La fascinante rep¨²blica del Gij¨®n
Marcos Ord¨®?ez recrea las voces que poblaron las tertulias del hist¨®rico caf¨¦ madrile?o
Pocos caf¨¦s habr¨¢ en Espa?a con este aura literaria, a?eja y casi legendaria que tiene el Gij¨®n. Para los de provincias fue, durante d¨¦cadas, lugar de peregrinaci¨®n o, al menos, de obligada visita tur¨ªstico-cultural. Para los madrile?os, es de suponer, sigue siendo un caf¨¦ c¨¦ntrico, con pedigr¨ª, al que acude gente de todo tipo y pelaje. "Esta mezcla de gentes de diferentes ideolog¨ªas, edades y condiciones es un poco la esencia del Gij¨®n. Creo que es, adem¨¢s, un esp¨ªritu muy madrile?o", comenta Marcos Ord¨®?ez (Barcelona, 1957), cr¨ªtico teatral, profesor de narraci¨®n audiovisual en la Universidad Pompeu Fabra y escritor de ficciones, como Detr¨¢s del hielo (Bruguera, 2006), y tambi¨¦n de recreaciones, como Beberse la vida (Aguilar, 2004), en donde recupera los a?os espa?oles de Ava Gardner. El libro que ahora presenta, Ronda del Gij¨®n. Una ¨¦poca de la historia de Espa?a (Aguilar), tiene un poco de ambas cosas.
"En la ¨¦poca dura franquista, el Gij¨®n cre¨® la ilusi¨®n de una especie de ateneo libre"
"La esencia es esta mezcla de gentes de diferentes ideolog¨ªas y edades"
Dieciocho personajes que hablan en primera persona de sus recuerdos del Gij¨®n y, de paso o sobre todo, de su vida y de su historia, que en algunos casos es tambi¨¦n la de este pa¨ªs. Desde Eugenio Su¨¢rez, falangista antifranquista que fund¨® en su d¨ªa El caso y que explica la triste historia de un gafe al que nadie cita por su nombre, hasta Maruja Torres, ocasional gijonera sorprendida en los ochenta de que la movida tambi¨¦n tuviera al hist¨®rico caf¨¦ como puerto de salida de la noche madrile?a. Entre uno y otro, Ana Mar¨ªa Matute -uno de los testimonios m¨¢s impresionantes del libro-, Rafael Azcona, Perico Beltr¨¢n -alma bohemia que falleci¨® el pasado mes-, Ra¨²l del Pozo, Manuel Vicent, Juby Bustamante, ?lvaro de Luna o Rosana Torres, cuya descripci¨®n de c¨®mo llev¨® las cenizas de su padre de copas deja en pa?ales a Keith Richards.
"Me interesaba gente que fueran narradores de historias por encima de si eran m¨¢s o menos conocidos", explica Ord¨®?ez. "Quer¨ªa hacer unos retratos por la propia boca de los entrevistados, sin comillas ni preguntas. Lo que pasa es que cuando seleccionas, cortas y ordenas el material, intentando adem¨¢s darle el tono o el estilo de cada cu¨¢l, empieza a convertirse en ficci¨®n".
Hay en el libro, que s¨ª tiene mucho de novela, escenas impagables. Como la de Alfonso Paso saludando a los autores sin posibles con las tenazas de las cigalas que se zampaba en una mesa mientras los otros s¨®lo ten¨ªan para el caf¨¦ de la barra; o la de la pintora surrealista Maruja Mallo, ya octogenaria, entrando en el Gij¨®n con un abrigo de nutria y sin nada debajo, desnuda y desafiante. Esta ¨²ltima an¨¦cdota, o leyenda, la explica Manuel Vicent y la recupera despu¨¦s Pepe B¨¢rcena, uno de los hist¨®ricos camareros del local. En el libro, -que deb¨ªa tener como ¨²nico protagonista a Alfonso, el cerillero anarquista, aunque ¨¦ste falleci¨® antes de que el proyecto tomara forma- estos fragmentos de memorias est¨¢n ordenados cronol¨®gicamente, desde los a?os treinta hasta hoy, pero hay personas que aparecen una y otra vez saltando de d¨¦cada en d¨¦cada o de an¨¦cdota en an¨¦cdota. Algunos atraviesan casi todos los comentarios, como Fern¨¢n G¨®mez (creador del premio de novela que lleva el nombre del caf¨¦), Francisco Umbral (cuya bufanda pareci¨® en el tardofranquismo un gadget del Gij¨®n), Camilo Jos¨¦ Cela, Ignacio Aldecoa o C¨¦sar Gonz¨¢lez Ruano, periodista y escritor del que se vierten opiniones enfrentadas. "Me gusta este car¨¢cter prism¨¢tico del libro. De un mismo personaje van apareciendo versiones contrapuestas a cada nuevo giro de la ronda", indica Ord¨®?ez.
Este caleidoscopio de miradas es uno de los mayores atractivos del libro y, por lo que explica Ord¨®?ez, del caf¨¦. "En las ¨¦pocas duras del franquismo en el Gij¨®n se cre¨® una especie de ilusi¨®n de ateneo libre, de territorio en el que el pensamiento era libre. Personalmente no tengo ninguna vinculaci¨®n concreta con el caf¨¦, aunque s¨ª con Madrid, ciudad con la que siempre he tenido mucha relaci¨®n, pero del Gij¨®n me interesaba que era un sitio generador de historias, un lugar dif¨ªcil de encontrar en otras ciudades, al menos en Barcelona".
Al Gij¨®n, explica, se iba a ver y a dejarse ver, a conseguir contactos, a inspirarse, a divertirse, a encontrarse con los amigos... Compart¨ªan caf¨¦ franquistas y comunistas, periodistas y jueces, acad¨¦micos y bohemios, actores y poetas. El retrato de la Espa?a que aparece tiene m¨¢s colores que el gris oficial. "Me pas¨® tambi¨¦n con el libro de Ava Gardner. Mucha gente se extra?a de que en pleno franquismo pudieran pasar determinadas cosas, pero incluso con los reg¨ªmenes m¨¢s dictatoriales la gente intenta vivir", comenta Ord¨®?ez. "Adem¨¢s, hay una tendencia a explicar que todo empez¨® en el 75 o, como mucho en el 77, pero es evidente que no. En todas las ¨¦pocas ha habido gente interesant¨ªsima y nunca he tenido problemas a la hora de hacer distingos. Haciendo estos libros me he encontrado a falangistas bell¨ªsimas personas y encantadores y a gente de izquierdas que son un co?azo y unos bichos. No tengo prejuicios a la hora de tratar con la gente, y no es tolerancia, que es una palabra que me desagrada, sino un poco esp¨ªritu de caf¨¦, de tertulia. Es la esencia del Gij¨®n".
![El escritor y cr¨ªtico teatral Marcos Ord¨®?ez.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/QZ6FE6Q6IUEBDH4F365NERG5P4.jpg?auth=35686b486046ca4a7877cc592fcfdba65e2b6dce0b3506ad59527324d171371f&width=414)
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