Los tres pies del gato
El juicio transita demasiadas veces por caminos trillados o in¨²tiles para desesperaci¨®n del tribunal
Cuando la abogada del turno de oficio llega a los calabozos es ya medianoche. Es la primera vez que tiene que asistir a un detenido y est¨¢ nerviosa. Por eso, cuando recibi¨® la llamada del colegio para que se personara urgentemente en la comandancia de la Guardia Civil, telefone¨® a su colega Carlos para que la acompa?ara. Ahora est¨¢n los dos ante la garita de entrada de la calle de Guzm¨¢n el Bueno, pero a Mar¨ªa -con las prisas y los nervios- se le ha olvidado su carn¨¦ profesional. El guardia civil encargado de tomarle declaraci¨®n a Iv¨¢n Granados -uno de los j¨®venes asturianos captados para llevar explosivos a Madrid- pide a los dos letrados que, ya que est¨¢n all¨ª, asistan juntos al detenido. Cuando por fin traen a Iv¨¢n Granados, un gigante con cara de ni?o bueno, la abogada se traga su nerviosismo, le aprieta el brazo con afecto y le pregunta:
-?Qu¨¦ tal est¨¢s, Iv¨¢n?
-Bien, estoy bien.
Empieza la toma de declaraci¨®n. Un agente teclea en el ordenador. "Siendo las 00.50 horas del d¨ªa 14 de junio de 2004...". La luz es amarilla y pobre, como de otros tiempos.
Este hecho aparentemente tan anodino, sucedido en la madrugada del 14 de junio de 2004, viene coleando desde entonces. O sea, desde hace tres a?os. El actual abogado defensor de Iv¨¢n Granados, Miguel Garc¨ªa Pajuelo, sent¨® ayer en el banquillo de las defensas a Carlos de la Sotilla, el letrado que acompa?¨® aquella madrugada a Mar¨ªa Oterino en la defensa de Granados. ?Qu¨¦ pas¨® verdaderamente aquella noche? ?Qui¨¦n es en realidad Carlos, el enigm¨¢tico abogado? ?Por qu¨¦ desapareci¨® de la escena la abogada Mar¨ªa? ?Cu¨¢les fueron las aut¨¦nticas razones que impulsaron a Carlos de la Sotilla a darse de baja en el turno de oficio s¨®lo una semana despu¨¦s? El abogado De la Sotilla toma asiento en la silla azul. El enigma est¨¢ punto de esclarecerse.
La sesi¨®n n¨²mero 34 del juicio vuelve por en¨¦sima vez a Asturias. Declaran guardias civiles de diversos rangos y cometidos. Unos, encargados de controlar el buen uso de los explosivos en las minas. Otros, de investigar varias pistas que situaban a los cu?ados Toro y Trashorras intentando traficar con dinamita. Las dos conclusiones principales son las mismas que hasta ahora. La primera es que Mina Conchita ser¨ªa sin duda un buen nombre para un burdel. La segunda, que la Benem¨¦rita no se gan¨® ese apodo por su trabajo en Asturias en los meses que precedieron al 11 de marzo de 2004.
El abogado Carlos de la Sotilla est¨¢ sentado ante el juez G¨®mez Berm¨²dez. Su colega Miguel Garc¨ªa Pajuelo empieza el interrogatorio para esclarecer la enigm¨¢tica madrugada:
-?Qui¨¦n le solicit¨® la asistencia?
-Hab¨ªan designado a una compa?era y ella me llam¨® y me pidi¨® por favor que la acompa?ara. Yo acced¨ª, aunque no me apetec¨ªa.
-?Qu¨¦ relaci¨®n ten¨ªa usted con esta compa?era, de amistad, de despacho...?
-Pues de profesi¨®n y de amistad. Si no es de amistad no me lo hubiera pedido.
-Pero la acompa?¨® usted hasta en la toma de declaraci¨®n.
-Porque se le olvid¨® su carn¨¦ profesional. Y entonces me dijeron: ?Tiene usted inconveniente en asistir a la declaraci¨®n?
-?A usted se le advirti¨® de que al detenido se le estaba aplicando la incomunicaci¨®n?
-Mire usted, fue una asistencia a un detenido en unas instalaciones de la Guardia Civil. No tuvo m¨¢s peculiaridad.
-?Y no sab¨ªa usted que un preso incomunicado ten¨ªa que ser asistido por un abogado de oficio?
-Y estaba siendo asistido por un abogado de oficio...
-Pero usted...
El juez G¨®mez Berm¨²dez, harto, corta el interrogatorio. Reprende al abogado Garc¨ªa Pajuelo, quien, no obstante, sigue su interrogatorio hasta conseguir justamente lo contrario a lo que pretend¨ªa. Cuando le pregunta a su colega si observ¨® alguna irregularidad durante aquella madrugada, Carlos de la Sotilla responde: "La letrada le pregunt¨® al detenido si se encontraba bien, y ¨¦l dijo que s¨ª, que se encontraba perfectamente, y luego prest¨® declaraci¨®n. Cuando ya pr¨¢cticamente hab¨ªa concluido la declaraci¨®n, se cay¨® el sistema inform¨¢tico. Y tuvo que declarar otra vez. Y de nuevo lo de hizo de forma fluida y espont¨¢nea, y repiti¨® exactamente lo mismo. As¨ª que, desde el punto de vista legal, todo se hizo con absoluta normalidad y correcci¨®n. Luego firm¨® la compa?era y el agente instructor me invit¨® a firmar a m¨ª tambi¨¦n, y yo lo hice.
-?Usted caus¨® baja en el turno de oficio? ?Tuvo algo que ver algo aquello...?
Terminada su declaraci¨®n, el testigo se marcha caminando por la Casa de Campo. Va entre triste y enfadado. Lleva desde las diez de la ma?ana del d¨ªa anterior esperando a declarar en el juicio del 11-M y la actuaci¨®n de su compa?ero lo ha dejado perplejo. "Mire", le explica al reportero, "me di de baja en el turno de oficio porque ETA asesin¨® a un cu?ado m¨ªo -el doctor Mu?oz Cari?anos- y cuando aquella noche vi que me pod¨ªa tocar la defensa de un terrorista, decid¨ª evitar la posibilidad...". Hay tambi¨¦n un por qu¨¦ para la enigm¨¢tica desaparici¨®n de la abogada. Mar¨ªa Oterino falleci¨® en un accidente de tr¨¢fico en Alicante cuatro meses despu¨¦s de aquella madrugada en los calabozos de Guzm¨¢n el Bueno.
-A m¨ª me parece encomiable los esfuerzos del tribunal por arrojar luz al juicio, pero hasta estos extremos...
Adem¨¢s de por otras muchas cosas, el juicio del 11-M ser¨¢ recordado como el proceso que m¨¢s tiempo, esfuerzo y dinero emple¨® a buscarle tres o cinco pies al gato, que de las dos formas se dice. En buscar razones faltas de fundamento, soluciones que no tienen sentido.
Ante el peligro de ser tachado de oscurantista, G¨®mez Berm¨²dez deja hacer. Y la sala, a veces, bosteza.
LA VISTA AL D?A
Declara otro comisario al que acus¨® el eurodiputado
El comisario Jos¨¦ Cabanillas, al que el ex director general de la polic¨ªa y eurodiputado del PP, Agust¨ªn D¨ªaz de Mera, acus¨® de manipular un informe sobre la conexi¨®n entre ETA y el 11-M, declara hoy como testigo en el juicio.
EL JUEZ DESCARTA EL CAREO
El descontrol de la Goma 2 a partir de 1999
La patronal de miner¨ªa explic¨® ayer en el juicio que a partir de 1999 el control de explosivos empeor¨® al dejar de depender de la Guardia Civil.
D¨ªaz de Mera no podr¨¢ debatir su bulo con el polic¨ªa al que inculp¨®
El ex director general de la polic¨ªa Agust¨ªn D¨ªaz de Mera no podr¨¢ mantener un careo, como pretend¨ªa, con el comisario al que atribuy¨® la informaci¨®n sobre la existencia de un informe que vinculaba a ETA con el 11-M.
La Guardia Civil y los explosivos robados
Los mandos de la Guardia Civil de Asturias explicaron ayer en juicio que nunca tuvieron sospechas de un tr¨¢fico masivo e ilegal de explosivos.
LA CREDIBILIDAD DEL CONFIDENTE
Jos¨¦ Luis Bayona (coronel jefe de la Intervenci¨®n Central de Armas y Explosivos): "En 2002 se detectaron posibles fugas de material explosivo y se sospechaba que era el sobrante de la voladura, pero de un robo de cantidades importantes entonces no tengo noticias"
Pedro Amable Marful (capit¨¢n de Oviedo): "Yo, la informaci¨®n que nos dio el confidente Nayo, la traslad¨¦ a mis superiores para que ellos dispusieran, y yo qued¨¦ en primer tiempo de saludo a la espera de instrucciones"
Pedro Amable Marful: "Yo tuve detenido en 2001 a Rafa Zouhier por robo de joyer¨ªas en Pola de Lena, pero no sab¨ªa que era el confidente de la UCO porque ¨¦sta no me lo dijo"
Francisco Javier Hidalgo (suboficial de Oviedo): "Nayo lo que dice es que est¨¢n ocultos 200 kilos de explosivos, pero yo no le di credibilidad a esa informaci¨®n"
Fernando Aldea Juan (coronel de la comandancia de Gij¨®n): "Yo a¨²n creo que Toro y Trashorras no ten¨ªan explosivos, ni en Avil¨¦s, ni en Cogollos de la Ribera ni en las Regueras, ni en ninguna otra parte"
Jos¨¦ Moya (Confederaci¨®n Nacional de Empresarios de la Miner¨ªa): "La ley quit¨® en 1999 a la Guardia Civil una labor que hab¨ªa desarrollado con eficacia, y se puso en manos de chavales de 20 a?os, vigilantes de seguridad de explosivos, que ni son agentes de la autoridad"
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