Uno de los suyos
Un nuevo grupo est¨¢ asumiendo la dirigencia colectiva de Europa y de una parte del mundo. Nicolas Sarkozy, tras su victoria, ser¨¢ una de sus piezas clave. Representa, con Merkel, la llegada al poder en Par¨ªs y Berl¨ªn de una nueva generaci¨®n que no tiene vivencias directas de la II Guerra Mundial ni de los or¨ªgenes de la construcci¨®n europea. Pese a sus ra¨ªces, Sarkozy puede significar el fin del gaullismo, como manera de entender Francia y Europa, y de entenderse con EE UU. Pero, cuidado, pues aunque se ha declarado a favor de ampliar las decisiones por mayor¨ªa en la UE, desempolv¨® en su debate con Royal el viejo y muy gaullista Compromiso de Luxemburgo de 1966 de recurso al veto ante intereses vitales.
La renovaci¨®n de este liderazgo colectivo lleg¨® en Espa?a con Zapatero, en Alemania con Merkel, en Austria con Gusenbauer, y pr¨®ximamente lo har¨¢ en Londres con el escoc¨¦s Gordon Brown, que suceder¨¢ a Blair por dos o tres a?os, aunque est¨¢ por ver cu¨¢nto durar¨¢ tras el varapalo en las elecciones en Escocia y en las municipales. Fuera, con Shinzo Abe en Jap¨®n, con el sucesor de Putin al frente de Rusia en 2008, y de Bush en enero de 2009, lo que facilitar¨¢ el di¨¢logo transatl¨¢ntico con unos Estados Unidos que tienen muchas posibilidades de seguir por entonces en guerra en Irak. No cabe esperar una actitud continuista ni conservadora por parte de este grupo que, salvo Zapatero, gira en torno a los 50. Est¨¢ obligado a ser rompedor, o la realidad lo romper¨¢.
En la UE, los anteriores hicieron el grueso de la Constituci¨®n europea (Zapatero lleg¨® pr¨¢cticamente al final) y se la cargaron (no s¨®lo Chirac, sino tambi¨¦n Blair y otros). Lanzaron el euro real, pero de no haberlo inventado los precedentes (Mitterrand, Kohl, Gonz¨¢lez y c¨ªa.), ni se lo hubieran planteado. Ahora tendr¨¢ que ser este nuevo liderazgo el que resuelva la situaci¨®n creada con el pinchazo de este texto en Francia y en Holanda. En general (Zapatero puede ser una excepci¨®n), son menos europe¨ªstas en el sentido tradicional. Brown no parece haberse interesado nunca por Europa, y no es previsible que cambie excesivamente ahora que Blair ha descolgado la espada de Damocles de un refer¨¦ndum en el Reino Unido.
A este grupo no le importar¨¢ jibarizar la Euroconstituci¨®n y reducirla al minitratado que propone Sarkozy (idea que han hecho suya Merkel y hasta Zapatero, seg¨²n afirm¨® el franc¨¦s en el debate del pasado mi¨¦rcoles), y concentrarse en acciones europeas y reformas econ¨®micas concretas, aunque en materia de reformismo la canciller alemana, frenada por la coalici¨®n con los socialdem¨®cratas, no ha sido tan atrevida como se esperaba, y est¨¢ por ver qu¨¦ da de s¨ª un Sarkozy muy proteccionista. En todo caso, la triada dirigente en la UE en los pr¨®ximos a?os va a ser la de Merkel, Sarkozy y (de momento) Brown. Ser¨ªa la ocasi¨®n para Zapatero (fuera de nuestras fronteras no parecen apostar por Rajoy, aunque se pueden equivocar, claro) de meterse en este n¨²cleo, y corregir as¨ª lo que no hizo para llenar la crisis en el liderazgo europeo tras el no de franceses y holandeses.
Sarkozy, un gran amante de Espa?a, parece sentir cierto desapego hacia la UE. En un principio se alej¨® de la idea de que el eje franco-alem¨¢n fuera tan esencial, aunque luego rectific¨®. Pero probablemente no vea en la UE m¨¢s posibilidades para que Francia gane peso en el mundo. Por eso, entre otras razones, propugna una Uni¨®n Mediterr¨¢nea, necesaria en s¨ª, pero que le dar¨ªa m¨¢s juego a Par¨ªs, incluso integrando en ella a Turqu¨ªa que el nuevo presidente franc¨¦s no quiere ver entrar en la UE. De hecho, su victoria puede acentuar la crisis de la democracia turca.
Con Sarkozy, Francia puede virar respecto a dos conflictos en los que Espa?a tiene tropas comprometidas. El impulso del gran despliegue en L¨ªbano fue muy particular de Chirac, que mantiene estrechas relaciones con la familia Hariri. Y en Afganist¨¢n no parece que sea un entusiasta de seguir, aunque una vez en el El¨ªseo puede cambiar.
Con este equipo, entraremos en la tercera y posiblemente ¨²ltima d¨¦cada de la transici¨®n mundial que empez¨® en 1989. ?Estar¨¢ a la altura de lo que se demanda? aortega@elpais.es
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