El molusco bivalvo
Podr¨ªamos haber elegido para ilustrar este texto algunas de las impresionantes fotograf¨ªas de las obras de la M-30, o de las ya famosas tuneladoras Dulcinea y Tizona, pero preferimos el paisaje humano. Ah¨ª tienen por tanto todo lo que se espera de un panorama facial: ojos, cejas, nariz, boca, orejas. Incluso expresi¨®n. El problema es que la expresi¨®n resulta contradictoria, pues la parte de arriba no dice lo mismo que la parte de abajo. Si usted tapa la boca del alcalde de Madrid, comprobar¨¢ que los ojos desmienten la sonrisa de la boca. Est¨¢n como pasados por agua, como si un velo fin¨ªsimo, una catarata de tul (perdonen la cursiler¨ªa) enturbiara su mirada. Un estrabismo casi imperceptible (sin duda ocasional) sugiere un punto de desconcierto, si no de hast¨ªo. El alcalde ha llegado, por otra parte, a ese estadio en el que tiene que remodelar de vez en cuando el curso de las cejas plateadas para soterrar la edad. En cuanto a la sonrisa, poco hay que decir, pues salta a la vista que se trata de una sonrisa constipada, irresoluta, baja en prote¨ªnas, sin otro objeto que el de ocultar el desconsuelo de los ojos.
La fotograf¨ªa est¨¢ tomada en marzo de 2007, durante una de las visitas de Ruiz-Gallard¨®n a las obras de remodelaci¨®n de la avenida de Portugal, afectada por el soterramiento del tr¨¢fico en esa zona. Hablamos de la M-30, en fin. Dos a?os de actividad, miles de millones de euros invertidos, huestes de vecinos cabreados y serias dudas sobre un proyecto que no convence a urbanistas ni a ecologistas ni a arquitectos ni a ingenieros. Auguran las voces autorizadas que el invento atraer¨¢ m¨¢s coches a la ciudad, lo que provocar¨¢ m¨¢s atascos. Que se trata de un presupuesto descomunal para una obra de rentabilidad social escasa. Que es insolidaria porque produce desigualdad en vez de desarrollo sostenible. Que el modelo de separaci¨®n de flujos (no se pierdan la expresi¨®n, separaci¨®n de flujos) resulta obsoleto. Que fomenta el gigantismo del que se huye desde hace tiempo en las grandes ciudades. Que olvida al peat¨®n. Que se trata de un proyecto de ingenier¨ªa puro y duro, sin otro objeto que el de impresionar. Que no ha habido estudios previos. Que el proyecto est¨¢ informado por una idea de eficacia mal entendida (todo para el pueblo, pero sin el pueblo). Que las prisas para acabar antes de las elecciones han disparado los ¨ªndices de siniestralidad laboral hasta extremos de esc¨¢ndalo (cinco muertos y m¨¢s de 700 heridos). Etc¨¦tera.
Quiz¨¢ de todo eso est¨¢ hecha la mirada de Gallard¨®n y su sonrisa restringida. No hay duda de que pasar¨¢ a la historia por esta obra, lo que no sabemos es a qu¨¦ clase de historia. Entre tanto, las encuestas le aseguran una mayor¨ªa holgada que contrasta con los comentarios de la gente. Los votantes somos as¨ª: fulminamos con la mirada y sonre¨ªmos con la boca, o viceversa: fulminamos con la boca y sonre¨ªmos con la mirada.
Inaugurados que fueron los t¨²neles, sus usuarios se perd¨ªan como por el interior de un laberinto mental, de modo que el Ayuntamiento hubo de sacar unas instrucciones de uso. En cuanto a Dulcinea, la tuneladora estrella, que, c¨®mo no, es la m¨¢s grande del mundo, est¨¢ inspirada en un molusco bivalvo que devora la madera al tiempo de segregar una baba que sostiene las paredes del t¨²nel que fabrica. Tal es el costado biol¨®gico de la pir¨¢mide personal de Gallard¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.