M-30
Sin duda, ha sido la obra m¨¢s pol¨¦mica y costosa en la historia de Madrid y desde luego del resto de ciudades de Espa?a. La reforma de la M-30, la principal v¨ªa de circunvalaci¨®n de la capital, de 33 kil¨®metros de longitud y por la que circulan 600.000 autom¨®viles diariamente, qued¨® ayer completada con la apertura del ¨²ltimo de los t¨²neles. El Ayuntamiento la ha hecho contra viento y marea, infringiendo el pertinente estudio de impacto medioambiental requerido por la Comisi¨®n Europea.
El alcalde Ruiz-Gallard¨®n, maestro de la rotundidad, no escatim¨® autoelogios en la inauguraci¨®n del ¨²ltimo tramo bajo compases de Vivaldi. Quiz¨¢ la ret¨®rica del regidor madrile?o est¨¦ justificada en esta ocasi¨®n, dadas las muchas cr¨ªticas y dudas que suscit¨® el inmenso proyecto y de las muy justas protestas de los madrile?os y vecinos de las zonas afectados por las obras, iniciadas hace 30 meses.
No puede dejar indiferente a nadie el soterramiento de la M-30. Los efectos habr¨¢ que analizarlos con el tiempo, y no ahora con frases sumarias. ?Habr¨¢ valido la pena gastarse m¨¢s de 3.500 millones de euros -mil millones m¨¢s de los previstos- y endeudar las arcas municipales durante 35 a?os? Hay detractores que sostienen que no resolver¨¢ los graves problemas de tr¨¢fico que tiene Madrid. Por contra, hay quienes piensan que aliviar¨¢ la congesti¨®n, reducir¨¢ los accidentes y sobre todo mejorar¨¢ la calidad de los habitantes de las ¨¢reas implicadas. En realidad, de esto ¨²ltimo nadie duda porque la reforma convierte en zonas verdes las arterias donde antes pasaban coches. Resultar¨¢ interesante comprobar si supone la recuperaci¨®n ciudadana del r¨ªo Manzanares. Eso ser¨ªa un gran progreso.
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