªan que tener unidades m¨¦dicas multidisciplinares, "un anestesista, un psic¨®logo y un rehabilitador o un cirujano; o un m¨¦dico de cualquier otra especialidad, pero que trabajasen a tiempo completo", sostiene.Por el momento, muchos de los m¨¦dicos de estas unidades alternan sus funciones tambi¨¦n en otros departamentos del hospital. "Las unidades del dolor han estado vinculadas a anestesistas, que muchas veces se tienen que desplazar a quir¨®fanos y dejar desatendida la unidad. Se echa en falta coordinaci¨®n e implicaci¨®n. No se da prioridad al tratamiento del dolor", se queja Alfonso Vidal, director de una unidad del dolor y presidente de la asociaci¨®n Sinedolore.La Sociedad Espa?ola del Dolor y Sinedolore reclaman m¨¢s unidades del dolor en Espa?a, y m¨¢s repartidas. "Otro gran problema es que estas unidades se concentran en los n¨²cleos urbanos y las personas que viven en ciudades peque?as o pueblos tienen que trasladarse hasta ellas, muchas veces enfermos y con mucho dolor", asegura Vidal. En Castilla-La Mancha, por ejemplo, s¨®lo hay tres unidades del dolor. Una situaci¨®n completamente distinta a la de la Comunidad de Madrid, que tiene 13 hospitales con un departamento de estas caracter¨ªsticas, o Andaluc¨ªa, que tiene 25."El dolor te altera completamente la vida, y su tratamiento est¨¢ completamente infravalorado. Se tendr¨ªa que tomar conciencia de que muchas personas en toda Espa?a no pueden hacer su vida normal, por padecer un dolor cr¨®nico", asegura Barutell.
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