Prioritario para Batasuna, secundario para ETA
La posible decisi¨®n de volver a los atentados no va a depender de la presencia institucional 'abertzale'
El reproche de Arnaldo Otegi al Gobierno por bloquear el registro de la nueva marca de Batasuna marca (ASB), pese a cumplir formalmente la Ley de Partidos, ni siquiera vale para sus incondicionales. Ese paso para recuperar la personalidad jur¨ªdica perdida con la ilegalizaci¨®n quiz¨¢ habr¨ªa tenido un significado positivo si ETA no hubiera metido en Barajas una bomba que mat¨® a dos personas. Despu¨¦s de ese atentado y de otros movimientos de la organizaci¨®n terrorista que hunden las bases con que se inici¨® el proceso de paz (v¨¦ase la entrevista de ETA en Gara), los intentos de la izquierda abertzale de regresar a las instituciones del Pa¨ªs Vasco y Navarra adquieren otra naturaleza. Esa vuelta ya no se plantea como consecuencia de la desaparici¨®n pactada de ETA, sino como un nuevo pulso al Estado con amenazas nada veladas.
No hay proceso, pero tampoco puede decirse que se haya vuelto a la situaci¨®n anterior
Como en Euskadi todo lo que sucede tiene ya una referencia en el pasado, el actual culebr¨®n de las listas electorales remite a lo sucedido en las tres consultas electorales celebradas desde la sentencia del Supremo de 2003. Lo que hace diferente el momento presente es la situaci¨®n equ¨ªvoca en que se encuentra el llamado proceso. ?ste, en el dise?o que el presidente Zapatero present¨® en el Congreso para iniciarlo, ha quedado roto. Sin embargo, ETA no ha vuelto a atentar desde el 30 de diciembre, un dato que debe tenerse en cuenta. Al mismo tiempo, y quiz¨¢ por ello, la respuesta pol¨ªtica y policial del Gobierno ha sido muy medida y cautelosa.
El bombazo de Barajas no ha llevado, de momento, a una ofensiva sangrienta como la que clausur¨® en 2000 la tregua de Lizarra. Y el cuidado del Gobierno para no hacer nada que pueda empujar a los terroristas a volver a matar a mansalva dibuja un cuadro ambiguo. No hay proceso, pero tampoco puede afirmarse que se haya vuelto a la situaci¨®n anterior a su arranque. Y lo ocurrido no ha pasado en vano. Tampoco para el mundo de ETA, que se ha quedado como ¨²nico quiste terrorista en la Europa occidental y ha visto evaporarse sus ¨²ltimos restos de credibilidad en Euskadi.
Sin embargo, la actual situaci¨®n de no proceso tampoco fortalece la posici¨®n del Gobierno, que parece atrapado por la diab¨®lica presunci¨®n enunciada por Rajoy: si Zapatero no cumple las exigencias de ETA "le pondr¨¢n bombas, y si no hay bombas, es porque ha cedido". Ante el marcaje sin cuartel del PP, de alguno de los gestos y decisiones del Gobierno se traduce la impresi¨®n de que ha interiorizado la idea de que un atentado de gran impacto ser¨ªa gravemente da?ino para sus expectativas electorales. Pero asumir subjetivamente esa posibilidad supone colocarse en una delicada posici¨®n de debilidad ante ETA y concederle una baza que sus dirigentes no pod¨ªan so?ar, tras haber dilapidado una oportunidad tras otra de llegar a un final dialogado: que se lleguen a creer que, aunque no son capaces de arrancar al Estado la independencia de Euskal Herria (su objetivo b¨¢sico), s¨ª est¨¢ en su mano provocar un cambio de gobierno en Espa?a.
Para la izquierda abertzale, estar en las instituciones constituye una prioridad y verse expulsada de ellas representa una carga muy pesada. Para ETA, es un hecho secundario. Por eso durante el proceso nunca valor¨® como una muestra de generosidad del sistema democr¨¢tico la disposici¨®n a readmitir a su brazo pol¨ªtico en el debate institucional, si la violencia desaparec¨ªa para siempre. La ilegalizaci¨®n introdujo una potencial contradicci¨®n de intereses entre ETA y Batasuna, pero la posici¨®n tributaria de ¨¦sta respecto a la organizaci¨®n terrorista no le ha permitido otra cosa que secundar la l¨ªnea marcada por ¨¦sta, aunque fuera tan perjudicial para sus intereses.
Si el pasado verano Otegi y los suyos no dieron el paso, m¨¢s o menos previsto, de recobrar la legalidad perdida con otra marca y estatutos fue porque ETA se apalanc¨® en la pretensi¨®n de cobrar ¨ªntegramente, y por adelantado, el precio pol¨ªtico de la soberan¨ªa y la territorialidad. Desde entonces, con el proceso quebrado en su esp¨ªritu, los esfuerzos de Batasuna se han dirigido a reorganizar y movilizar a sus fieles, tratando de evitar una desbandada de hast¨ªo por la nueva oportunidad arruinada por ETA. ?se ha sido, m¨¢s que el prop¨®sito sincero de participar en las instituciones, el objetivo del activismo desarrollado por la izquierda abertzale desde septiembre, cuando anunci¨® que nunca pasar¨ªa "por el aro" de la Ley de Partidos.
?nicamente quien se cree que en los sombreros de copa de los magos se cr¨ªan conejos puede pensar que el recurso a las oxidadas pero ¨²tiles siglas de ANV ha sido la respuesta improvisada de Batasuna a los obst¨¢culos encontrados con sus planes A y B. En otras palabras, que el despliegue de esta nueva bandera de conveniencia (como los fue el Partido Comunista de las Tierras Vascas-EHAK en las auton¨®micas de 2005) no estaba preparado desde meses atr¨¢s. En los ¨²ltimos d¨ªas, desde la izquierda abertzale se ha advertido con reiteraci¨®n de que obstaculizar el intento de Batasuna de regresar de matute a las instituciones tendr¨ªa "consecuencias grav¨ªsimas". Es una forma de recordar que la organizaci¨®n terrorista sigue ah¨ª, en semi-tregua, debati¨¦ndose entre ponerle el fin abrupto que lleva meses amagando o prolongar la ambig¨¹edad del no proceso hasta situar el momento de su voladura absoluta en fechas que pueden ser m¨¢s da?inas para el Gobierno. Pero que ETA haga una cosa u otra no va depender, de ning¨²n modo, de que pasen el filtro del Tribunal Supremo y del Constitucional cien o doscientas listas de ANV.
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